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“Quiero ser el tipo de músico que graba en una toma y ya lo estoy logrando”, disparó Carla Rivarola, una cantautora en reinvención constante; quien a sus 27 años y un disco bajo el brazo tiene los arrestos para enfrentar al sistema y llevar su música donde haya que hacerlo.
Ser una hija de la migración (sus raíces oscilan entre Polonia, Rusia y Argentina) además de una educación totalmente en inglés la llevó a una natural crisis de identidad, la cual vivió mientras giraba por el país bajo el nombre de Iranti, el proyecto que le dio tablas, fans, razones, que la formó y que fue indispensable para saber quién es ella.
“Soy un músico latino y valoro darle algo a la música latina, no significa nada para mí a nivel político hacer música en inglés en este momento. Mi música está cada vez más ligada con mis ideales políticos”, aseguró.
El primer disco de Carla lleva por nombre Médula Silvestre y es el resultado de una profunda exploración.
“Los cuatros años que me llevó hacerlo fueron años de mierda, de inestabilidad, no tenía un peso, e Iranti era esa luz al final del túnel, sabía que el Médula iba a pasar y que lo tenía que hacer, pero estuvo cabrón. Lo hacía pensando en mi público más antiguo, qué les podría dar para que escucharan si están llorando solitos en su cama”.
Recuerda muy bien cuando tuvo el disco en sus manos y tuvo que enfrentarlo. “Estaba con mi roomies y les dije ‘vamos a escucharlo’, es un disco que hice con amigos, y pensé en toda la putiza que nos pusimos. Lo más liberador es saber que hice un disco de rock, siempre lo había querido, y hacerlo fue como si el rock se asentara dentro de mí”, explicó la artista entre risas.
Sobre en el momento en que se encuentra, la guitarrista no duda en su respuesta y expresa de manera contundente.
“Me siento muy madura como compositora, ahora me puedo preocupar por otras cosas, creo que hay muchos lugares desde donde componer, la complejidad y los desarrollos es uno de ellos, que es lo que pasa en este disco que son muchas rolas sin coro que tienen estructuras raras y que son largas. Ahora estoy explorando más la síntesis y la energía, lo que siento ahora es libertad, en noviembre voy a sacar una rola que es una ranchera punk y mi próximo disco será un disco de punk”.
Carla ha tomado decisiones importantes y una de ellas es dejar de tocar en foros, así que se decidió por hacer shows en casas o como le llama ella, “guerrillas”; aunque eso sí, el sueño de tocar en festivales sigue intacto.
“No estoy cerrada a tocar en foros, pero mandarlos a la chingada es lo mejor que ha pasado, todo este año he hecho puros house shows y ya tuve sold outs, por fortuna mi público es muy parecido a mí, somos güeyes que vemos los conciertos en una esquina y no nos gusta que no estén molestado que aplaudamos, quiero que se la pasen chido, que no tengan que pasar situaciones humillantes de los bares donde te obligan a gastar un chingo, esperar y pasarla mal”.
Para la cantante no hay de otra, la música es vida, es libertad y dadora de sentido, asegura que su guitarra es su capa protectora y con ella es menos vulnerable.
“Me ha enseñado todo, si no estuviera en esto definitivamente me habría suicidado, odio el capitalismo, odio esta dimensión, sin esto no podría existir, además me ha enseñado lo que importa, era muy ambiciosa e impaciente, me ponía nerviosa en el escenario y sentía que mi vida dependía de eso, ahora es al revés pongo toda mi vida cuando subo”.
¿Y su música le ha salvado la vida a alguien más? “No sé qué decir, la reacción de la gente al disco ha sido tan emocional que ha habido muchas personas que me han dicho eso y no sé, no puedo juzgar, lo único que puedo decir es gracias, les doy un abrazo enorme, he llorado con ellos, está muy cabrona la conexión que tenemos”.
Carla Rivarola es un alma vieja que dice estar lista para todo y asegura encontrase en el momento más prolífico de su carrera, lo que viene es lo mejor, una gira en casas por el país.