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León Chávez Teixeiro, disidente hombre que ha recorrido la subversiva senda de la marginalización, es un compositor de movimientos obreros, un organizador de cuentos que transmutan en diáfanas canciones y un pintor donde militan melancólicos trazos de adoloridos recuerdos. Su primer aliento lo dio un 11 de abril de 1936, en una ciudad que sigue siendo, a pesar de sí misma, la de México. La consecución de ese abrileño respirar continúa hoy, 85 años después, con el mismo sublevado vigor.
En los proletarios mítines en los que vincula su cantada obra, se alzan sus enérgicas palabras que reclaman con centenaria voz por justicia social. En sus disonantes cantos, amerita y otorga a la mujer el lugar que le corresponde, pues ha atestiguado que, “siempre tendía a ponerse adelante, siempre era activa y muchísimas veces mostraba menos miedo que los hombres al enfrentarse a la policía”. En las facciosas piezas de León Chávez las luchas en resistencia “son como varios gritos”. A cerca de la resonancia que emiten, resuelve, “el primer sonido, yo creo, es un sonido amable, de acercamiento a los compas, pero al mismo tiempo puede ser un grito de repudio”. Sobre el dolor de las injusticias, refiere, “sabe horrible, sabe muy amargo, muy salitre”. Y respecto al olor de la opresión, indica, “es como el de sangre coagulada, como el de sangre podrida”.
El revolucionario peregrinar como cantante inició “como a los dieciséis años, me dieron ganas de hacer canciones, pero empecé a hacer canciones tremendamente cursis, tratando de acercarme al bolero ridículo. Después con el temple de politización por ahí del… …no sé, 65, oigo a ciertos cantores y me dan ganas de hacer algunas canciones”. De este modo es que su obra se inviste de convincentes palabras, incluso una de ellas las confirma, es una frase de Bertolt Brecht, relucía tallada en una de sus guitarras, “en los tiempos oscuros se cantará también, también se cantará sobre los tiempos oscuros”.
Su acercamiento con la pintura llega por los libros alrededor de los diecisiete años cuando, “me metí a una escuela de dibujo y ahí, digamos, como que me auto proclamé pintor. Entonces empiezo a leer libros de pintura y me acuerdo que uno de los que leí me lo prestó un amigo, era del impresionismo”. Otro suceso que impacta en su vida es Lust for Life, “La película de Van Gogh de Kirk Douglas. Cuando la vi fue un impacto enorme, me impresionó el personaje, su determinación, su dignidad personal y su pintura, entonces ahí fue donde uní la dignidad humana con la pintura. También menciona con entusiasmo a Brueghel, Orozco y a los abstraccionistas norteamericanos como favoritos entre sus gustos.
Las discrepantes lecturas que confirman su transformador pensar se dieron alrededor de los 20 años, “es una de José Ingenieros, El Hombre Mediocre, son libros que me dieron mucha fortaleza personal y me ampliaron esa ideología medio filosófica que tiene uno”. Después continúa, “El Hombre Rebelde, de Albert Camus, también leí a Dostoievski, muchísimo a Dostoievski y a Hermann Hesse”.
Además de cantar, tocar la guitarra y pintar, participó en el movimiento estudiantil de 1968, su contribución, como fotógrafo, “fue en la escuela de Cine, el CUEC, estando ahí en la escuela, en primer año”, es que colabora como fotógrafo acreditado en el documental, El Grito, de Leobardo López. “Donde quiera que anduviera yo traía mi cámara, sacaba fotos. Así recuerdo una, fue cuando golpearon a Heberto Castillo”, suceso ocurrido el 28 de agosto de 1968. “Otro que recuerdo, así fuerte, es cuando entra el ejército a sacarnos a todos del Zócalo, recuerdo muy bien eso, los soldados, los tanques, la gente corriendo”. Durante esta época era práctica común ser objeto del espionaje y víctima de vigilancia por parte del gobierno y León no fue la excepción, a lo cual, recuerda que, tras un mitin, “un tipo llegó y me dijo, '¿sabes?, ya está preguntando por ti la tira, anda preguntando por ti. ¡Aguas!'”. Años después, mientras realizaba una investigación la homónima hija de la desaparecida Alicia de los Ríos, esta última integrante de La Liga Comunista 23 de septiembre, le relata, “recuerdo que me dijo, '¿sabes? Estuve viendo, estás ahí anotado y señalan cosas, que estuviste en tal lugar'”. León sobreviviría a esta y a otras diversas acometidas.
