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Los Espíritus ha visitado México tres años consecutivos para ofrecer recitales en los que meten en un trance de felicidad y tranquilidad a su público. Como chamanes del siglo XXI. Aquí sonaron por primera vez en la radio, incluso antes que en su natal Argentina, allá por el 2012. Así que para ellos es especial estar de vuelta este 10 de noviembre en SALA. Además, de aquí partirán a su mágico viaje a La Habana para grabar parte del disco que preparan. “Somos muy fans de Compay e Ibrahim Ferrer. Tiene mucha mística para nosotros ir a Cuba, terminaremos de grabar nuestro disco allá. Alquilamos el estudio donde se grabó Buena Vista Social Club”, dice Santiago Moraes, que capitanea la banda junto a Maxi Prietto.
Empezaron a grabar en febrero con el guitarrista nigeriano Bombino, que estaba de gira alrededor de Argentina. “Le hicimos un asado y estuvimos conociéndonos. Los temas que grabamos con él son los primeros de nuestro próximo disco”. Así son, entregados a crear su música sin muchos detalles preestablecidos, dejándose llevar por las energías que los rodean. No dejan de girar y aprovechan su camino para meter a la cinta sus creaciones. “Lo que hicimos para poder grabar sin parar de viajar, fue grabar durante los viajes. Hicimos dos canciones en España, también en Berlín y de vuelta en Buenos Aires”.
Acerca de cómo logran comunicarse los seis integrantes de la banda, donde todos tienen la misma importancia (y donde quizá en un futuro no lejano se integre alguna mujer a la parte chamánica, aunque sea en el estudio) Moraes cuenta. “Nos encantaría tener voces femeninas en nuestra música, sería buenísimo. En cuanto a nuestra comunicación, en los ensayos alguien llega con una canción y el resto se suma, sin indicaciones previas, y cada cual va aportando lo que siente. Después se toca mucho, las canciones ahí van mutando hasta que las grabamos. Grabar una canción siempre es fijarla y poder mirarla de afuera y decir, ah bueno, acá hay que sacarle esto y acá hay que ponerle aquello”.
Uno de los aciertos de la banda es que en varias canciones cuentan una historia y las letras se adaptan muy bien a la construcción musical. Hablan de la vida actual, los conflictos sociales por los que pasa un personaje. Hay un interés por retratar la violencia de la que parece ya nadie escapa. Además, las situaciones a veces parecen surgir de zonas periféricas como Florencio Varela, Villa Carbonilla en La Paternal o Quilmes. Eso les da un sentido universal. En México serían Neza, Iztapalapa… “Muchas personas de países lejanos se sienten identificadas con situaciones que describimos. Es una grata sorpresa saber que podemos conectarnos con un montón de gente que por más que estemos lejos físicamente, estamos todos dentro de la misma opresión. Hay un sistema que nos oprime a todos por igual, independientemente de qué país vivamos”.
Todo esto da como resultado un trance en cada recital, ahí se valen mucho más de las percusiones para alargar los recorridos que sí, resultan espirituales. “Nos juntamos con la premisa de hacer una música que esté apoyada en las percusiones, que tenga el ritmo y el sonido de la madera y del cuero. Tratamos de que en un caso ideal la conexión también se dé entre la gente, independientemente de nosotros”. Como se ve en el tema inédito “Caen las lluvias”, que se encuentra en YouTube. El videoclip consta de tomar el rostro y los bailes del público en uno de sus recitales. “Eso es lo que nos gusta lograr: la gente dejándose llevar y entrando en un trance pacífico”, dijo Moraes, que cebó el mate y lo extendió para que siguiera la ronda.