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Gerard Alegre Dória es otra persona. Caminar por las calles de Madrid nunca se sintió tan bien, y la gracia de una sonrisa sin sentido, se convierte en el motivo más puntual que haya tenido hasta la fecha. El Último Vecino ya no es solo un proyecto de new wave o synth pop con tintes de post punk, ahora es la manifestación más pura que existe, un brinco de entusiasmo y el camino más fácil que ha recorrido hasta ahora.
Empezado el 2022 las cosas marcharon bien, pero para ver el sol salir una tormenta tuvo que venir. En entrevista para Indie Rocks!, el cantante europeo nos platica acerca de sus procesos y del fruto que dio haber recorrido una época ardua, aquella que si bien fue incierta, hoy nos deja saciados y con ganas de más.
“El año para mí ha empezado muy bien porque sabía que iba a sacar un disco”, comenta Dória. Durante el periodo pandémico hubo altas y bajas: “Primero le había dado mucha importancia a nivel de trabajo e ingresos pero luego me doy cuenta que realmente lo jodido era como te afectaba a nivel mental. El otro día estaba con los chicos de la banda y me di cuenta que ya han pasado cuatro años (desde su última producción, Parte Primera - 2018)” .
De estos dos años que ha durado el Covid he estado por lo menos uno y medio jodido, en plan deprimido, y los últimos seis meses, no sé muy bien por qué, pero he empezado a estar más feliz y he hecho este disco”.
Juro y Prometo es el tercer álbum de larga duración del artista español, un disco del que se siente “especialmente orgulloso” en muchos aspectos, entre ellos la rapidez de su creación. En el pasado, Gerard tomaba un largo tiempo en concretar una sola pieza y el resultado final no siempre era el esperado, pues este terminaba por ser un vestigio de lo que alguna vez sintió. En el presente, las canciones “han salido solas” y son todo un conjunto del resurgimiento, euforia, y principalmente, del hoy.
Con nueve canciones abordo, este compilado es una predisposición al placer y una verdad que va por delante de todo. “Una expulsión de lo nocivo, una transformación interior, y la completa liberación”.
... de hecho este disco se debió de haber llamado ‘La Confesión’. Juro y Prometo es como la típica imagen de esa película donde dicen ‘¿jura decir toda la verdad y nada más que la verdad?’”.
La fuerte influencia del sonido ochentero, el synth pop, new wave, la guía musical del productor InnerCut (Adrià Domènech), y la herencia de bandas como The Cure, Joy Division o New Order, han forjado el rumbo de este disco, al igual que El Último de la Fila: “este grupo lo llevo dentro por mis padres, por los viajes en coche al pueblo en verano, y aparte de gustarte mucho inmediatamente relacionas eso con las vacaciones, con estar bien, la felicidad, y eso es un pozo que se va creando y está ahí para siempre”, recuerda Gerard.
Otra singularidad es su punto de partida, de una trayectoria lineal pasó a ser una regresión en su discografía con influencias de su sonido primigenio. En algún punto El Último Vecino no tenía rumbo ni destino fijo, inclusive llegó a pensar en cambiar de estilo completamente. “...tenía bastante claro que no quería volver al sonido del principio, entonces empecé a notar que había algo en mi interior que sí que quería hacerlo”.
“Quería dejarme de ostias y volver a hacer lo que se me da bien, lo que me sale de dentro, quitarme los filtros, vomitar lo que tengo, pero no estaba yo seguro de querer hacerlo. Entonces conocí a InnerCut, mi productor, me hizo de médium y me consiguió sacar la verdad de fuera, hacer una regresión”.
...Y me siento cómodo porque me ha salido solo, no he tenido que pensar. Con anteriores canciones era más como un ejercicio artístico pensado, (...) con Juro y Prometo no, es lo mismo que con Voces; suena a ochentas pero porque es lo que me sale, no hay intención de nada, es hacer canciones y ya está”.
