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“Quizás es tiempo de reconocerlo, no eres tan genial como solías serlo”, reflexiona Kevin Parker en el nuevo álbum de su proyecto musical Tame Impala. Cinco años después del aplaudido Currents el tiempo ha transformado algunas cosas alrededor del mundo. No somos lo que solíamos ser porque estamos cambiando como dice la letra de “Yes I’m Changing”. Luego de los incendios en California en 2018 que acabaron con su estudio, Parker voló hacia Australia para continuar la producción del cuarto álbum. Cuando reparó en ello había transcurrido mucho tiempo desde que publicó el disco anterior. Esa sensación relativa a la nostalgia y lo que implica, el tornado de emociones inundando la mente, es la que impregna en The Slow Rush.
El mundo arde, literalmente. Australia lleva un par de meses sin contener en su totalidad los incendios que han acabado con flora y fauna. “Es muy loco lo de los incendios, parece que me están siguiendo, que están siguiendo a todos, me siento de la misma manera en que se sienten todos, es algo a lo que debemos prestar atención y no ignorar”, dice Kevin Parker a Indie Rocks! desde Perth, Australia. Sobre el incidente en California confiesa que sucedió muy rápido, despertó un día y estaba incendiándose alrededor, dejó el Airbnb y se trasladó a Los Angeles. “Al final nos dijeron que toda la casa se había quemado, fue impactante, no sabíamos qué decir, solo teníamos la boca abierta. Alcancé a sacar mi computadora y mi disco duro, así que no perdí ninguna grabación, solo el equipo. Iba a estar una semana, lo curioso es que solo estuve una noche, si hubiera estado el resto de la semana algunas de las canciones que están en el álbum no las hubiera escrito y al revés, hay canciones que no existen porque no estuve ahí”.
El tiempo es una unidad de medida relativa. Es común decir que no tenemos tiempo, pero el tiempo no se puede tener, es intangible, y su efecto es real. Su “poder” es tan certero como un hielo, duro y frío, sólido, cuando se derrite solo nos queda imaginar la forma que tuvo alguna vez. Tame Impala presenta su nuevo trabajo con un manto diferente, sigue siendo rock progresivo con elementos de psicodelia, pero trabaja mucho en la filosofía de su música hasta llevarla al punto en que letras y concepto empatan con el sonido. Un sonido que es disco, cuasi dance, que es muy bailable.
The Slow Rush es infinito, parece que nunca se detendrá y que el vinilo dará vueltas eternamente. Uno se adentra en él como si fuera un viaje tubular sin retorno. La composición de los temas es en su mayoría cual “Let It Happen”, una progresión y reinvención de los mismos, como si se tratara de dos canciones en una. Con ustedes el mejor álbum de la banda y uno de los mejores de la década por venir. Una ópera disco-rock de carácter épico.
“Con este disco quiero describir cómo se siente el paso del tiempo, se está acelerando y nuestras vidas pasan muy rápido, solo que no nos damos cuenta, se siente que avanzan lento, pero no es así", comenta Parker, el único miembro del proyecto. La aguja del reloj tuvo que dar miles de vueltas antes de que se conociera lo que preparaba desde mediados de 2018 el músico australiano. El proceso de composición y grabación duró un año aproximadamente, el tiempo más corto que le ha tomado la producción de un álbum, pero curiosamente ha sido la pausa más larga. "El tiempo fue justo. No quería forzarme, no creí que la música fuera a sentirse bien si me obligaba a tenerlo antes, quería que se sintiera natural. Mi alma y mi corazón no hubieran estado puestos ahí tanto como lo están ahora". Dice que el tiempo fue justo, pero el tiempo nunca es justo, tampoco injusto, simplemente es, y nuestra vida y los cambios que vivimos son daños colaterales. El tiempo es Dios. Rige todo. Y nadie puede contenerlo. Ni el Dios que hemos inventando.
Entre 2015 y 2019 Parker dio muchos conciertos, fue cabeza de varios festivales importantes y trabajó con otros músicos como Lady Gaga, Travis Scott, Mark Ronson y Kali Uchis. “Quería trabajar con gente diferente, quería un cambio, normalmente trabajo por mi cuenta. Quería hacer cosas por las que no me tuviera que preocupar, porque Tame Impala es una parte profunda de mi alma, pero trabajar con otras personas es divertido”, confiesa el compositor. La nueva entrega desarrolla algunas ideas sobre el tiempo y su relatividad.
La primera de ellas es que contrario a lo que dice en su tema "It Might Be Time", Parker piensa que a medida que el individuo crece o madura, se vuelve más interesante. “Todos tenemos miedo de envejecer, pero las personas se vuelven mejores con el tiempo, yo soy más genial de lo que solía ser y es igual con las personas, aunque pueden sentir que no es así y pueden volverse paranoicos creyendo eso”.
La segunda idea es que mirar hacia atrás implica contemplar lo que hicimos mal y, si estamos satisfechos con esas decisiones, podemos sostener esos momentos como parte del aprendizaje, como parte de lo que somos ahora, como en esas reuniones con los viejos amigos en los que el relato sobre los incidentes asciende y todos se ríen porque han librado el peligro. “Hay cosas que me hubiera gustado hacer diferente, como cualquier persona, todos nos arrepentimos de algo. Intento no lamentarlo todo, aunque el arrepentimiento se te queda clavado. A veces me gustaría regresar al pasado, pero lo mejor que se puede hacer en la vida es aceptar que las cosas pasan”. El tiempo sucede y somos daños colaterales.
La tercer idea se relaciona con el presente y la forma en que lo asimilamos. “Un día miraremos nuestra época y la veremos casi de manera romántica, de que estaban sucediendo muchas de las que no nos percatamos; todo es muy incierto ahora, pero un día seremos nostálgicos por este tiempo”. El reloj no se puede detener. No se puede pausar. No hay forma de congelarlo. Su paso firme es imparable. El consuelo que tenemos es que lo próximo que nos suceda sea algo bueno. De eso nos sostenemos. De una esperanza. Kevin Parker dice que The Slow Rush no es un álbum conceptual. "Es un álbum que tiene un tema, va a un lugar, me gusta la sensación que se produce cuando llegas al final de un álbum y sientes que llegas al final de un viaje, empieza en un punto y termina en otro, es como llegar al final de una película, o al final de un capítulo en tu vida”.
La cuarta idea es sobre el infinito, sobre una vida interminable, un ciclo que nunca se concreta, un círculo que no se cierra, una canción que jamás se termina, un libro que se sigue escribiendo por siempre. "Todo lo que quiero hacer es música que haga que las personas sientan lo que yo siento cuando escucho música de alguien más. Es triste porque cuando termino una canción la conozco muy bien, la conozco desde adentro, me cuesta trabajo que me regrese esa sensación de transportarme a otro lugar, es como una droga, siempre estoy buscando que me regrese esa sensación primaria. Es un sacrificio, sacrifico mi propio placer de la canción para poder mostrarla al mundo, siento que si nunca tuviera que entregarla, la disfrutaría para siempre. En cuanto la termino la odio, pero tengo que hacerlo para que la gente la tenga, es un sacrificio de alguna manera".
Si pensamos que el tiempo es Dios y que nuestras vidas son partículas absorbidas hacia él, no tiene mucho sentido pelear por ganarle. Lo transformará todo inevitablemente. El tiempo sucederá. Las cosas solo pasan, no es necesario ir de prisa, correr, desgastarse, igual habremos de llegar a nuestro destino si así lo queremos. Abracemos este segundo que tenemos y que es momentáneo e ilusoriamente nuestro. Justo este, este, este, este, este...