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Thurston Joseph Moore nació en 1958 y, desde siempre, tuvo ese “algo” que lo hace único: su figura alargada, su cara que no envejece y esa manera introspectiva de hablar bajito, su pasión desmedida por la música y la literatura, su necesidad constante por expresarse a través del arte. Durante tres décadas Sonic Youth fue su casa; desde hace algunos años, escribir se ha vuelto protagónico en su vida.
Me encontré con él en la terraza de un café para nuestra entrevista. Nos conocimos hace 10 años cuando mi banda abrió un concierto para la suya. No esperaba que me reconociera; sin embargo, lo hizo y, en medio del gesto amable, me preguntó cómo iba todo.
En la mesa de al lado, una chica sonriente intentaba construir un poema en español. Era Eva Prinz, su actual compañera y socia en Static Peace Libary, editorial que tienen desde hace 10 años. Ambos vinieron a la ciudad a propósito de una lectura de poesía.
Aunque es conocido por desafiar los convencionalismos sonoros a través del sonido distorsionado de su Jazzmaster, Thurston Moore ha escrito desde siempre.
“Escribir para mí obedece a la misma razón que hacer música: hay algo en la acción de crear que realmente me conecta con el hecho de estar vivo en este mundo. La poesía es algo realmente ingenioso ¿sabes? Más allá de las palabras y su significado, se trata de cómo lucen sobre el papel, de la ruptura de lo lineal, de su ritmo, de su sonido… de su completa arquitectura. Todas estas capas la convierten en un arte sumamente valioso que logra utilizar el lenguaje como una herramienta central de expresión capaz de balancearse entre lo confesional y lo experimental… Hay tanto en ella, justo cómo en el acto de componer o tocar”.
Pronto quise saber si recordaba el primer poema que había escrito. Con los ojos muy abiertos soltó una pequeña carcajada. "¿¡Mi primer poema!? … Quizá fue sobre un caballo. Lo escribí en casa de mi abuela en Alabama durante los años 60… Era un poema de niño pequeño escrito sobre un papel a rayas de color amarillo… Creo que aún lo conservo".
Todo aquel que escribe, construyó su deseo, al leer, primero, la obra de otros. En el caso de Moore la relación con la lectura comenzó muy pronto.
“Desde pequeño estuve rodeado de arte, literatura y música… Recuerdo que cuando visitaba las casas de otros chicos de mi escuela me preguntaba ‘¿Dónde están todos los libros, dónde está el arte, dónde?’… Hasta que me di cuenta que nosotros no éramos una familia convencional. Me enamoré de los libros a una edad muy temprana, primero de los comics (solía escribir cartas a sus autores pidiéndoles que siguieran haciendo lo que hacían y luego se las leía a mi madre antes de ponerlas en el correo).
Leía todo tipo de libros extraños que estaban en casa, solo por el simple hecho de que estaban ahí. En alguna ocasión mi padre se acercó a mí con un libro de James Joyce llamado Retrato del artista adolescente, diciéndome: ‘Creo que esto podría interesarte’. Al comenzar a leerlo me di cuenta de que no era una novela ¡sino un estudio sobre ella! (risas)… Pensaba, ‘Esto es tan complejo, ¿De qué se trata? … ¡Es un libro hablando sobre otro libro!’ -era muy joven entonces, quizá tendría unos 12 o 13 años-.
Después de un rato fui a donde mi padre y le dije: ‘ Esto no es realmente una historia, es algo que habla acerca de ella’. Él lo miró y dijo: ‘Oh parece que te he dado el libro equivocado’…Ese error se convirtió en algo realmente importante ya que me mostró la existencia de un universo extenso en el mundo de la escritura”.
Al pasar los años, el pequeño Thurston Moore construyó su propio lenguaje artístico en una mezcla de improvisación, noise y poesía:
“Siempre supe que la música que me interesaba estaba muy relacionada con lo literario, que el rock and roll era hecho por gente inteligente como Lou Reed o Patti Smith; así que, las primeras figuras que realmente captaron mi atención fueron personajes como ellos.
En mi juventud todo se resumía a leer sobre rock and roll y quienes estaban escribiendo sobre el tema a principios de los setentas. Eran figuras tan interesantes como los artistas; Lester Bangs hablando sobre Lou Reed, por ejemplo.
Cuando Patti lanzó el EP Hey Joe/ Piss Factory en el 74 recuerdo haber notado de inmediato algo emocionante: aquellos que escribían sobre rock empezaban a cruzar la frontera haciendo discos. Tal descubrimiento fue completamente excitante para mí y aposté por ese ideal sumergiéndome en su universo. Ese fue quizá el comienzo de todo… Aquellos músicos, quizá, no eran los mejores desde los lineamientos de la técnica tradicional; sin embargo, para mí lo eran ya que utilizaban una nueva forma de expresar el impulso creativo.
Esta nueva forma de expresión hablaba de las grandes ciudades, de sus subterráneos, de la pobreza; se trataba de ser más como Ginsberg o Kerouac y abrazar la crudeza de la realidad… Me gustaba aquello, era mucho más atractivo”.
En medio de nuestra –literalmente– acalorada conversación, una camarera apareció con un par de margaritas gigantes. Thurston hizo una pausa para ofrecerle una a Eva quien soltó una risita en tono de travesura: “Son solo las 12 del día, ¡me encanta México!”, Moore iluminó su rostro. “Tu felicidad es mi deber”, agregó complacido.
De vuelta a nuestra charla, le pregunto: Durante un concierto es posible establecer una especie de diálogo sin palabras con la audiencia ¿Qué sucede en una lectura de poesía?
“Leer en público es un acto desafiante en muchos niveles, un acto que exige a la audiencia invertir su energía en tratar entender lo que ‘el otro’ intenta transmitirle. Recuerdo que la primera vez que leí Aullido, el famoso poema de Allen Ginsberg, había en mi interpretación un significado muy distinto al que percibí cuando vi a Allen leer su propia obra…Honestamente no estoy muy interesado en el spoken word; la poesía, para mí, se trata más sobre escribir que sobre leer en voz alta.
Asisto a lecturas de poesía porque estoy interesado en la personalidad de aquel que lee. Me considero un poco fanático, así es que voy a ver poetas, primero, porque me interesan como personas... Siempre me he visto fascinado por aquellos escritores que consagran su vida a su obra. Existen exclusivamente para la poesía, son poesía. Sin embargo aunque desde hace mucho he estado inmerso en ese universo, mis intereses han tomado un camino un tanto más interdisciplinario…”.
Las entrevistas de este tipo generalmente son breves, así es que me apuré a hacer mi ultima pregunta: “La vida del artista es complicada y más de una vez nos vemos envueltos en el dilema de continuar el camino, ¿En algún momento pasó por tu mente renunciar?”
Con una mezcla de asombro y seriedad me contestó. “¿Renunciar? Nunca he pensado en lo que hago como un trabajo. Lo veo como una forma de vida. Si renunciara, ¿qué es lo que haría?. Por otro lado, si te refieres a mudarme al sur de España por unos años y vivir en una pequeña cabaña; por supuesto que lo he pensado… Sin embargo, no creo que eso sea una acción necesaria. Hago lo que hago porque realmente lo disfruto, mi objetivo no es la búsqueda de fama, he logrado superar ‘el ego’.
Por otro lado, disfruto estar inmerso en la comunidad de músicos y artistas; creo que hay una fuerza de vida ahí pienso que sin ella quizá me sentiría un poco devastado… ¿sabes? Tengo la impresión de que me volvería más ensimismado en una situación que implicase valerme por mi mismo”.