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Annie, Janet, Judy, Joan, Joni, Nina, Maggie, Kate, Tori: mujeres que sembraron su propio jardín. Una adolescente virgen y cristiana. El protagonismo de la distopía tecnológica y liberación sexual. La madre a la que juzgan bajo la normatividad patriarcal. Alguna Chelsea Girl huyendo de la policía: Candy Darling.
Todas hemos sido esa chica: la que aguarda en una estación de tren, con tacones en mano y anhelos por hacer de este mundo una alternativa más allá de la tensión entre la supervivencia y dignidad. “Ser alguien nueva cada tres años es una oportunidad de replantear la forma en la que quieres habitar la cotidianidad”, expresa Annie Clark (St. Vincent) en entrevista con Indie Rocks!
Si bien desde Marry Me (2007) la artista mutó en distintos personajes que encarnan lo que ella misma reconoce como “Big Daddy Energy” (BDE), es a través de temas como “The Laughing Man” y “Somebody Like Me” que se muestra como la persona que en realidad es: una adulta que no está dispuesta a pedir disculpas por ser fuerte, compasiva y talentosa. La consigna es muy clara en las plegarias de “The Melting of the Sun” y "Down". Annie Clark se ha convertido en su propia antítesis de “The Apocalypse Song”: volvió cenizas su temor a (re)conocerse como compositora, multiinstrumentalista y performer.
Una de mis grandes pasiones es jugar con las identidades. Es gracioso darme cuenta que todos mis personajes son muy parecidos a mí. Sea bajo la fase de rebelde o líder cultural, siempre he sentido una gran satisfacción al demostrar que se puede transitar entre las categorías. Por ejemplo, con la figura del daddy me interesa defender la libertad que tenemos para alterar los roles de género. Además, puedo decir que es el personaje que más me describe cuando soy mi mejor versión: cuando confío en mi trabajo y estoy a cargo de mis decisiones. Es una forma de sentirme poderosa”.
A lo largo de los 14 temas de Daddy’s Home (2021), Annie dejó explícitas dedicatorias. En algunas agradeció a quienes la inspiraron a desobedecer los criterios de un mundo artístico que está alejado de la(s) realidad(es) de la gente. Otras fueron una reinterpretación del trabajo de Arlo Parks, David Byrne, Steely Dan y Kate NV.
Tal y como lo sugiere el título del álbum —mismo que la artista califica de pervertido y glamuroso—, las referencias —un par de ellas textuales— a Pink Floyd, The Velvet Underground, Prince, Andy Warhol, Claude Chabrol, Jean Luc-Godard y Jacques Remy son la tinta con la que St. Vincent boceta el rostro de su padre.
Es cierto: Daddy’s Home no es el primer acercamiento al árbol genealógico de los Clark. Sin embargo, canciones como “Candy Darling” y “Pay Your Way In Pain” son la expresión pública (y mediática) de una de las promesas más íntimas de “Strange Mercy”:
Nuestro padre está exiliado y solo Dios sabe cuántos años / Acompañaré a los chicos perdidos. Nos escabulliremos en donde los escalofríos no nos alcancen / Si alguna vez me encuentro con ese agente de policía que te maltrató.
A la par de las reuniones con el productor Jack Antonoff (MASSEDUCTION, 2017), Annie armonizó el reencuentro con su padre con pinceladas del funk y soul. “Llegó a casa mientras arreglaba las páginas de la Biblia a la que le cayó pegamento. Usaba un calzado italiano”, recuerda en los primeros versos de “Daddy’s Home”.
En los últimos diez años, la multifacética St. Vincent ha roto con algunas cláusulas que estableció la propia Annie Clark en “Actor Out of Work”. La prensa se ha interesado en sus logros al lado de Nina Kravitz, Laurel Halo, Sherlyn Crow y Paul McCartney. Pero sería un error omitir que en algunos momentos también la ha sofocado. “¿Alguien sabe por qué los pájaros continúan cantando cuando están enjaulados?”, se pregunta antes de dar cierre a su octavo material discográfico.
En 2017 Annie Clark no solo escribió “Los Ageless” por una poética visual que la ayudara a denunciar la monetización de la vida privada: girls in cages playing their guitars. Entre 2014 y 2016 diarios como The Daily Mail persiguieron a la artista y a sus hermanas para hacer del arresto de su padre un tema de interés. La familia Clark se negó a dar declaraciones al respecto. “Lo hice por protección”, afirma St. Vincent, quien además de salvaguardar la integridad de sus seres queridos, siempre ha estado convencida de que “la narrativa de su dinámica familiar se hace bajo sus condiciones”:
we're all born innocent, but some good saints get scrеwed /well, hell, whеre can you run when the outlaw's inside you?
