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Domino Records/Pink Fizz Records / 2017
Más allá del mensaje, se encuentra la forma que este adquiere. Las texturas que lo envuelven. El tono que lo cubre. El groove que conduce y dirige. El significante –del que hablaba Roland Barthes– distinto del significado. En el caso del nuevo material de Austra, el contenido empuja hacia una forma de re pensar la existencia, de relacionarnos entre nosotros, de comprender el poder, los géneros sexuales, la sociedad y la tecnología; mientras que su sonido es un manifiesto de dance pop con raíces ancladas en el minimal techno, una declaración con suficiente eco para escucharse por encima de las letras. Future Politics, el tercer álbum de la canadiense Katie Stelmanis –eje central de este proyecto– tras cuatro años de su anterior LP y tres de su experimental EP Habitat, está marcado por un hecho histórico.
Anunciado mucho antes de que Donald Trump ocupara el cargo en la Casa Blanca, el lanzamiento del álbum coincidió con dicho evento. El tema que ocupan los once tracks es la aspiración de un mejor futuro, el fatídico presente resulta decepcionante y el ambiente augura un escenario similar. Por eso el título sería un llamado a las nuevas ideas, a la renovación, a una transformación al exterior y al interior de cada ser humano. Pero en esta ocasión, Katie Stelmanis marca distancia de sus anteriores entregas.
Mientras, en Feel It Break, Austra se había decantado por el synth pop y el dark wave ("The Villain") habitando lugares oscuros; en Olympia optó por un pop robusto, complejo y ambicioso, de sintetizadores que deambulaban lejos del beat o las atmósferas, y la coronaban con un electro pop interesante por sus arreglos; en Future Politics se arroja en caída libre a un dance pop muy adictivo, que se riega por los espacios que va encontrando. Cualquier rendija es una puerta por la cual entrar. Paradójicamente los temas son utopías sobre un planeta mejor, en tanto que el sonido se encamina hacia el escapismo propio del electro, la frialdad de las máquinas que lo producen y la ausencia de realidad. En la pista de baile nadie quiere pensar en política. Y quizá ahí subyace lo peculiar de este esfuerzo. En una dicotomía de posibilidades a raíz del contraste forma-fondo.
La primera es su eficacia como declaración. El Manifiesto Futurista, Inventando el futuro: Postcapitalismo en un mundo sin trabajo, La mujer en el fin de los tiempos, son algunas de las referencias literarias en donde indagó Katie Stelmanies para componer esta pieza que en cierta medida estuvo escrita en la Ciudad de México. Dejó el frío de Montreal para venir a lo que llamó "el cielo y el infierno juntos". El título de "43" es una clara referencia a los 43 chicos desaparecidos en 2014 en Iguala, Guerrero. El carácter político de esta obra no es más potente ni más directo por sus letras, sino por su sonido. Se trata, sin duda, del trabajo más consistente de la artista –quien produjo y escribió casi todo el álbum–, sólido y coherente comunica ideas por medio de los beats, de las atmósferas, del canto de soprano que acompaña con calidez los gélidos synths que embargan cada tema, de los coros que se desvanecen mientras intentan llegar a un mejor sitio. Es una declaración.
La segunda es su invitación para que se imaginen espacios aún no construidos, diseñar sin referencias reales y concretas, pensar en un lugar del que todavía no se habla. En el frenético baile se pierde el piso, el entorno, "la realidad", la conciencia. Es cierto que el dance pop puede ser fuga, pero puede serlo hacia un lugar diferente, en una comunión con los otros que también bailan, que anhelan mejores espacios. Lo cual no relaciona directamente el deseo a partir del trasfondo del álbum, sino de su materia y lo que produce en la mente.
Podríamos decir entonces que esta pieza es más política por lo que la envuelve, que por su contenido, por la esperanza que se puede sentir en la voz de Austra en "Utopia", por el frenesí psicodélico-dance de "I'm a Monster" o por el reclamo que emerge de "Angel in Your Eye" casi al final de la canción, cuando una ola de soledad inunda y desvanece la voz. Si la realidad no funciona, construyamos otra. Podemos hacerlo.
Future Politics es un futuro,
y para cualquier futuro las posibilidades son interminables.
Katie Stelmanis
9
Ninja Tune / 2017
Migration es el sexto LP del DJ y productor Simon Green aka Bonobo quien regresa después de tres años, para deleitarnos con un compilado de paisajes sonoros que nos llevarán por diversas atmósferas emotivas que entretejen la alegría, la melancolía, la euforia y el vacío. Migration es una producción curada de forma minuciosa, en donde desfilan virtuosos colaboradores quienes aportan diversas texturas que enriquecen a esta gran producción.
La pieza homónima de este álbum es el primer track, que nos recibe con una secuencia gélida y progresiva en donde se hace evidente la participación de Jon Hopkins. Es un track completamente instrumental, con una estética downtempo, secuenciada armónicamente de forma improvisada, compuesta de manera aleatoria entre el piano de Hopkins y un ordenador; el segundo corte es “Break Apart”, un track nostálgico que entra pausado, y sutil con la asexuada e inconfundible voz de Mike Milosh (Rhye), estructurado de manera minuciosa: las vocales se fusionan con texturas sensuales y oníricas en un lienzo de soft R&B y una lírica depresiva. “Outlier” se asoma con un perfil upbeat sin perder la atmósfera etérea construida en los tracks anteriores, es una pieza hipnótica cargada del ADN de sus trabajos anteriores, con elementos techno, secuencias deep house y algunos patrones post dubstep.
“Grains” –uno de los mejores cortes de este álbum– es una pieza mística, post minimalista, fusionada con la voz de una leyenda del folk: Pete Seeger. “Second Sun” es una pieza plana y sin mucha trascendencia que nos remonta al ambient de Jóhann Jóhannsson, pero sin tanto carisma; “Surface” es un track refrescante, en donde participa la voz prodigiosa de Nicole Miglis (Hundred Waters) que llega para despabilar el sopor de la pieza anterior.
El disco trasciende para trasladarnos por diversas experiencias auditivas que nos llevan a tierras desconocidas y paisajes fuera de la órbita terrestre; sin ser world music “Bambro Koyo Ganda” nos transporta por raíces ancestrales que se fusionan con el presente, acentuándola con las vocales del grupo marroquí: Innov Gnawa.
“Kerala” es el primer sencillo de este álbum, una pieza alucinante de loops psicóticamente repetitivos, que nos anuncian visiones apocalípticas en un suburbio de Inglaterra; “Ontario” es un corte sofisticado, estructurado con un sitar y experimentaciones sonoras que logran la fusión perfecta para dar congruencia al disco, hilando casi de forma inmediata a “No Reason” que se perfila para ser uno de los favoritos de este LP, en donde notamos la marcada colaboración de Nick Murphy (antes Chet Faker), es una pieza vigorosa, con tintes clubbing que abre paso a "7th Sevens” llena de beats, cuerdas y drums que se construyen de una forma bien integrada sin llegar a saturarse, logrando una pista limpia y armónica; “Figures” cierra el viaje de Migration, con toques de un soul acuoso en donde se aproxima –tal vez demasiado– a Moodymann mientras el track transcurre, podemos percibir el magistral sampleo de “Just an Excuse” de Elkie Brooks.
Migration es una placa con una arquitectura compleja, llena de elementos que la enriquecen y la complementan para estructurar un gran álbúm, en dónde podemos apreciar marcadas influencias de Floating Points, Four Tet, y Burial.
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