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Buh Records / 2019
A tus manos pueden llegar infinidad de cosas como un globo rojo enorme con un agradecimiento, una botella de whisky en honor a un evento o quesadillas como pretexto del lanzamiento de una canción, pero más allá de lo material, un link con algo intangible, intravenoso y surreal puede alegrarte y enriquecerte más que algo con lo que no sabes qué hacer o donde acomodar.
A mis oídos llegó Apophenia, y desde la primera escucha el intrincado sentido creativo comenzó a envolverme de tal forma que olvidé todo lo que debía hacer para concentrarme completamente y dejar que el veneno de “Augury” comenzara lentamente a infectar mis neuronas. Lentamente el estrepitoso candor instrumental de los sonidos van hilando un telar catastrófico pero evocador, como aquel estruendo que precede la tormenta y las gotas golpeando la ventana que anuncian la llegada de la lluvia.
“Side Effects” de tratar de entender la complejidad sonora son ponerse en los zapatos de Ale Hop y así intentar desenterrar sus secretos, su inspiración, su inventiva. La voz disonante que trata de decirnos algo pero que con música lo explica todo. La empatía experimental que por momentos recuerda a Tujiko Noriko pero con cierta maldad como la de Treha Sektori, el pulso batiente de las máquinas que retosan de agónica creatividad, “El Beso” análogo y atrayente, el sonar que busca ballenas que flotan despavoridas en nuestra mente, los días actuales en gris ambiente ideal para escuchas profundas y discos como este, que difieren a todo lo escuchado recientemente.
“Lima” desenmascara los sonidos de viejas cintas de video filmadas en su natal Perú, casi podemos sentir la altura y la necesidad de mascar hojas de coca para recuperar nuestro equilibrio, el eco de una ciudad rocosa golpeada por el mar, el miasma de la urbanidad y su siniestro y voraz crecimiento, el tema más largo y evocador, asimismo, el más temible y complejo. “Onomatopoeia”, Pequeños trozos que van completándose, rumores y suspiros, sollozos y tremores, mensajes subliminales en glitch, el siseo permanente de un sueño pesado.
“Puñales” y su suerte de música ritualista, las cuerdas que marcan el ritmo y destellan entre los ecos de los sintetizadores, el dinamismo y la usanza instrumental, el coqueteo con el post rock de paisajes azulados, volar por los andes y desenvolver en un hermoso panorama después de tanta catástrofe. Y de nuevo el ríspido accionar de las perillas y los tonos lastimeros, la distorsión y el cuchicheo digital intermitente, “Apophenia (Cielo azul)” y su doloroso y complejo encanto, las luces indicadoras reflejando un rostro concentrado en el ruido y el arte de jugar con el sonido, la afilada precisión del delay, el ambiente que se enrosca con los tonos difusos, el volumen que juega con nuestra apreciación, los cambios dramáticos y precisos, el final lento y calmo.
“Marches”, los últimos patrones bien establecidos y figurativos de una fantasía meramente sonora para entender que la escucha de este material es un respiro ante la cotidianidad, que en la experimentación sigue viviendo el espíritu revolucionario y creativo, que en lo extraño o poco habitual que nos parezca una escucha siempre existe el aliciente del descubrimiento y la indagación. Desde los escenarios de Mutek hasta nuestros oídos, Ale Hop marca un camino completamente distinto pero inspirador, extraño para algunos pero evocador para aquellos que en nuevos sonidos encontramos la desconexión absoluta de la realidad para centrarnos en universos paralelos.