Entre el disidente currículo de Chávez Teixeiro, también figura la creación de comunas, la de Sor Juana, surgida en los finales años de la década de los 60, “Llegamos a la conclusión de que íbamos hacer un cambio revolucionario, pero nosotros vamos a estar ligados al arte, no vamos a estar nada más fijos en lo cuantitativo, sino que debemos estar en lo cualitativo, trascender la economía”.
En 1969, León Chávez, integrante del grupo La Piel, en el que también militaba su gran camarada Álvaro Guzmán, graba un sencillo con las canciones "El Gato" y "El Abedul", ambas piezas suenan en las estaciones del recién estrenado metro, también son bien recibidas en la radio, incluso, “nos dijeron que en alguna estación, no recuerdo cual, había salido como primer lugar toda una semana”. Por tal motivo son invitados al programa de las infamias, Siempre en Domingo, la respuesta de León fue un terminante no, “no me interesaba absolutamente para nada entrar en el mundo de la fama, del comercio de la música y todo ese rollo. Ese mundo del espectáculo nunca me llamó la atención. Y a Televisa, siendo que fue el enemigo número uno, el más fuerte de la propaganda contra el movimiento del 68, menos. Y luego ir con el imbécil este que dirigía Siempre en Domingo, para nada, no. Haber aceptado hubiera sido como traicionar el movimiento del 68 y traicionarme a mí mismo”, menciona con envidiable orgullo. Chávez Teixeiro se ha mantenido deliberadamente fuera del comercial circuito de medios y sus “rolas” fueron y son interpretadas en asambleas de barrios, mítines proletariados y huelgas de sindicatos independientes.
De entre los múltiples movimientos en los que ha participado, destaca dos, “Primero estuve en el Pedregal de Santo Domingo”, acontecimiento que daría lugar a la apropiación de terrenos urbanos, “otro que recuerdo mucho es la Martin Carrera”, lucha representativa y popular de resistencia inquilinaria, “conocí a gente súper linda, súper interesante”.
En el año 2004, en el Museo de la ciudad de México, su obra es exhibida en la exposición, La Chica de la Martin Carrera, “Nunca pensé exhibir en esos lugares, pero se dio la oportunidad gracias a mi amigo, no hace mucho fallecido”, el 19 de noviembre del 2020, “desgraciadamente, Rubén Lau”, lo dice con tristeza, como recordándolo con cariño, “hizo que reviviera muchas pinturas que estaban totalmente guardadas. Pude exponerlas y fue un trabajo en el que me ayudaron muchos compas que en ese tiempo se llamaban “Las cloacas comunicantes y otras personas”, fue muy, muy lindo, fue muy valioso, para mí fue muy importante.
Durante el mes de enero del año 2020, León Chávez unió, como hace treinta años, sus agitadas canciones con el doliente piano de Guillermo Briseño quien revive perdidas esperanzas, la compuesta consecuencia, magníficas versiones que han acompañado diversos lamentos, el título, Ya no quedan muchos leones, es una producción independiente de meticuloso oficio. Sobre este disco, el artista visual Arturo López Pío, creó aguafuertes historias con su espléndido cine a mano que pueden admirarse en algunos videos.
En las aleccionadoras letras que pueblan las reflexivas letras de Chávez Teixeiro, figuran sangrantes relatos y sufridas penas, una de las más destacadas es, "La Mujer", (Se va la vida, compañera), “y evidentemente la primera mujer que viene a mi cabeza pues es mi mamá. Esa rola está inspirada de inicio en mi mamá. Y luego en las diferentes mujeres con las que he vivido y las que he conocido en los barrios”. Otra pieza de autocrítica, Me sentí muy hombre, surge “en el barrio donde conocí el machismo y el insulto a las mujeres, algo muy feo. El insulto a mis hermanas, por ejemplo… Los insultos misóginos, sexistas, muy mala onda.
Sus gráficas canciones, como él mismo, no solo se mantienen firmes y vigentes, obtienen un perdurable aire que intenta soplar sobre los falsos palacetes de los terratenientes de las mentes y, de paso, empoderar a los débiles de poética forma. En las valientes líneas de sus letras surgen rojas banderas, la inaplazable camaradería y decididas mujeres que pisotean la sumisión robustecidas por fuertes convicciones.
León Chávez Teixeiro vive actualmente en Inglaterra, en donde bajo los atardeceres de Bath, fríos, campestres y nostálgicos, trabaja en su añorante estudio que abstraído, atestigua cómo este combatiente hombre, fija fuertes y negros trazos sobre blancas hojas que van exponiendo subversivos bosquejos. De vez en vez, el discrepante artista suelta la madura plumilla y toma una solitaria taza de café que, comparte en soledad, con “Rosa Luxemburgo, Karl Marx y Emiliano Zapata”.