10/Abr/2013
Bastille
Bad Blood
2013
Virgin
Por alguna extraña razón este año nos veremos rodeados por proyectos que destacan por un esmerado cuidado de las voces. Destacan principalmente Jamie Lidell, el genio jovencísimo de James Blake y el proyecto de un trío muy ambicioso llamado Brandt Brauer Frick, en el cuál la música de concierto deviene en electrónica. Por si fuera poco, Bonnie Prince Billy tiene nuevo disco, en Phosphorescent también destaca la forma de cantar y las Cocorosie han invitado al mismísimo Anthony Hegarty para que las acompañe en las voces.
Al momento parece que se trata de cantar de manera preciosista, de alta escuela… con mucha técnica. Bien puede existir el soul digital o un tecno un tanto oscuro, lo principal son las voces relumbrantes. Todo esto se potencia al momento de que se encuentran la electrónica más accesible y el pop más elástico. He allí la notoriedad de un grupo como el que encabeza Dan Smith y que no proviene de Francia, más bien, el hombre nació el mismo día de la famosa toma de tan nefasta prisión parisina.
El caso es que desde 2011 fueron esparciendo sencillos y ahora aparecen ya como un álbum entero, Bad Blood, que está teniendo una gran notoriedad. Su cantante tiene una imagen poderosa –nadie puede negarlo-, cuando bajan la velocidad pueden hacer una balada muy a lo Coldplay, pero además logran temas intensos que insertan elementos del pasado. “Pompeii” es un tema indiscutible en el que sobresalen unos coros que suenan muy ochentas –no puedo evitarme la cita a los Pet Shop Boys-. La música del presente es así: evidencia sus fuentes, es chispeante e inmediata.
No les pido ni espero la trascendencia del nuevo de David Bowie, ni una acometida como la de los galos de Phoenix. Uno podía esperar que esta especie de indiepop electrónico fuera cobijada por ese sello tan trendy que es Kitsuné, pero los franceses no los firmaron y están editados por una transnacional: Virgin. Un tabloide como el New Musical Express no podía estar más complacido por el estallido a nivel popular de una banda de esta naturaleza: tan comercial, tan simple y efectiva. El indie inglés lo necesitaba.
Mientras tanto, esperamos la llegada del calor y de música tan festivalera como la de Bastille. Pongámoslo en claro, pueden moverse en un espacio entre lo que hacen Hurts y los Two Door Cinema Club (reyes de la fiesta electro-popera). Si desean elegir otra canción que no tenga la menor pega, ahí está “Icarus”, con una base percusiva a plena potencia, al igual que en “Weight of Living Pt.II”.
Estos ingleses al menos tienen bien claro que aún pasan por novatos. Apuntan que a ellos sólo les queda aprender, tocar mucho y mejorar en la manera de componer. Nadie puede decirles que no se hayan pertrechado detrás de una producción impecable y que los hace lucir. Marc Crew (productor) es casi un quinto miembro y supo trabajar en un estudio casero (apenas tuvieron un día en Abbey Road). En su mejor punto son tan contagiosos como los Passion Pit, pero también pueden ser más cursis. Cuestión de las canciones.
No escasea pues el material para los charts –como el tema que le da nombre al disco-, aunque es mejor optar por ese homenaje al cine de David Lynch que es “Laura Palmer”, icónica figura de Twin Peaks.
Detrás de un aparente perfil de superficialidad y hedonismo hay un tipo que busca decir cosas y contar historias. Dan ha armado a un cuarteto formal que le permite filtrar sus narraciones y esto es lo que le da sentido a Bad Blood, sus piezas terminan por ser momentos de reflexión atrapados en el tiempo.
03/Abr/2013
Suede
Bloodsports
Warners Bros
2013
“Estaba usando muchas drogas en aquel entonces y creo que fue eso lo que nos dio la confianza para traspasar fronteras”, dijo Brett Anderson en una entrevista con el periódico británico The Independent al referirse a los tres primeros álbumes de la banda: aquellos que los llevaron al éxito con sus letras cargadas de sexo, drogas y lujuria; sus guitarrazos etéreos, su sonido plagado de siseo y la inconfundible voz de su vocalista.
A pesar de que el guitarrista y co-compositor de las canciones -Bernard Butler- dejara la banda en 1994, el grupo continuó teniendo éxito hasta 2002 cuando lanzaron A New Morning, un disco ignorado y casi odiado por la crítica y los fans. Para ése entonces, la gente ya no estaba interesada en Suede, el britpop había muerto y el material ni siquiera salió a la venta en Estados Unidos. Un año después, la banda se disolvió y ni al público ni a la prensa pareció importarles mucho. De ahí que la noticia de un nuevo disco pusiera a temblar a algunos porque podría significar el ridículo total o el regreso triunfal de una banda que a mi parecer tiene un sonido totalmente único, aunque acepto que tienen una fuerte influencia de Bowie.
Bloodsports habla de amor, de locura y de lujuria, pero de una manera más pensada y pulida que en cualquiera de sus trabajos anteriores. No se puede decir que están repitiendo la fórmula porque las letras son mucho más maduras, aunque siguen existiendo descripciones detalladamente extrañas como en “It Starts And Ends With You” donde dice: “Like a hairline crack in a radiator, leaking life”.
Me hace sentir hasta mal que Suede sea una banda que nunca ha tenido el reconocimiento que se merece. Son famosos en su tierra y “medio” famosos en el resto de mundo. En los noventas nunca lograron entrar al mercado norteamericano porque los estadounidenses apenas estaban terminando de digerir el grunge. Y ahora que regresan se les ocurre lanzar "Barriers" con la idea de dejar al público boquiabierto, y en un cruel juego del destino, Bowie decide presentar su nueva canción al día siguiente. Por supuesto que nadie habló de Suede en ésa semana; fueron opacados total y absolutamente.
En éste su sexto álbum se ve que sudaron sangre, le metieron mucho sentimiento. La majestuosidad del disco se percibe desde “Barriers”, -la primera canción- que saturó mis audífonos con su potencia, su volumen y su pasión. Hasta los hielos de la cuba que me estaba tomando vibraron, literal. Existe mucho ruido, pero es un ruido glorioso, casi épico como en “Hit Me”. “For The Strangers” con sus coros y sus ecos es tan intensa, que es imposible escucharla sin que se ponga la piel de gallina. La voz de Anderson se siente más potente que nunca.
Las cuatro últimas canciones son baladas en las que el líder del grupo no sólo demuestra que ya dejó las drogas, sino que es capaz de crear verdaderos acertijos líricos que si nos tomamos el tiempo en descifrar, nos llevan a un glorioso entendimiento del amor. Anderson nunca ha tenido miedo de decir las cosas como son, sólo que ahora lo hace de una manera más elegante, menos obscena. “Sometimes I Feel I'll Float Way” empieza lento y triste y a la mitad entra la batería a darle fuerza y a elevarla casi a la categoría de himno mientras escuchamos a Anderson decir: "sometimes I'd float away... if you weren't there to hold me".
Bloodsports le devuelve a Suede su reputación como representantes del Britpop -aunque éste sea un género con el que no les gusta mucho que se les asocie- y presentan un material variado y consistente. Sin afán de reinventarse recobran la confianza perdida de sus seguidores entregando mucho más de lo que se esperaba y reconquistando aquellas fronteras que traspasaron en los noventa.
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