Favoritos
Haz click en la banderilla para guardar artículos en tus favoritos, ingresa con tu cuenta de Facebook o Twitter y accede a esta funcionalidad.
A inicios de los 2000, la discusión acerca del futuro de la música surf en México se dividía en dos corrientes: Aquellos que temían por una incesante réplica de Lost Acapulco y los que coincidían con Ignacio Pineda (gestor del Multiforo Cultural Foro Alicia). “El surf es un movimiento independiente, subterráneo y que cada vez atrae a más gente. Nunca entrará en lo mainstream, pero puede llegar a ser un movimiento interesante”.
Las palabras de Pineda resultan significativas en tanto que, pese a su escasa difusión, la Ciudad de México es el referente mundial del surf. La posición jerárquica de la capital mexicana sobre las playas californianas se debe, en gran parte, a la apertura que ofrecen venues como La Calaca Espacio Cultural, Capitán Gallo, Gato Calavera y espacios de tránsito cotidiano, por ejemplo, el Museo del Túnel de la Ciencia en la estación del metro La Raza.
Como contraposición al pesimismo de algunos exponentes del surf mexicano, en vísperas de la segunda década del siglo XXI las y los artistas de este subgénero del rock & roll exaltan el legado de los proyectos musicales de los 60 (Los Matemáticos, Los Mabbers y Los Temerarios) y readaptan la estética y el sonido de las bandas que -en su momento- fueron descritas como ‘el efecto Tarantino’ (Bombatomix, Los Esquizitos y Fenómeno Fuzz).
A la par de Los Pegajosos, Viernes de Hongos y Los Granujas, se encuentra The Centellas, un trío femenino de surf urbano que -en lugar de seguir la tradición de las máscaras de lucha libre- se presenta bajo el misticismo de las sirenas, poemas sinfónicos, las promesas de la democratización musical y los anhelos de protagonizar una historia poco conocida. “Somos un reflejo del aquí y ahora, mujeres underground y que tocan surf. Somos la minoría de la minoría. Eso es parte de lo que queremos comunicar con nuestra música: Que el esfuerzo te lleva a algo y que en realidad es cuestión de hacer las cosas desde el poder, la energía, complejidad y organización”.
Desde la perspectiva de Lu (guitarra), Elva (batería) y Nidia (bajo), los meses que separan a su primer cover (“Action Squad”) y al lanzamiento de Espécimen Surf se resumen en la palabra “reto”. Aprendieron a manejar las posibles situaciones de caos durante las presentaciones en vivo, posicionar su música en un entorno en donde predomina lo comercial, solucionar imprevistos logísticos y dialogar con una industria que suele esquivar los puntos neutros y que está acostumbrada a la camaradería (exclusiva) entre varones .
“[Los músicos, promotores, ejecutivos y representantes] no frecuentan el trato con mujeres y puede que la comunicación no sea tan íntima. De pronto tratar con nosotras tiene algo de complicado. La verdad no sé la etiqueta entre hombres, pero con nosotras no se puede dar. Sí hay una barrera de género, costumbre y etiqueta”.
https://www.facebook.com/thecentellas/photos/a.148251292559595/383697345681654/?type=3&theater
Para la segunda mitad de los 90, “Pumpkin and Honey Bunny/ Misirlou”, “Bustin Surfboards” y “Surf Riders” en los tiempos violentos de Quentin Tarantino fueron un momento clave para la música y el cine. Al igual que otras bandas de surf, para Lu, Elva y Nidia, seguir los pasos de Los Esquizitos en Sexo Pudor y Lágrimas (“El Planeta Sexual”) y Lost Acapulco en Perfume de Violetas (“Vampiro” y “Olvidemos el Romance (Cojamos ya)”) sería “una forma de ganar aliados a través de una metamorfosis musical”, ya que, además de “ser preservadas en la historia cultural”, las integrantes de The Centellas consideran que musicalizar este tipo de filmes “es una vía para democratizar la música”, pues “acercan trozos de realidades que suelen ser ignoradas y convierten a las Artes en una necesidad social”.
