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El DJ y productor chileno Matías Aguayo es también un gran explorador e investigador de ritmos de diversas partes del mundo, ya sea antiguos o modernos. Una vez encontrados, logra hacerlos convivir en la pista de baile. Suena fácil pero es mucho más complejo. Hace falta la experiencia y talento de DJ, además de ese toque único que hace que funcione o no.
Aguayo realiza todo lo anterior de manera precisa y natural, su resultado es una música que muy pocos logran llevar a un punto de calidad verdadera, pues también su alma de explorador musical lo lleva a la búsqueda de “ritmos que todavía no existen”, según sus declaraciones.
Otra prueba de este trabajo sonoro es su más reciente placa, titulada Support Alien Invasion, integrada por nueve pistas en las que distintos ritmos sacuden el esqueleto del house, para que justo, lo habiten esos otros ritmos de los que hablamos. “En mi DJ set he tratado siempre de meter ritmos muy actuales y de diferentes lugares del mundo. Entonces para mí es una gracia mezclar diferentes ritmos y tocarlos al mismo tiempo y sorprenderme yo mismo y al público. Para éste disco todo partió ya con esa inspiración. Darme cuenta que necesito temas con bases rítmicas que no existen. Entonces comencé a grabar esos ritmos y a programarlos y los fui tocando de fiesta en fiesta y ahí vi la pista: cómo se mueve la gente, cómo reacciona a ciertos ritmos, eso me inspiró mucho para ir desarrollando eso”.
Support Alien Invasion (Cómeme / Crammed Disc, 2019) comienza con ritmos tribales que rápidamente se mezclan con texturas que invitan a pensar en la noche en sus más amplios sentidos. Así, cohabitan lo ancestral con lo moderno. Matías Aguayo no cree en la fusión para su obra, en todo caso en una vivencia igualitaria, un cohabitar, sumado a la base de su trabajo. “Siempre hacer las cosas con calidad. Para mí es hacer la banda sonora de la actualidad”.
Estos logros y búsquedas modernas se traducen en una arquitectura sonora que traza una nave (que sería su más reciente placa) integrada por distintas habitaciones, todas distintas entre sí pero que comparten la misma iluminación, una misma base, algo que toma la sustancia del free jazz en su concepción, que de algún modo nos hace pensar en Sun Ra. “Yo siento que la música tiene mucho espacio. Para mí es importante dejar espacio para la imaginación de quien escucha mi música para que pueda desarrollar algo más. Sí son como habitaciones, como dices tú, son como espacios en los que uno se puede mover y claro, con los títulos, por ejemplo, trato de dar como ciertas pistas hacia donde podría llevar esa imaginación. El proceso de trabajo fue muy concentrado, muy contundente. También en la decisión de no cantar, porque sentí que la comunicación que yo quería crear tendría que estar fuera del lenguaje hablado y que los elementos musicales ocupen ese espacio de la voz como vehículo de comunicación”.
Para finalizar hablamos de una pista en particular, la misma que da título al disco. Un tema que si bien habita en el mundo de esta placa, también tiene tanta fuerza que podría ser algo aparte. Roza lo sinfónico por momentos. “Ese tema fue una de las primeras pistas y me costó mucho encontrar ese sonido, por toda esa cosa muy espacial, muy sinfónica. En un momento la había pensado más como intro pero después me pareció que debía ir en otro sitio. Partí con elementos muy de percusión y traté de alguna manera de emular esa especie de orquesta, crear esa sensación. Yo ya casi estaba por descartar ese tema porque no había logrado llegar a ese sonido que estaba buscando pero por ejemplo, usando unos samplers de campanas y combinando efectos fui llegando a lo que yo quería llegar”.