Favoritos
Haz click en la banderilla para guardar artículos en tus favoritos, ingresa con tu cuenta de Facebook o Twitter y accede a esta funcionalidad.
Taylor Kirk llegó a la Ciudad de México con su sombrero de cowboy bien puesto. No era la primera vez que pisaba tierra azteca, había venido en dos ocasiones anteriores: la primera, hace 7 años, como turista, no fue su mejor experiencia, tuvo que recorrer Yucatán, Chiapas, Campeche y Quintana Roo con la mitad de la cara paralizada (aún así le pareció increíble); la segunda, como Timber Timbre, dio un concierto mágico en el Polyforum Siqueiros, en el que prendió velas y cantó con el público.
Hace unos días se presentó en el Lunario del Auditorio Nacional, y platicó con Indie Rocks! antes del concierto, en el que le abrió a Torreblanca (por cierto sin tener mucha idea de quién era éste).
"Esto parace un concierto de rock, ¿no? Uff, a ver cómo me va con el folk, porque la vez pasada estuvo bien, pero creo que ahora el público es distinto; el concierto puede ser una mierda o puede resultar maravilloso, ya veremos..."
Kirk se presentó sin su banda, y los asistentes lo recibieron bien, con todo y su característica timidez, que es coherente con su folk y su forma tanto de ver el mundo como de hacer música.
"Cuando empecé a componer había ideas musicales y después encontraba cosas que quería contar, sabía cómo quería que sonara antes de decidirme por un tema, pero ahora es distinto, como he estado de gira constante los últimos tres años, el proceso es diferente, colecciono palabras e imágenes y después las ensamblo para formar una canción cuando llego a casa y tengo tiempo", explicó.
"Siempre me acerco a la música como alguien que la siente y escucha, proceso todo lo que está a mi alrededor, lo hago mío y después lo pongo en notas musicales. Además, soy una persona muy visual, y lo que veo se convierte en referencia para mis composiciones. También, y lo más importante, es que siempre traslado mis historias a mis canciones, no canto las historias de otras personas", agregó.
El introvertido músico rige gran parte de su vida con signos. Tal vez uno de los más importantes es el que tiene tatuado en su dedo medio, una cruz de pastor, el símbolo de su proyecto, una doble "t" que además hace alusión al nombre de la banda y que lo devolvió a la religión, de la cual se había apartado en cierto momento.
Además, describe su música como "de raíces", algo que tiene la nostalgia del campo, pero que ha evolucionado en los últimos años, en los que ha visitado muchas ciudades y en los que se ha vuelto más urbano, pero ha aprendido y encausado esos conocimientos hacia una mejor apreciación de la música.
Antes de despedirse, Taylor hizo una recomendación para todos aquellos que se dicen melómanos. Hay tres artistas que nadie debe perderse en esta vida: Neil Young, Nina Simone y Abner Jay.