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Fotografía: Tom Weatherill
Dicen que no existe tal cosa como un canadiense grosero y el artista de la música electrónica de Hamilton, Ontario, Jeremy Greenspan, ejemplifica el estereotipo a la perfección. Mientras suena incesantemente su televisión en el fondo, me platica muy amablemente sobre el auge comercial que el género de la electrónica vive hoy en día.
“Creo que lo que muchos de los jóvenes quieren es no revivir los episodios culturales que sus padres ya vivieron. Para mí, el dance fue para mi generación lo que el punk había sido para otras. Fue el tipo de música que nos distanció de la generación previa, así que nunca entendí a otros jóvenes que les gustaba el punk, porque, como puede ser que estés clavado en la música que se supone trata de revelarse contra los lastres del pasado, ¿sabes cómo?”, comentó Greenspan.
El dúo electrónico Junior Boys, conformado por Greenspan y Matt Didemus (quien ingresó al grupo hace más de diez años, tras la salida del otro fundador, Johnny Dark) se encuentra en la antesala del lanzamiento de su nuevo álbum, Big Black Coat, tras cinco años de espera después de It’s All True. El álbum es un sensual recorrido sonoro por los rincones de la noche y comprueba que el éxito de la música electrónica no es solo comercial, sino artístico también. Aunque Greenspan empieza a ver una actitud complaciente dentro del género.
“Lo increíble de la música electrónica es que en su mejor versión es usualmente futurista o piensa en el futuro o parece que viene de una inspiración en el futuro que no está pensando en la música del pasado, mientras que bandas de rock, hasta bandas indies, siempre suenan a… pues bandas de rock (risas). Sin embargo, creo que lo más emocionante hoy en día en cuanto a electrónica, está en el hip-hop y el R&B, no tanto en la música dance, principalmente porque el dance se está volviendo predecible y más conservativo”, dijo el músico.
Parece que tú estás cómodo no siendo tan masivamente popular, ¿estoy en lo correcto?
“(Risas) Yo diría que sí, creo que para ser masivamente popular o se te aparece un golpe de suerte, de estar en el momento correcto, en el lugar correcto, o trabajas en cultivar una imagen. Así que creo nosotros no hemos pasado mucho tiempo pensando cómo promocionarnos”, respondió Greenspan.
Aunque a tus fans si les gustaría que Junior Boys fuera más popular…
“Pues no se, cuando yo era joven me gustaba todo lo que no era popular, me gustaba que eran como que tus secretos musicales”, continuó.
Big Black Coat es otro excelente componente al trabajo de Junior Boys, inspirado en los suaves sintetizadores del soul y el R&B de los setentas y ochentas. Pero no se prevé que sea el disco que los lance hacia los puestos headliners del Coachella en el futuro. La electrónica de Greenspan es demasiado sutil para las masas, aunque no le da pena dejar caer el bass si se le antoja (“no me importa dejarlo caer de vez en cuando, pero no me gusta la música que suena al soundtrack de algún desfile”, dijo al respecto). El canadiense se siente afortunado de simplemente poder vivir de lo que ama, aunque eso suene asquerosamente trillado.
“Bueno, si alguien se quiere dedicar a hacer música, con más razón que vivan de hacer otra cosa, porque ¿quién quiere hacer música solo para hacer dinero, sabes cómo? Puedes hacer dinero haciendo otras cosas y también hacer música. Yo fui muy afortunado en estar en una situación donde no necesito otro trabajo aparte de tocar música, aunque no gano demasiado dinero, ahí la voy llevando, lo cual es genial, pero con que ganara un poco menos tendría que vivir de otra actividad. Preferiría hacer otra cosa, y de todos modos hacer música que es divertida y creativa, que estar ahí sentado tratando de componer algo para comerciales de TV o cosas así, entonces ya no sería divertido”, concluyó.