Por otra parte, la portada de este larga duración también es de entera referencia retro. Con el arte y fotografía de Neelam Khan Vela se respira un aire “ochentoso”, sacado de un sueño que el mismo Gerard describe con poca claridad, pero que en resultado es una reproducción de la realidad y un punto de partida para algún nuevo videoclip. El intérprete de “Culebra, columna y estatua” comenta: “Recuerdo que en la primera reunión que tuve con Neelam, le conté lo que había soñado, era un poco como lo de la velas pero distinto, porque los sueños siempre son más extraños”.
“Con los últimos singles me había ido un poco más como a la estética dosmilera, y lo que te comentaba que quería regresar un poco a los orígenes de El Último Vecino. A nivel estético tenía coherencia hacer una pequeña regresión incluso a algo más gótico, más ochentoso. Algo de lo que yo había renegado durante mucho tiempo y que decía ‘estoy harto de la música oscura’ y pues dije ‘voy a reivindicarlo otra vez’”, termina.
Este disco termina siendo la representación del synth-pop, new wave y post-punk retro en la era actual. Aunque en el mundo la cosa sea distinta, no es ninguna sorpresa que entre tantos géneros acaparadores un disco como este salga a flote, aún como insignia de una escena tan grande como la que hay en México y Europa, El Último Vecino también se nutre de todo lo que sea posible.
Yo no me siento representante de nada, pero me da la sensación de que al no ser un ejercicio de estilo lo que hacemos nosotros, es más fácil hoy en día que se mezcle un poco de todo…”
...es evidente que lo que hago yo no sea música urbana, pero quiero decir que forma parte del pop. El Último Vecino tiene cabida en un festival donde puedan tocar urbanos, indies, o post punks porque es algo que se engloba dentro del pop, si fuera algo más radical o muy específico quizá sería un poco más complicado”.
Los tracks en este disco tienen la misma severidad de un juramento o una promesa, pues ofrecen solemnemente cumplir como la manifestación más honesta e íntima jamás escrita. Cuando se habla de este hito en su carrera se confirma que es “la liberación” y una transformación que se dio de manera natural, pero ¿Qué tanto lo ha liberado o transformado en lo particular?
Este lanzamiento rompió con una versión de sí mismo muy distinta, una que inclusive puede cambiar el semblante:
“No sé si me ha transformado pero me ha liberado casi casi en todo lo que necesitaba ser liberado. Es lo que te comentaba, para mí la música es mi pasión, mi motivo de existencia, así que todo pasa por la música. De una hacer una serie de canciones que no acaban de ser al cien por cien personales a hacer unas que son doscientos por ciento personales, pues es una liberación brutal”.
Los últimos tres, cuatro años yo he sido una persona que tenía esta cara, entre neutra y triste, y los últimos meses voy con una sonrisa por la calle. Para mí es más importante eso, que mi disco no le guste a la gente”, explica el músico.
Otra de las grandes motivaciones fue imaginar a su público en vivo, tal y como a él le gusta. Si bien para Gerard era “una bajona” tener que lidiar con las restricciones, el poco aforo, y todo lo que conlleva una presentación en vivo estos días, jamás dejó de imaginarse “una sala de doscientas personas super apretadas, sudadas y así poder saltar al público”.
Hace cinco años El Último Vecino tocó tierras mexicanas y por obvias razones su ausencia fue larga, pero hoy pretende azotar nuestro país con una serie de “fiestas” que realizará en la CDMX, Guadalajara, León, Toluca y Querétaro para finales de abril o principios de Mayo, hasta el 10 de marzo, calcula Gerard. “...Volveré a ser un músico en activo, yo ahora me tomo unas semanas de vacaciones, de composición porque hasta hoy estoy con muchísimo trabajo y mucho estrés. Tenemos un gira por España, luego México, y ya cuando regrese me tengo que poner a componer otro disco porque…”
... en menos de un año y medio quiero sacar otro LP. Yo ya he dejado de perder el tiempo”.