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Sin pensarlo demasiado, estoy seguro que un gimnasio es el lugar más raro en el que Omar Apollo ha dado una entrevista. Se le nota en la mirada: entra, y antes de vernos, imagina cómo se vería si jugase en esos aparatos para fortalecer las piernas. Una distracción que habla mucho de él. Y es que, a pesar de todo el ruido que está haciendo como parte de una movida de artistas hispano-americanos, sigue siendo ese muchacho que crea música porque no entiende la vida de otra manera.
Apenas dos días han pasado en su primera visita a la Ciudad de México y ya vivió un aguacero torrencial y el concierto de Bad Bunny. Con todo y su sudadera amarilla y esos pantalones verdes old fashioned, es evidente que hay cierta nostalgia en él, tanto que su acercamiento inicial con la composición llego a través de la añoranza.
"Mi primera canción la escribí a los 11 años. Era para mi mamá… En esa época ella no estaba mucho tiempo en casa y la extrañaba mucho. No la recuerdo del todo; pero tenía apenas tres acordes".
Aún con eso en el corazón, parece que la lejanía de su hogar es algo que ha asimilado con bastante naturalidad. Fuera del escenario ofrece una madurez que pocos tienen a esa edad. "Viajar entre ciudad y ciudad es lo más complicado de las giras. En esos momentos trato de usar mi tiempo para ver películas, leer y escuchar toda la música que pueda. Es una manera de alimentar mis ideas".
A la hora del show, también es una anomalía de los tiempos actuales. Inspirado por Prince y Bowie, Omar Apollo retoma la escuela de los frontman de antaño: baila, canta, toca la guitarra, hace crowdsurfing y se relaciona con el público como lo hacía Freddie Mercury. "Veo videos de todos mis héroes musicales antes de salir a tocar. Me pone en mood".
Incluso con fracasos en el historial –como los primeros conciertos en Barcelona y Miami- verlo en vivo es un espectáculo absoluto.
Cualquiera puede revisar las redes sociales de Omar Apollo y darse cuenta que está orgulloso de su origen mexicano. Es de familia jaliciense, y por eso considera que "La Perla Tapatía" e Indiana son los lugares donde todo comenzó.
Para ejemplo de ello, son constantes los guiños a la cultura pop de nuestro país. "Recuerdo todas las tardes en las que mi abuela y mi mamá se sentaban a ver La Rosa de Guadalupe. Hasta yo me hice fan".
Y si de sonidos mexicanos se trata, entre Brian Eno y Lana del Rey, siempre existe un espacio en su playlist para la dolida "Qué envidia" de T3R Elemento y los grandes clásicos de Pedro Infante.
La carrera de Omar Apollo sigue en la etapa de consolidación; sin embargo, de tocar un cover de "Nothing Else Matters" de Metallica en la secundaria a dar giras mundiales, el trecho es considerable.
Dos Eps después y el reconocimiento de contemporáneos como Cuco y Kevin Abstract, decide que ya no tiene prisa y quiere cocinar a fuego lento su álbum debut. "Estoy listo para dar el siguiente paso; pero lo sacaré cuando crea que está realmente listo".