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Durante junio Banda de Turistas visitó tierras mexas, hablamos con Bruno Albano Naughton y Tomás Putruele sobre Mancho, su quinta producción discográfica que resume los diferentes estilos poéticos que abarcan los personajes de las 11 canciones que lo conforman. Bruno Albano afirma que todos son una especie de mancha en algo tradicional o más conservador. Esa mancha marca una diferencia que es un punto de partida a otros lugares.
“Tiene que ver con el concepto de manchar y también nos gustaba que el nombre fuese medio desagradable y confuso, básicamente para romper un poco con el título del disco anterior Lo que más querés que era más explícito. Queríamos buscar algo más acorde a nuestras situaciones personales en ese momento”, asevera.
“La mancha que se diferencia del resto, que se siente que no pertenece de alguna forma, nos gusta eso, creo que es lo que nos identifica como compositores y artistas, cada uno debería explorar las manchas que tiene”, completa Tomás.
Las canciones son homogéneas, coexisten en un mismo universo sonoro. La agrupación buscaba eso. Querían que el disco funcionara como una unidad, como un viaje: que sabes cuándo empieza y cuándo termina.
“Era también algo para quebrar con discos anteriores que son un poco más dispersos musicalmente como Lo que más querés, una especie de cúmulo de música que no terminaba de englobar algo y con este tratamos de hacer completamente lo contrario, buscar una especie de unidad en la música que también nos funcione después para los shows en vivo. Entablar esa sensación y ese sentimiento que se nota en el disco: que todas las canciones son como hermanas unas de las otras”, explica Albano.
El quinto álbum de los argentinos estuvo a cargo de tres productores. Mario Caldato Jr, con quien ya habían trabajado en 2008 en la producción y mezcla de Mágico corazón radiofónico, para esta nueva producción participó en la grabación de “La cosa negra” y “El buen candidato”. Anel Paz, fue ingeniero de grabación en “Uno en un millón” e ingeniero de grabación y mezcla en “Solo para mí”. El resto de las canciones las trabajaron con Norman McLoughlin, productor argentino que conocen desde hace muchos años, pero con quien nunca habían trabajado.
¿Qué es lo mejor de lo peor de Banda de Turistas?, pregunto haciendo referencia a una de las estrofas de “Uno en un millón”, canción que abre el disco. Tomás inclina la cabeza, tapa su rostro con las manos, ríe y entonces responde. “Supongo que aprender a reírse y pasarla bien con los peores momentos también. Siempre, no sé si en todas las carreras de todos los músicos, pero por lo menos en la nuestra supimos estar muy arriba y también muy abajo al mismo tiempo. Es como que hay mucho vértigo y muchos extremos en la carrera del artista, o por lo menos así lo vivimos nosotros. Un día tienes un hit número uno en la radio, otro día no les gustan tus canciones. Un día vas a cerrar en un festival increíble y al otro día tocas en un bar chiquito para quince personas”.
“Sí, disfrutamos de todo lo que nos pasa en realidad y también las cosas malas son realmente las que nos hacen crecer, ¿no? Sino uno estaría siempre viviendo en una gloria medio efímera y sentimos que también los huecos en el camino que hemos transitado hicieron que tengamos una perspectiva más real de lo que es la vida en la música, que es muy difícil y compleja por más de que nos de satisfacciones tiene su parte más dura, ¿no? Que es la que nadie ve”, añade Bruno.
“Solo para mí” es una balada romántica interpretada por Tomás que explora unos celos bastante enfermizos por lo que les pregunte qué opinaba al respecto. “Yo creo que no están bien, pero hay algo dentro de la mente humana que te hace esclavo un poco de eso. Los celos son parte de la vida cotidiana y cuando alguien te dice que no es celoso yo mucho no le creo, la verdad. Yo creo que está bien ser un poco celoso y el hecho de querer tanto a una persona a veces puede llevar a confundir. Uno siente que se adueña de otra persona, cuando en realidad uno no es dueño de nadie, obviamente. Justamente esa historia termina mal, plantea que no está bien pensar así. Y bueno, hay que encontrar formas de escapar a eso, creo que en la medida que uno va creciendo y se hace un poco más sabio empieza a dejar de lado esos celos o esa forma de adueñarse de la gente o de los sentimientos que además en el fondo es bastante personal porque uno lo vive así, pero nunca puede estar realmente en la mente de la otra persona”.
“Tuperso” y “Tuperso II”, una canción y un tema instrumental que convergen como una sola pieza. Una base de acordes mantricos que mezclan rock psicodélico y pop para generan distintas melodías. “Cuando tocábamos la canción en la sala de ensayo hacíamos sesiones de 10 a 15 minutos y cuando terminaba, empezaba otra melodía. Es una canción muy cíclica, sentíamos que ponerle un final no tenía mucho sentido, era como arruinarla… Nos gusta eso, nos gusta viajar con la música. O sea, que la música misma te vaya llevando a nuevos lugares y por eso es que a veces sin ninguna explicación termines tocando 15 minutos de la misma canción; con ‘Tuperso’ pasaba eso, de alguna forma había infinitas posibilidades y por otro lado nos venía bien tener un track instrumental dentro del disco. Está bueno que sea al final, es como la parte de los créditos. No hay tanto personaje ni protagonista, sino que permite ir alejándote o volviendo un poco a la realidad después de haber visto la película del disco, si lo pones con una analogía”, expone Putruele.