Con Daddy’s Home, la cantautora hizo del humor una forma de desnudar situaciones más sensibles respecto a su familia. Personificar la figura del daddy en sus propios términos —al parecer, una versión muy neoyorkina de Camille Javat (Le Mépris, 1963) y Chloe (L'Amour l'après-midi, 1972) — fue una vía para acercarse a su padre como una mujer adulta.
Desde pequeña he sido muy cercana a mi familia, pero mis vínculos se han hecho más fuertes. Mi padre es una persona muy divertida e inteligente. Me siento muy afortunada de poder conocerlo desde otra perspectiva: como una persona de la que ya no necesito cosas [como el apoyo económico o la protección] ”.
En septiembre se cumplirá una década del lanzamiento de Strange Mercy (2011). En ese inter, Annie ha edificado los mundos en los que es inquilina o turista temporal. De eso va su apuesta mitológica: follow the power-lines back from the road. Sea bajo la voz de la amante del Príncipe Johny o la black saint sinner lady, ha descrito (criticado y derrumbado) escenarios donde coexisten la promesa de una distopía tecnológica, el temor a la mercantilización del deseo, la hipocresía de las sociedades modernas y, por supuesto, las posibilidades de fuga.
A sus 38 años, tiene clara una de las premisas de la madurez: if life is a joke, then I’m dying laughing. “Con Daddy’s Home intento dar continuidad a las historias en las que podemos sentirnos amados y lejos de una presión moralina y poco empática”, sostiene al momento en el que entreteje los motivos que la impulsaron a escribir “Somebody Like Me” y “The Laughing Man”:
Toda la vida he tenido una gran curiosidad por estudiar la naturaleza humana, pero esta vez me interesa hacerlo desde otro lado. Me niego a pensar que las personas tenemos que elegir entre la dignidad y supervivencia. Es cierto, hay necesidades básicas — como el conseguir alimentos y refugio— , pero también es importante buscar un contrapeso a las perspectivas en las que predomina la tristeza, rabia y desesperanza. Tenemos que entender que todas las personas queremos formar parte de una comunidad”.
A partir del trabajo en Electric Studios, la narrativa de New York: A Documentary Film (1999) y el regreso a clásicos como Hejira (1976), la artista encontró una oportunidad para (re)plantear el paradigma a fracturar. Daddy’s Home no solo hace referencia a las décadas de los 60 y 70 por el valor musical y/o estético. Según apunta Clark, “está ligada a la premisa de que la música debe conservar un punto de vista”. Para ella, establecer un diálogo entre décadas con una significativa agitación social “ayuda a identificar qué es lo que nos falta para alcanzar el futuro que queremos”. Dicha reflexión es planteada a partir de una noción personal de la justicia y empatía:
Necesitamos recuperar los afectos a nivel colectivo y personal. Ser más compasivos y entender que no por el hecho de que alguien tenga una opinión distinta a la nuestra, por default, se habla de una enemistad. Esto solo da pauta a que la rabia se quede encapsulada. Y veo que es algo muy común en redes sociales. Le estamos dando a la tecnología una facultad que nos arrebata nuestra humanidad”.
A lo largo de su carrera, St Vincent ha abordado y denunciado situaciones universales. No obstante, está convencida de que su experiencia no es —ni forma parte de—un criterio estándar. "No creo que mi opinión importe en ciertos temas. Hay que acercarnos a la gente que en realidad está cambiando el mundo", reitera. Antes de atender otra llamada desde su estudio en Nueva York, Annie reflexiona sobre las consideraciones que estuvieron presentes desde Strange Mercy, pero que abandonaron su tonalidad discreta para convertirse en el statement de canciones como “Down And Out Of Downtown” y “My Baby Wants A Baby”: entendamos el valor (político y afectivo) de la compasión.
Aprendí muchísimas cosas. Una de ellas fue abandonar la idea de que todo tenga que ser una batalla. Dejé de romantizar la desesperanza, rabia y tristeza. Puedo decir que en los últimos años me he divertido mientras hago música. Llega un punto en el que entiendes que la compasión y empatía empiezan con y en nosotras mismas. Aprendes a silenciar las voces que te dicen las peores cosas que puedes escuchar”.
Así es: St. Vincent está de vuelta con un personaje que —quizá— conocíamos, pero no habíamos nombrado. Se llama Annie, Janet, Judy, Joan, Joni, Nina, Maggie, Kate, Tori: Candy Darling. Todas hemos sido —o seremos— esa chica.
Welcome, child
You're free of the cage