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Perfiles: David Barajas

Perfiles: David Barajas

Blues Araiza
Rodrigo Nava (@rodrigonaava)

Rodrigo
Nava (@rodrigonaava)

22/Jul/2024

De la luz, al lente, a la mirada fotográfica detrás.

Entre el torrente de información al que nos enfrentamos y la fugacidad con que se presenta, medios como la fotografía parecen contradecir esta naturaleza impuesta a las expresiones que nos rodean. Desde reuniones familiares enmarcadas por la BBC (bodas, bautizos y confirmaciones), hasta la ráfaga fotográfica de esas primeras tres canciones en el show que nos cambió la vida.

Así, debemos ver más allá del lente para comprender ese centro iconográfico moldeado, desde hace más de diez años, por miradas como la de David Barajas.

Yo empecé a ir a conciertos para tomar fotos”.

El mexiquense daba sus primeros pasos entre los venues capitalinos durante su segundo año de preparatoria. Debutando, primero como redactor, entre los sonidos de Carla Morrison, Torreblanca, Comisario Pantera o Enjambre.

Tras esa breve temporada en la trinchera editorial, e impulsado por un primer acercamiento dentro del CECATI 108, las intenciones fotográficas de Barajas le conducirían hasta el punto universitario más cercano. Esto entre preocupaciones familiares y una incertidumbre agridulce.

“La música siempre fue mi motor, sabía que quería dedicarme a algo referente a ella. Mi idea inicial era ser DJ, de vinilos a la DJ Shadow, y sin acetatos como Girl Talk o A-Trak. Cuando se lo contaba a mis papás me respondían con que mejor estudiara algo que me diera dinero y seguridad. Entre escucharlos y lo que yo me decía, fui alejándome. Ahí caí en Ingeniería en Comunicaciones y Electrónica, con la idea de especializarme en acústica”.

 

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La cotidianeidad ingenieril no tardaría en convertirse en una carga cada vez menos llevadera para el creativo. Las constantes comparaciones con sus compañeros, aunadas a las noches de estudio con pocos resultados, empujaron hasta un punto más allá de lo sensible al fotógrafo. Quien terminaría dejando la universidad para continuar su camino paramusical.

Anímicamente nunca me sentí acoplado, así que dejé la carrera y comencé a ir al Taller Central de Fotografía del mismo Politécnico. No sabía exactamente a qué quería dedicarme, pero elegí la foto porque la veía como un puente hacia todas estas otras ramas de la industria musical. Quería saber cómo era ser manager o productor antes de decidirme por algo. Terminé disfrutando de la fotografía en todos los sentidos y… me quedé”.

De vuelta en las aulas, pero esta vez con una cámara en mano y bajo la tutela de Miguel Mendoza, Barajas sentaría las bases de su quehacer artístico. Las prácticas estándar eran convertidas en prácticas de campo bajo escenario, retratos de bandas y una búsqueda constante por el siguiente show.

Tras crecer en experiencia y relaciones dentro de cierto nicho, el nacional comenzó a probarse en terrenos mucho más allá de cualquier templete. Compañeros egresados del taller le hacían un lugar para tomar fotos en estudio, eventos familiares o días de NASCAR. Todo en favor de la versatilidad del filo fotográfico.

“De las cosas que aprendí dentro del taller fue a hacer foto en cualquier situación, no sólo centrarme en lo musical. Especializarse está bien, pero debes poner a prueba tu técnica en diferentes campos, otros ambientes, distintas condiciones de luz, etc”.

Los desafíos técnicos llegaban hasta el fotógrafo acompañados de sus relativos sensibles. Las dudas iban desde la duda honesta de las acreditaciones hasta el lado más amargo de la comparación con pares.

Llegaba a clase y le preguntaba al profesor porque mis fotos no se veían como las de Toni, como las de Aceves, como las de Chino Lemus, como las de Feli Gutiérrez. Su respuesta general era: 'Hay mucho trabajo por hacer'. Mencionaba el tipo de lente usaban, los accesos que tenían, estar en el lugar correcto, conocer a las personas adecuadas, cosas que al final son parte de hacer foto”.

La época siguiente encaminó al creativo a desarrollar una ética de trabajar más allá de lo musical, adoptando las relaciones públicas como extensión de su Canon 5D Mark IV, apuntando críticas más allá de la envidia reacción y dejando atrás las comparaciones con profesionales de más trayectoria.

Tras esa serie de apuntes prácticos, Barajas describe el siguiente paso en su crecimiento profesional de la siguiente manera. “Lo que tardó más en llegarme fue el estar en paz conmigo mismo. Mi profesor me decía '[...] es que a usted le hace falta paz interior, no ha visto Kung Fu Panda' y yo no entendía de lo que estaba hablando. En su momento lo ignoré y, a pesar de los consejos que él me daba, terminé frustrándome, sintiendo envidia, enojado por nada, llorando porque las cosas simplemente no se daban. Fue ahí cuando decidí ver la película muchísimas veces y comprendí que se refería a esta conexión, interna y espiritual, del por que hacemos las cosas. Es difícil llegar a esa tranquilidad por cómo funciona la vida en general y cómo nos toca vivirla”.

El apunte existencial parece imposible sin el debido contenido político-social. Recordar el esfuerzo adicional que implica la dedicación artística, sin el respaldo del privilegio, es necesario para comprender miradas como las de Barajas. Además del panorama nacional en términos de desarrollo cultural.

Sin esta incisión sobre las condiciones iniciales, es fácil dejarse llevar por la frustración del nulo avance rumbo a puntos comunes. Los caminos son distintos para todos, pero tener la claridad interna para poder verlo no es tarea fácil.

He pasado por más de una línea tratando de llenar diferentes estándares. Pero, al final, lo que a mí me ha funcionado es seguir en lo que creo, pienso y siento. Trato de mantener todo eso a la hora de hacer fotos, empezando por cómo veo yo al artista y su música”.

Actualmente, el mexiquense apunta en su filosofía la invisibilidad de la música, centrando el esfuerzo fotográfico en esa traducción performática de baile, atuendo y corporalidad en cada intérprete. Reflejo de ello es su intención constante por tirar un encuadre distinto, aceptar la impredecibilidad del escenario y confiar en las palabras de figuras como Enrique Segarra.

“¿Qué voy a hacer para tener una foto diferente? Moverme, ser consciente del espacio, comencé a usar filtros, captar el movimiento, trabajar con esos errores, jugar con la aberración cromática”.

 

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David Barajas se ha consolidado como uno de los referentes para la fotografía de concierto en México, optando por lentes de baja calidad en favor de la aberración cromática, imaginándose bajo el piano de Thom Yorke para tirar fotografías durante su In The Basement y al filo de un telefoto 70-200mm, un angular 17-40mm, filtros de prisma, estrellas y un tubo de cobre. La mirilla sólo puede apuntar hacia el futuro, con toda la música que eso signifique.

“Me gustaría tomarle fotos a las bandas que no he visto en vivo, trabajar con Radiohead, con David Byrne, tomarle fotos a Björk. Que la fotografía me llevé a los procesos que hacen llegar la música hasta nuestros oídos, estar en un estudio, de gira, todo eso que no se ve pero importan. Me gustaría vivir en otros países y capturar bandas en esos venues, viajar, viajar mucho. Me gustaría no tener que preocuparme por hacer cosas que no me gustan por hacer cosas que sí y… llevar una vida bastante tranquila. Tener un lugar donde dormir, comer bien y escuchar música. Quizá en algún punto ser DJ [ríe].”

 

Blues Araiza

REDACCIÓN:

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