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MUTE / 2015
Me tapo los oídos porque las vibraciones son demasiado fuertes. ¿No las alcanzan a escuchar? ¿No las perciben? Cierren los ojos y dejen que el oído agudice en el entorno. Están en el metro, en la calle, en algún restaurante, en el microbús, en el auto, en tu departamento... Son tantos ruidos enfermizos como el de la TV, la computadora, las notificaciones de Facebook, de Twitter, de WhatsApp; la música del auto, el unísono estresante de la serpiente de cláxones que vocifera porque avance el de adelante; el vendedor de discos que dice: “Diez pesos le vale, diez pesos le cuesta, los últimos hits del momento”; la señora que viene quejándose de no sé qué; el palpitar de los cristales por la banda sinaloense que agrieta el silencio y que proviene del vecino; los noticieros anunciando una tragedia cada vez mayor; los 60 decibeles que produce por sí sola la línea naranja del metro. Es un ruido constante, estresante, rutinario, abominable, una marea que no te deja tranquilo y por el contrario, te sofoca. No hay una pausa. Es un caos al que nos acostumbramos.
Respiro. Respira.
El origen de Arca es un misterio, es decir, ya sabemos que el venezolano Alejandro Ghersi estudió en Nueva York, que ha colaborado con Björk, FKA twigs, Kelela y Kanye West, que tiene su nave espacial en Londres, pero nadie sabe aún quién se esconde detrás de ese nombre. Pienso que ese relato es una fabricación. Tengo la teoría de que en realidad es un alien y viene a descomponer con su música de vanguardia el paradigma musical de occidente y a infectar al mundo contemporáneo con sus mismos vicios: el exceso, la saturación, la volatilidad y la violencia.
De la mano, una vez más, de la artista visual Jesse Kanda, el enfant terrible entrega en su nuevo álbum Mutant un tour de force de alto poder en tanto descompone cualquier idea de ritmo preconcebidida por occidente; reta al escucha durante veinte temas que taladran el alma y, qué paradoja, la liberan del desorden moderno con un caos sonoro. La producción oscila en contrastes violentos con golpes duros de batería, algunas saturaciones de whooshes, vibraciones sin forma, glitches, distorsiones, crashes, blastings, drones y notas melancólicas de piano tan hermosas como hipnotizantes.
El productor declaró que este álbum se trata de “texturas paralelas a la maleabilidad de la identidad. La tensión es armonizada por espacios e integración de la transformación(...) Hay tensión, polarización, diversión, erotismo y mutabilidad. La variación entre la intimidad y el caos son celebradas”. Arca retoma algunos temas del súper mix que había dejado explotar a principio de año ("Sheep"), como "Umbilical" y "Hymn", y aunque aquí no hilan como en dicho track, "Mutant" tiene mucha fuerza.
El alienígena excede en la cantidad de temas y hacia el final ya estamos más que trastocados, pero también un poco sobrepasados porque "Siren Interlude", "Extent" y "Faggot" nos ofrecen poco en cambios y giros de tuerca. Le hace falta la contundencia y potencia en lo individual que brotaba en Xen.
Arca empuja un poco más al género humano al borde de la locura con sus oscilaciones y mutaciones sonoras, y aunque aún esperamos con ansia su obra maestra, en Mutant ha compuesto el soundtrack del día a día, aquella música que se adecua al vértigo que provoca levantarse de la cama y comenzar a ser invadido por el caos informativo. No es de este planeta, de eso estoy seguro.