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Crammed Discs / 2019
Cuando se trata de combinar ritmos orientales antiguos con composiciones occidentales, existe una línea muy delgada que divide a una propuesta de investigación, consciente y compleja a una más parecida a un chill out o música de fondo para cualquier espera en sala de médico. No basta con investigar para combinar techno con el sentir del cante persa, por ejemplo. Para lograr algo propositivo y verdadero hace falta más que talento. Parece que el dueto Acid Arab se mantiene del lado complejo y real. Con cero pretensiones de reformar la milenaria música árabe, es que entregan su segundo álbum titulado Jdid.
Desde la primera hasta la última canción se siente y se reconoce un trabajo previo y con sentido. Los sonidos láser provenientes de sintetizadores se integran bien a los detalles de música persa, turca o andalusí.
Primero, gracias a que para esta nueva producción, Hervé Carvalho y Guido Minisky (gobernantes de la electrónica francesa desde hace varios años) invitan a participar en el álbum a músicos que siguen sus tradiciones orientales. Así, desde el track uno logra entablar un diálogo que permite entrar a una atmósfera que si bien se destaca por ser electrónica, abre surcos luminosos para que germine el canto/lamento árabe de Radia Menel. O en “Rimitti Dor”, donde está toda la cadencia del argelino Sofiane Saidi. En esta quinta canción se escucha el mazhar, ese pandero árabe o la mizwad, un tipo de gaita que es completamente reconocible. Potente canción donde la voz, seca, da un golpe tras otro.
Con el tiempo, Acid Arab se dio cuenta que hacía falta echar mano de otras genialidades para acercarse al punto que quiere lograr, quizá por esto fue que integran en total a ocho músicos que aportan ese lado fundamental africano y de oriente medio.
Por otra parte si solo suenan ellos, pueden pasar como cualquiera de las miles de propuestas techno acid que existen. En ese sentido, sus canciones “en solitario” sirven para un despeje mental, como para sentir de otra forma, si se le ve el lado positivo a su punto más endeble.
Así, Jdid, que en árabe significa nuevo y que tiene sentido pues revitaliza la propuesta de sus creadores, es un disco que sí logra hacer que el sistema musical árabe combine con el techno para resultar más agradable a los oídos occidentales. Un disco que se renueva conforme se vuelve a escuchar y que se hace valer de los otros ritmos que aportan artistas argelinos, tunecinos y turcos para crear un mestizaje con poderío, ideal para encarar la noche y salir con una sonrisa hacia el alba.