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Juana Molina dio inicio a su carrera artística a la edad de cinco años, cuando la guitarra se convirtió en su aliado más profundo; a partir de ahí, fue construyendo su mundo a través de letras y ritmos internos que, hasta el día de hoy, siguen alimentando su travesía. Durante su trayectoria se ha mostrado como actriz, compositora, letrista, productora e intérprete.
Su primer álbum, Rara, se lanzó en 1996 y, desde entonces, se mantiene en un mundo de experimentación sonora y un total enfoque en la composición introspectiva. Podemos detenernos e interiorizar cada uno de sus materiales discográficos como Segundo (2003), Un día (2008) y Wed 23 (2013). En noviembre de 2024 la artista compartió su reciente obra EXHALO, una recopilación de canciones que quedaron fuera del álbum Halo, lanzado en 2017, que mantiene una similitud conceptual.
EXHALO llega con una carga de voces, guitarras, samples, teclados y sintetizadores, pero también con una intensa carga de inspiración, comenzando por el poema de Macedonio Fernández, Poema al astro de la luz memorial.
Para describir el arte de Juana Molina necesitamos descubrir lo que pasa en su interior al momento de crear; no tiene una dirección ni definición precisa y las entrevistas han influido en su manera de concebir su propio trabajo.
A mí lo que no me gustó que me pasó fue que, a raíz de reportajes, entrevistas y preguntas que me hicieron a lo largo de mi carrera, me de cuenta en cosas que yo hacía sin pensar. Entonces, una vez que uno descubre una fórmula, pierde un poco la magia”.
Sin embargo, las preguntas constantes la llevaron a reflexionar sobre su método, lo que derivó en la creación de una "fórmula" que, a su parecer, le restó magia a su trabajo.
Entonces, tantas preguntas de: ‘¿Cómo hiciste esto y aquello?’. Yo tuve que ponerme a ver cómo hice esto y de golpe descubría un truco. Lo que yo hacía se transformaba en un truco, que no es lo mismo que descubrirlo. Sino que el hecho de darme cuenta de cómo estaba hecho algo, y después me veía a mí misma repitiendo eso”.
Para ella, el pensamiento excesivo durante la creación puede ser engañoso, pues limita la pureza del arte.
No me gustó nada que me pasara, porque me pareció que me quitaba espontaneidad y que me obligaba a tener que correrme, a tener que pensar. Yo siempre pienso que el pensar durante el hacer está mal. Porque te dirige, te engaña, te quita pureza”.
En cuanto a sus presentaciones en vivo, Juana destaca que cada show es una incógnita. A veces, todo parece estar a su favor, pero un factor inesperado puede afectar la experiencia. Otras veces, cuando las condiciones no son óptimas, termina siendo un show increíble.
Creo que depende muchísimo de mí, por supuesto, pero también depende del feedback con la gente. Y hay algo que pasa que es inexplicable. Hay algo que pasa que no logro entender qué es. No sé si uno puede dominar eso”.
Comenta que el público y la conexión con la audiencia juegan un papel fundamental, aunque hay algo inexplicable que influye en el resultado de cada concierto.
A veces veo las grandes estrellas megaconocidas... No sé, pongamos un nombre... Taylor Swift, ves un video de un extracto de un show y se la ve siempre espléndida. Lo que yo no sé es si ella, cuando vuelve al camarín, se arranca las vestiduras y dice: ‘No puedo creer lo mal que salió todo’”, comentó la cantante.
Juana destaca la importancia del formato de los conciertos y cómo la disposición del público puede cambiar la dinámica del espectáculo. Prefiere cuando el público está de pie, ya que esto genera una conexión más activa.
Creo que nos damos cuenta en un show un poco más íntimo donde, en definitiva, el músico está más expuesto. Como cuando fui a ver a Roy Gilberto, que estaba él solo con la guitarra. Y al tipo, cada cosa que alguien le gritaba, cada cosa que alguien le decía, le cambiaba el humor”.
Para ella, un público sentado es más pasivo, mientras que un público de pie comparte la experiencia de manera más inmersiva.
Así que no tengo una manera de estar antes de ir al escenario. Siempre trato de salir y hacerlo mejor, pero a veces no sale”, finaliza la cantautora.
La visita de Juana Molina a la Ciudad de México, nos reconfortó y trajo energía; gracias a sus introspectivas letras llenas de similitud espiritual, vivencial y poética, nos da una guía para la supervivencia.
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