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Entrevista con Jonathan Bree

Entrevista con Jonathan Bree

11/Abr/2019

Un bastión neozelandés incansable.

Hace algunos años, a principios de los 80 en Nueva Zelanda, un grupo de jóvenes en el auge del post punk, querían dejar un vestigio de lo que estaban creando musicalmente. Originalmente se iban a enfocar tan solo en los artistas de Christchurch, en la región de Canterbury. Pronto se dieron cuenta de que el talento estaba por doquier. Así pues, a partir de 1981 y gracias a Flying Nun Records, en el continente de Oceanía se gestaría algo que a la postre sería conocido como el sonido de Dunedin.

Jonathan Bree es neozelandés por lo que lo primero que se me vino a la mente, fue preguntarle cómo es que Nueva Zelanda había desarrollado tan particular nómina de músicos. "El aislamiento geográfico tal vez jugó un papel importante. En vez de seguir un patrón específico para acomodarse a las tendencias globales, los artistas realmente seguían su pasión". Parece ser una afirmación cierta, porque si revisamos el catálogo de las islas, podemos encontrar cosas tan dispares como las guitarras prístinas de The Clean o la experimentación distorsionada de The Skeptics.

Cuando le pregunto la diferencia entre las más sofisticadas melodías que hacía con The Brunettes, y el pop sombrío y acaso más minimalista que ha desarrollado sobre todo en Sleepwalking, su más reciente producción en solitario, dice que no ha sido algo premeditado, que simplemente es una progresión natural. Para todos aquellos que se han sumergido en el concepto del álbum, es de notar la ausencia de rostros. Para muchos, Jonathan Bree es la figura que parece un maniquí y tiene una voz profunda. Acerca de esto, Jonathan señala. "La ausencia de rostros, quizá, hace que el espectador pueda proyectar lo que quiere ver o sentir. También creo que, posiblemente, concentre más la atención en las composiciones". A algunos puede parecerles ominoso, los rostros brindan familiaridad, calma, acostumbramiento, pero también, si el elemento falta, los sentidos apuntan a otros aspectos, detallando y exaltando cosas que, quizá, con una faz pasarían desapercibidas.

Durante años, Jonathan Bree estuvo detrás de una consola. Muchas veces es complicado decidir entre actividades que nos apasionan, él comenta lo siguiente. "Las dos facetas van de la mano si lo vemos en un plano general. Ser productor puede resultar más arduo algunas veces… tratar de que algunas frecuencias brillen en una determinada mezcla, esa clase de cosas consumen mucho tiempo algunas veces, contrario a concebir una idea para una canción. Pero al final, las dos brindan satisfacciones".

Antes de su presentación en el Foro Indie Rocks!, Jonathan Bree dijo que sabía que la Ciudad de México tenía muchos habitantes, que la comida era magnífica, y que teníamos una saludable fijación por el horror y las máscaras también. La conexión tenía que ser como fue: esplendorosa.

A pesar de que Sleepwalking, es un álbum reciente, Jonathan dice que cualquier momento libre pasa a convertirse en un momento para escribir y para grabar. Actualmente está puliendo el álbum número cuatro en su carrera en solitario y dice que para este 2019 tendremos uno o dos nuevos sencillos.

Para terminar la entrevista, pedimos a Jonathan Bree que nos recomendara algún artista “perdido” y lo que actualmente está escuchando. "Eddy Arnold, en particular su trabajo de los 50 y 60. Cantaba canciones desde un punto de vista menos macho, una víctima de dolor de amores y un corazón roto. Eddy era tan hombre como para abrazar el cantar sobre estar destruido y dolido, lo cual no era un estereotipo recurrente en los crooners de la época. El disco de Susanne Sundfør, Music for People in Trouble, llegó a mis oídos el año pasado y es muy especial. La canción “Undercover” me conquistó desde la primera vez que la escuché en el carro".

Jonathan Bree es un bastión neozelandés incansable, detrás de una consola o sobre el escenario, es un personaje que necesita estar creando y para nuestro deleite, parece no detener esa vorágine de canciones que llegan hasta lo más profundo. Eso es de agradecerse.