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Abril. Cerca de la isla de Lampedusa en Italia, un barco que transportaba 700 migrantes (un testigo eleva a 950 la cifra) se hunde. La tragedia de quienes mueren alcanza una dimensión inimaginable.
Mayo. Un grupo de aproximadamente 20 ballenas (los medios no precisan el número exacto) aparecen muertas en el Golfo de Penas, en Chile. La causa aún no se esclarece.
Junio. 10 ballenas muertas en Kodiak, al sur de Alaska. No se descarta la intervención del hombre en este suceso.
Agosto. Un ataque con bomba deja más de 20 muertos y 117 heridos en Bangkok, Tailandia. En videos revelados a la prensa se alcanza a ver a un hombre con una playera color amarillo que deja una mochila y después se aleja de la zona.
Septiembre. Más de mil 100 migrantes son “rescatados” en el mar Mediterráneo, iban a bordo de 11 lanchas. ¿De qué se les rescata? ¿Se les detiene? ¿Se les deporta?
Octubre. 928 migrantes son “rescatados”. La operación es, de nueva cuenta, en el Mediterráneo.
Los anteriores eventos, algunos inconexos, suceden en 2015, en la narrativa que destrona la idea del mundo nuevo, del mundo mejor, de la mejoría de la sociedad y que más bien oscila en la repetición de la tragedia cotidiana. Paradójicamente, El Columpio Asesino describió en 2014 algunos de esos sucesos en el tema que da nombre a su más reciente álbum, Ballenas Muertas en San Sebastián: “Un coche bomba estalla en Moscú. Venecia apesta cada día más. Un ferry a la deriva sin capitán, ballenas muertas en San Sebastián...”
Indie Rocks! platicó con Albaro Arizaleta, la mente detrás del sonido de la banda de Pamplona, sobre las “casualidades” entre los sucesos del mundo y la letra de los temas que confeccionó hace más de un año, lo que podría formar un concepto letra-mundo o mundo-letra. ¿Qué sucede primero? ¿El mundo proporciona ideas para escribir una letra o la letra advierte sucesos del mundo que parecen inevitables?
“(En este álbum) escribimos de la decadencia del sistema que ahora mismo nos ha tocado vivir y en ese sentido desde luego que las imágenes, aunque sean locales, son de todo el mundo; son muy transmutables a todos los sitios porque realmente el drama que tenemos es el mismo en todas las ciudades. El problema de los salarios, el problema de la migración, el problema de los trabajos precarios, yo creo que es una crisis global que estamos viviendo ahora, de modelo económico, es lo que nos está llevando a este neoliberalismo y capitalismo atroz, salvaje. Con sus consecuencias, con sus conflictos que se resuelven muchas veces con una maleta que estalla en un sitio, con migraciones...”, dijo.
Curiosamente ellos, que se presentan el 16 de octubre en El Plaza, escribieron una posible conclusión hace casi 10 años a la pregunta anterior. En De mi sangre a tus cuchillas, los hermanos Arizaleta, únicos constantes desde que se formó la banda en 1999, habían mirado hacia el panorama mundial para responder la pregunta que todos los días nos hacemos: "¿Algo de este mejorará?". En "Floto" cantaban: “Floto en un mar muerto, floto sin dirección, floto sin una dirección, bajo la mar todo ha muerto (...) fuimos de nuevo engañados, con grasa, con grasa de cerdo (...) nada, de nada, de nada de esto jamás cambiará, está podrida la paz”. Así que no, no cambiará nada. Es un loop de esperanza y desilusión que ellos llevan poniendo desde hace tiempo en su krautrock, con furia y salvajismo que a veces se transforma en lo electrónico.
“Siempre hemos tenido una visión un tanto critica de las cosas y seguimos teniéndola, somos bastante escépticos. Eso no quita que tengamos nuestras ilusiones y luchemos por determinadas cosas como lo hacemos. Una de las cosas que ha pasado en España a raíz de las crisis es que han surgido nuevos partidos políticos que no tienen nada que ver con los partidos convencionales que estaban en este país, que entre unos y otros lo han saqueado; por lo menos han surgido esos partidos que dan esperanza...”, compartió.
Aquí en México, le comentamos, ha pasado un año de la desaparición de 43 chicos y la investigación sigue en neblinas. Es mentira la idea de que esto, la situación, la economía o la vida misma esté mejorando. Aquí y allá hay márgenes para delimitar áreas, pero es prácticamente lo mismo. Él comienza un poco optimista... termina por mostrarse fatídico: “Pudo haber cierto provecho en determinada parte del planeta, pero igual en otra parte pues es todo lo contrario. No es lo mismo que le pregunten a un país colonizado si le ha ido bien o no le ha ido bien, desde luego que los dramas continúan. Es increíble el drama que hay también con la trata de mujeres en toda Europa; cómo son secuestradas, cómo trafican con ellas. No se utiliza la palabra esclavitud pero desde luego no hay diferencia. Lo que parece que evoluciona es el lenguaje, pero el drama realmente creo que sigue siendo el mismo”.
La punzante crítica de estos pamploneses no cesa. Empujan y empujan y empujan. Todo a contracorriente, buscando diferencias o alternativas, porque el mundo homogeneizado y mcdonalizado nos coloca frente a pocas opciones. Unifica, comercializa, vende, satura, reduce calidad, aumenta cantidad, viraliza, despersonaliza. Hace unos meses, Albaro Arizaleta le dijo a la revista Mondo Sonoro que la música pasaba por una suerte de tendencia a ser como Zara. ¿Inofensiva, común, de poca calidad? ¿A qué se refiere?
“Por lo menos aquí en España, el rock o el pop habían perdido este lado salvaje o peligroso. A veces creo que se ha acomodado en propuesta light, muy digeribles, muy para todos los públicos. Creo que faltaba sobre todo riesgo y creo que eso le falta a la escena española, un disco no te tiene que entrar a la primera, tienes que darle tiempo a las cosas y creo que en ese sentido lo que quería decir con esa frase es que le falta el peligro que yo creo que tiene que transmitir el rock”, afirmó.
Aunque podría parecer que la situación actual no es alentadora —ni la música actual—, ellos siguen emocionados de dar conciertos y transmitir esas emociones que surgen de la víscera y se catapultan como sonidos. “Siempre que he subido a un escenario tengo la sensación del primer concierto. Tiene ese poder. Una vez que sales a escena, es como si cruzaras una especie de tela mágica que te hace vivir estas cosas de otra manera. La pasión no se pierde”, aseguró.
Nos quedamos con una frase de él, un músico existencialista de una banda como pocas, con el valor de tirar las hojas en las que son firmados los tratados de libre comercio y las agendas de los diferentes presidentes del mundo: “No me acabo de creer el sueño este de la humanidad”. Nosotros complementamos lo anterior con una línea de Walter Benjamin: “Aquellos que no tienen esperanza, nos dan esperanza”.