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Abraxan Hymns / 2015
La estridencia es un don que parece perdido en el panorama musical actual ante la mecánica de los remixes, el camino fácil de los covers o la falta de creatividad cuando un coro retumba más que la ejecución de cualquier instrumento. Pero Baroness es un grito desesperado, una trifulca, estrépito al extremo entre una aparente calma, como el ojo del huracán que no deja de ser destructivo. Purple es una pincelada más al gran mural que quedará al final de sus días como manifiesto de diferentes historias, desde sus orígenes hasta aquel trágico accidente en el autobús de gira y el subsecuente renacer para seguir coloreando nuestras mentes.
“Morningstar” como la primera mordida de un cocodrilo que nos sorprende en el pantano, el primer sencillo que terminó con una larga espera, el primer punto a entender para la crítica y para evitar comparaciones con Mastodon, Torche o demás artífices de aquello que llaman stoner en su afán más comercial, no por nada James Hetfield nombró este disco como su favorito del año que acaba de fallecer.
“Shock Me” y su introducción que bien podría recordar a Alphaville, el encanto del sintetizador que se cae abruptamente con los golpes a la batería y el trepidante andar del ensamble como caballería al ataque, “Try to Disappear” para calmar el paso y apreciar el valor de cada entidad de esta banda: la guitarra que comanda, el bajo que guía, los compases difusos, los coros dramáticos. “Kerosene” para iniciar el fuego y sus consecuencias entre voces, “Fugue” como respiro instrumental, “Chlorine & Wine” y su coqueteo con el post rock que se transforma en la pieza más larga y dinámica de este material en el que se aprecia la calidad interpretativa y lo que hace diferente a Baroness al respecto de otras bandas de aquello que llamamos metal: el tomar otros instrumentos como riesgo y salir bien librados, el decorar con parajes ambientes y variantes de ritmo, esos coros únicos y muy a su estilo, y el fantasma de Brian May en las guitarras.
“The Iron Bell” como un veloz buggie esparciendo la arena del desierto, Sebastian Thompson dando nuevos bríos a la batería, “Desperation Burns”, su pesado devaneo y de nuevo esa voz que nos conmueve, “If I Have to Wake Up (Would You Stop the Rain?)” para caer de nuevo en un abismo profundo de ecos y sonidos flotantes.
Queda demostrado que en la calma también hay estridencia, que en el infierno también hay esperanza, que no todo en la música es pare venderse como el disco de la semana.