Al seguir en esta línea, The Centellas destaca que dentro del proceso de democratización, su propuesta musical contribuye a partir del libre acceso a los contenidos (de aquí por qué prefieren Bandcamp sobre Spotify), la distribución descentralizada de su material discográfico, el apoyo a artistas locales (les gustaría colaborar con The Surfrajettes) y la preocupación por audiencias que -en programas y políticas culturales- están en un segundo plano.
Inquietas por la lejanía de las generaciones jóvenes con la música surf, una de las metas a largo plazo de la agrupación es escuchar sus canciones en caricaturas infantiles. “Como ya no podemos regresar el tiempo y Popeye (1929) y La Hormiga Atómica (1965) podrían resultar poco familiares para algunos niños, nos encantaría estar en el soundtrack de Bob Esponja (1999). Es importante que el surf sea conocido por más personas; hay veces en las que se acercan a nosotras y nos dicen: '¿Tocas surf?, ¿Qué es eso y como a qué suena?'”.
https://www.instagram.com/p/ByOfO5eJGah/
A mediados del año pasado, Nidia, Lu y Elva fueron invitadas al programa radiofónico de Isaac García y Jorge Huitrón (Amenaza Radio) y en dicha entrevista expresaron que “una de las cosas que más sorprende al público es que la banda solo sea de tres”. Constantemente les recomiendan sumar una segunda guitarra, pero las integrantes de The Centellas están convencidas de su respuesta y decisión: “[Con alguien más] simplemente no sonamos a nosotras: un surf poco tradicional y agresivo”.
Si bien la química musical de The Centellas no se debe precisamente a amistades de antaño, Lu asegura que “es una cuestión de destino y conexiones inesperadas que, a simple vista, podrían parecer de toda la vida”. Desde la experiencia del trío, la devoción en que “las cosas están escritas y pasan por algo” va más allá de las coincidencias; se trata de “todo aquello que incide en la esencia de su proyecto musical”, tal fue el caso de la integración de Nidia en el bajo.
“Estábamos buscando bajista y nuestros amigos nos decían: '¡Ella, Ella, Ella!' Contactamos vía Facebook y agendamos cita. Teníamos contempladas a más chavas, pero en cuanto la oímos fue así de: "No pues, ya te quedas". Incluso había una chica que iba a audicionar; tuvo que cancelar, pero dijo que conocía a una bajista muy buena. Era Nidia”.
En ningún momento, Elva, Nidia y Lu pensaron en las sirenas desde la charla entre Cirse y Odiseo, pero recuperaron (parcialmente) la unión de Calíope y Aqueloo. Su representación gráfica alude al deleite de la danza y la poesía sinfónica.
Al igual que las sirenas del mito homérico, The Centellas reconoce el valor de la música como puente entre las personas. Sellaron sus relaciones afectivas con amigos que escuchaban surf y lo adoptaron como un género propio. “Crecí en un entorno muy musical, pero nunca pensé al surf como proyecto. Fue hasta que las conocí” menciona Elva.
Meses antes de la grabación de “Prisma Lunar” viajaron a Perú y una barricada de mujeres con el puño en alto evitó un sabotaje (no intencionado) de aquellos que en las primeras filas se peleaban por el setlist y demandaban la interpretación de “La Llorona”.
Como a todo músico, les es difícil explicar hasta qué punto pueden conectar con las y los demás, pero por el momento, tienen presente que su vínculo con el público deriva de ser tres mujeres underground que tocan un surf urbano.
“Nos sentimos muy halagadas, en especial por el público femenino. Se acercan a felicitarnos y nos dicen: 'Tocan muy chido. La verdad no le piden nada a esta bola de güeyes'. Eso nos llena de una motivación que supera las palmaditas en la espalda. Es una motivación que funciona a manera de recordatorio: Cada banda tiene sus propios retos, ya sean musicales o personales, pero al final siempre llega a su momento de plenitud”.