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A unas semanas de que se lleve a cabo la segunda edición del festival Ceremonia, Max Henry, bajista y tecladista de Suuns, habló en exclusiva para Indie Rocks! acerca de la escena musical en Canadá, sus primeros instrumentos e impresiones de los fans.
Si bien la música psicodélica sufrió un declive, las alternativas para que ésta continúe vigente arribaron con más fuerza, pero siempre bajo el precepto de la experimentación, el LSD y, sobre todo, "mostrar el alma".
"Es difícil decir que actualmente existe una escena o movimiento musical psicodélico. Cada generación se identifica con cosas distintas y una vez que lo hace, se aferra a ello. Así que definitivamente algo está sucediendo, no importa lo que sea", argumentó Max.
Al preguntarle sobre las limitantes de dicha corriente en la escena independiente de Canadá, el músico respondió que la traba más grande era continuar un movimiento cuya muerte ocurrió 30 años antes de que siquiera comenzara, por lo que resulta productivo variar en sonidos y experimentaciones.
"Obtuvimos ayuda para agendar shows, lanzar material y otras cosas en el estudio tan pronto como la gente se ofreció, lo cual fue un alivio. Somos muy afortunados de haber llamado la atención de la industria musical; en muchas formas, esto fue un verdadero inicio para la banda", comentó Henry y dejó entrever lo bien acogidas que son las agrupaciones independientes en Montreal, donde los promotores locales se muestran generosos ante el nuevo talento.
Los conciertos en México rara vez son demeritados por artistas extranjeros, quienes siempre se llevan una buena impresión del público y lo definen como el mejor, el más efusivo y amado; pero, ¿qué pasa con el canadiense? A dichas interrogantes, el bajista respondió que depende de la región, pero en general cuentan con una concurrencia veinteañera bastante creativa, aunque también acuden algunas personas mayores y claro, de la cual reciben cumplidos que si bien no salen de lo habitual, siempre son gratos.
"El primer sintetizador que compré fue un JX-8P del loco tío de un amigo. Al principio pensé que era muy grande y basura, pero me enseñó a programar y a sacarle el mayor provecho", explicó, revelando que no tiene una preferencia entre sintetizadores análogos o digitales, pues ambos cumplen su función. No estereotipa a ninguno, sino todo lo contrario, trabaja con los que mejor se adecuen para los sonidos que quiere crear: "Actualmente tengo mis Microkorgs, son digitales y los amo".
Como es bien sabido, anualmente se lleva a cabo la entrega Polaris Music Prize, cuyo fin es galardonar a los artistas basándose en la perspicacia que posean, sin importar el sello discográfico, género o ventas; un Mercury Prize pero versión canadiense: "En realidad no tiene ningún significado para mí, sólo es un círculo de idiotas semi destructores de la música independiente", concluyó.