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Si bien, toda historia tiene un comienzo, para Daniel, más que pensar en un momento definitorio, la aventura en el universo musical se ha ido cocinando a fuego lento a lo largo de más de diez años de carrera.
“Cuando era joven empecé con cosas más rockeras, más hardcore, luego fui mezclándolas con cosas latinas, más mediterráneas… así, hubo un día en que me encontré en la calle tocando y me bautizaron con ese nombre de 'Macaco'. Fue ahí que empecé a encontrar cuales eran mis colores más naturales, o con los que me sentía más cómodo”, aseguró.
Desde entonces a la fecha, Macaco ha construido un camino que día con día alcanza mayor popularidad, fenómeno que puede llegar a transformar el cotidiano, al respecto el cantautor opina.
“Yo siempre digo que cuando eres ‘popular’ tu imagen ya no te pertenece, cada uno proyecta sobre ti lo que quiere y ante eso no puedes hacer nada sino intentar ser tú… Es que lo otro tiene que ser muy cansado, y como juegues un poco ese papel estás jodido… Al final, yo lo único que quiero es sonar personal, que cuando me mire en el espejo esté contento, que escuche mi disco y diga ‘esto es lo que quería decir’…”, exclamó.
Más allá de todo cliché, para Dani –como lo llaman los amigos- lo verdaderamente importante reside en aceptar la complejidad humana y reconocer su naturaleza polimórfica.
“Todos somos muchas cosas. Tú te levantas, lees un día las noticias y tienes una opinión sobre eso ¿verdad?, pero también tienes otro día en que lloras, no sabes por qué, y otro día dices ‘hoy salgo a la calle y bailo’… hay gente que todo el rato hace ese juego de etiquetarte…para mí es como ‘me niego, tú no vas a ejercer ese poder dictatorial sobre cómo me tengo que mover’…”, confesó.
En Historias Tattooadas, su nuevo material, se puede escuchar una gran variedad de géneros mezclados con habilidad y minucioso conocimiento, sumados a una lírica que no sólo vomita el sentimiento, sino que paso a paso planea el efecto que va a impactar en el escucha, construyendo metáforas y universos que sin ser obvios hablan del cotidiano.
“A mí no me gustan los grandes giros estilísticos. En este disco, quería jugar con las reglas que yo mismo me he marcado, pero que hubiera un cambio más profundo sobre todo en la lírica. Quería, como dice Saramago, que hubiera ‘palabras con olor’ en las estrofas… quería toda la cosa ésta de los cantantes clásicos como Bola de Nieve o Bob Dylan, pero sin perder el estribillo claro que tiene un Bob Marley”, concluyó.