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The Jesus and Mary Chain le daba la espalda al público. Sus conciertos duraban 20 minutos. Quería morir como Jesucristo (“Reverence”). Buscó una forma de gritar con las guitarras. Salió de Escocia hacia Londres buscando una oportunidad. Ahora, sus integrantes dicen que asesinaron a Kurt Cobain (“Simian Split”). Jim Reid y su hermano William siguen en la resistencia igual que cuando empezaron, hace 35 años. Su sonido es protesta. Las letras son ideales, a veces, juveniles. Aseguran que los servicios de streaming están acabando con la música. La bandera que levantaron en el principio continúa ondeando.
La banda está en medio de una gira junto con Nine Inch Nails en Estados Unidos que ha llamado Cold and Black and Infinite. Un nombre peculiar para dos bandas que se mueven en una atmósfera oscura. En algunos escenarios han agotado las entradas durante varias noches. Los shows deben ser fríos, negros e infinitos. Espiral de emociones potentes. Después de anunciar que Manic Street Preachers cancelaba su presentación en el Corona Capital 2018, los escoceses fueron agregados al line up y será su tercera ocasión que se presentan en México (2008 y 2015).
“Aparentemente fue idea de Trent Reznor que tocáramos juntos. Al principio nos preguntamos si funcionaría para nosotros, porque normalmente somos la banda titular, pero pensamos que podría acercar nuestra música a gente que no ha escuchado nuestros discos”, dice Jim Reid a Indie Rocks!.
Y aunque parezca extraño, hasta cierto punto imposible de creer, que hay afuera –caminando medio perdido– quien no tenga ni remota idea de quiénes son ellos. “Cuando vas a un festival sabes que verás bandas que no conoces, los asistentes quieren pasar un tiempo agradable, en el pasado estaba nervioso por tocar ante una audiencia que tal vez no nos conocía, ahora no. Creo que estoy más ‘preocupado’ de tocar ante los fans de Nine Inch Nails que en un festival”.
En 2017 volvieron al estudio para grabar Damage and Joy, luego de 19 años sin publicar un álbum nuevo. “No estaba seguro si era buena idea juntarnos William y yo en un estudio, durante la grabación de Munki (1998) siento que alguien pudo haber muerto, después de eso anduvimos de gira pero no es igual, cuando das conciertos tienes espacio, pero en el estudio hay un ambiente claustrófobico”, confiesa Jim Reid.
Antes de que la banda se separara por primera ocasión tuvo muchos problemas con su disquera, Blanco y Negro, una subsidiaria de Warner que no estaba satisfecha con sus álbumes. “La industria musical y nosotros coexistimos incómodamente. Si estás en una banda y publicas música tienes que lidiar con el negocio, no es algo que disfrutemos. Estuvimos con Warner durante la mayor parte de nuestra carrera y era doloroso publicar nueva música, porque la llevábamos a la disquera pensando que se iban a emocionar y ellos solo decían ‘qué es este pedazo de mierda que nos traen’”. Pese a esta relación de estira y afloja que atravesaron Jim piensa que el vínculo generado entre las disqueras, los artistas y los fans va peor. Un padecimiento general que se vive en arte y entretenimiento.
“La industria ha cambiado para peor, están estrangulando la creatividad, porque la gente hace música y recibe muy poco dinero por ello, en Spotify escuchas en stream, pero difícilmente ganas algo por ello, tendremos menos música, porque quién va a querer componer gratis. Ahora nadie entiende lo que es un álbum, mis hijos solo escuchan algunas canciones en Spotify, no entienden el concepto de un álbum, la idea de escuchar las canciones en un orden particular”.
El público les arrojaba botellas. A ellos no les importaba. Era otra época. El rock era “inconformidad”. Eran “ruido”. También armonía. Es imposible que alguien no sienta electricidad en el cuerpo con “Head On”. Es increíble que les guste el rock y no los conozcan. Son una leyenda. Y estarán en México.