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Podría parecer que la música de Pedro Canale como Chancha Vía Circuito no es ninguna novedad ni tampoco alguna clase de exploración especial, sin embargo el camino para que su labor fuera normalizada ha sido largo. Hace diez años, en 2008, vio la luz su primer disco Rodante, y desde entonces Canale ha sido una figura clave para el desarrollo de una estirpe musical cálida y acogedora como lo es la música de raíz enmarcada en tintes electrónicos. Es una idea que nació como un entusiasmo generacional y que ahora, a más de una década de su auge, por fin goza de ese reconocimiento al que siempre estuvo destinada.
“Al principio, hace unos 11 o 12 años, éramos pocos los que hacíamos este tipo de música. Ahora es lindo porque ya es una escena grande con muchos artistas de todo el mundo y con mucha presencia internacional”, recuerda Pedro en entrevista con motivo del lanzamiento de su cuarto disco de estudio. “Es bueno que haya un círculo en donde trabajar y mucho material para crecer y para seguir investigando también”.
“Investigación” es una palabra que pudiera sonar más académica que musical, pero para este tipo de amalgama es necesaria, pues está basada en instrumentos, ritmos, culturas y significados de una época menos complicada y más abierta a la espiritualidad. Esto podría explicar lo que Pedro menciona después. “No a todo el mundo le gusta la música de raíz y los híbridos, la fusión”. Suena lejano, pero algún tiempo fue así. Por suerte ahora todo es distinto y, mientras la lucha ahora es contra el reggaetón, este híbrido que corre por las venas de otros artistas como Nicola Cruz o Dengue Dengue Dengue, sigue su curso al ascenso.
Tan es así que Chancha Vía Circuito acaba de editar Bienaventuranza, un cuarto disco que parece celebrar esa alegría de la que Canale hablaba con anterioridad. No solo es el título, las canciones que lo conforman son alegoría de un optimismo especial. “Sin querer el disco salió más alegre. Es una etapa en donde la parte más sombría de mi vida quedó atrás y ahora es momento de la alegría, de la bienaventuranza”.
La pieza central para entender este concepto es “La victoria”, una colaboración con Lido Pimienta y Manu Ranks que contiene las letras más esperanzadoras del disco y, tal vez, la mezcla de ritmos más luminosa. Sobre eso Canale dice. “Es una canción que compuso Lido hace como nueve años con una amiga suya de acá de Argentina. Ellas me compartieron el tema en su momento y el coro me había gustado mucho. Pasaron los años y no habían hecho nada, lo habían dejado ahí abandonado. Decidí agarrarlo, producirlo y meterlo en el disco para que llegara a más personas y para que más personas puedan escuchar esta canción tan linda”.
El resultado es un destello de luz que le da corazón a todo el disco y una de las distintas colaboraciones que ahí se incluyen, mismas que le inyectan con versos todavía más vitalidad al resto de Bienaventuranza. “Los significados de cada canción son propias de cada cantante, las colaboraciones, la gente que colaboró como Lido Pimienta, Manu Ranks, Mateo Kingman, Miriam García, Gianluz y Kaleema”. Es un desfile de nombres efectivo y tremendamente bien armado.
Bienaventuranza, además, se escucha mucho más orgánico y menos sintético que Río Arriba y Amansara, los discos que salieron antes que él. Aquí se siente una vibra más espiritual y esto no es en vano. “Es un disco que tiene mucho de Chancha, pero también algo más místico”, dice Canale. Y es un misticismo que proviene del uso de más instrumentos y la atención especial a su utilización. “Fue todo natural este proceso en donde sucedió de esta manera, un coro más acústico, menos presencia de elementos electrónicos. Fue un proceso más largo y con un poco más de banda”.
¿Cuáles son esos recursos que lograron el objetivo? “En Bienaventuranza hay más presencia de flautas, más color andino. El charango no es la primera vez que aparece, pero aquí lo utilizo más. Hay más voces también y mucha percusión grabada, no sampleada”. Suena como una bocanada de aire fresco en la carrera de Chancha Vía Circuito y como un acto de sabiduría que solo los años pueden dar.
¿Pero qué hay de sus descendientes? Después de tanto tiempo han brotado proyectos que decidieron continuar la línea trazada por ZZK Records y Chancha hace más de diez años. Él recomienda. “Hay una banda que me gusta mucho que se llama Eva, El Viejo Hombre de Los Andes, que es una banda donde también canta Mateo Kingman, es ecuatoriana. También es muy interesante lo que hacen los chilenos de Matanza que lo llevan hacía un costado más techno, más house”.
Son recomendaciones de alguien que ha estado en esto desde el inicio y que se ha dedicado a revitalizarlo con cada nuevo disco que edita. Bienaventuranza vio la luz el pasado 8 de junio en todas las plataformas disponibles y, si todavía no lo han escuchado, el mismo autor tiene un consejo para que sea todavía más efectivo. “Pónganselo a escuchar detenidamente en la soledad de la casa, en la tranquilidad del hogar para poder saborearlo bien”. El espíritu de sus raíces nunca estuvo tan cerca del oído como ahora.