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Foto de portada: Selene Ortiz Tolentino (SOT) / Cortesía
Ocho en punto de la noche, colonia Condesa en total pesar y oscuridad, resaca del tránsito; espectadores de todas edades, estimas y olores, llegaron al venue (drags, señores de edad avanzada, monos araña, pubertos, youtubers).
El aura de concierto mexicano con el característico silbido de “cacaro”, anuncia la euforia y desesperación del público, el ansia del inicio del ritual. El Plaza, recinto de excelente acústica, esparce los murmullos de fans que habían llegado temprano; una intensa luz roja alumbra el escenario decorado con una gran tela tornasol negra, color de metal precioso, donde proyectado se leía TITÁN DAMA FINA. Los ojos del búho desde la altura observan las conversaciones presentes y en réplica, sobre el próximo concierto a asistir, “Lollapalooza, Trópico, Devendra”, se escucha.
La gente empieza a reaccionar con más entusiasmo, comparado a ese tres de diciembre del 2005 en el Lunario del Auditorio Nacional, cuando el TITÁN y María Daniela presentaron disco, con invitados: FACA y Miki Guadamur, noche de aquel sello Nuevos Ricos EMI (creado por Lede y el artista gráfico Carlos A. Morales); esta vez el público se sentía más eufórico, el magno escenario lucía más instrumentos y producción; los clásicos teclados Roland de Emilio; un micro Korg; synth Novation-Bass Station; dos amplificadores Valve Reactor Vox; dos baterías Ludwig Vistalite Series anaranjadas con drum pads Roland, un magnífico Mellotron M4000D; JD-Xi Red Roland; piano vertical Yamaha, bajo Epiphone Jack Casady, MS-20 mini Korg, MPC; los últimos cuales Lede utilizaría para hipnotizar al público, sin olvidar la Les Paul Black Beauty que patearía con su sonido rudo a momentos, y cetáceo en su cadencia final; y no olvidar ese Les Paul Ebony bass, que utilizará Emilio en el penúltimo set.
Son las nueve con 10, el escenario se oscurece, se escucha una voz del lado izquierdo, es Jay dando comienzo al decir, con una voz sensual, misteriosa: “Agárrense, inicia la noche más oscura”, al ritmo de "Himno".
Oda a la alegría, fragmento del cuarto movimiento (Allegro assai vivace) de la novena de Beethoven, ejecutada por síntesis modular, la cual haría perder la cabeza a Alex DeLarge.
“Estábamos cambiando, cambiando, eso dejando partes de lado agregando loops rítmicos, haciendo que sonara más parecido a como nosotros lo oíamos y haber recibido el ejemplo, el disco más oscuro”, Jay sentado en el mellotron exclama.
“¡El Rey del Swing!” Los estrobos se manifiestan a convulsionar, el público siente que el disco no es nada comparado a la sensación live, Lede explota su voz al gritar: “Ella. Ella echa fuego”.
Mientras Church bailaba completamente poseída, inmolada por luces robóticas, estrobos, ondas sonoras y la intensa vibra del público, él TITÁN había derrumbado el Tártaro, una luz azul iluminaba a Jay en sus cadencias del bajo, memorable taping .
Siobhnan Fahey se adentra al escenario; luces frías, morado, azul y turquesa. Comienza "HelL.A.", Venus y Bananarama quedan a lo lejos en lo heredado al look de Bleached o Warpaint. Siobhnan y el estilo que habita en ella, evolucionaron a la piel de diva sensual y oscura, estética de de imaginario fílmico Ed Wood. Su voz un poco gastada con suprema ecualización. El bajo que maneja Acevedo excelso, como el virtuosismo de Jay en la batería, total Coloso destrozando mundanos.
La energía de las baterías, de TITÁN son inigualables en vivo, pero en esta ocasión superaron expectativas. En "Apache", Julián Lede con esos ejemplares bajos del MS-20, Acevedo generando los agudos en el microkorg, para crear, junto a esas “batacas” duras, unos solos de batería con glitch que trauma a cualquier ingeniero de sonido, por la belleza sonora del error.
"Tchaikovsky", el ejemplo perfecto, de cómo una banda se reinventa en vivo, Ximena Sariñana lo constaba, como parte del público, ondeando la cabeza disfrutando de los titanes y la vibración de las cuerdas. La potencia de la Black Beauty, opacada por el Jack Casady. El público gritaba: “Te amo Jay”.
El venue a oscuras, el público coreando "P.E.C" y trolleo por parte de la agrupación, que guardó silencio. Segundos después la voz de Acevedo se escucha diciendo “Puta madre, yo iba en en un dragster güey”.
Empezaron los hitos, el público lo agradeció, y se noto cuando la gente empezó a ondear, con una ligera intención de armar slam al sonido del novation de "Odisea 2001", el recinto empieza a retumbar. La gente excitada, Julián echando el solo en "Space chemo", el blues en el bajo haciendo un guiño a esos 70 Space chemo, el slam se había armado.
Egyptian Lover entra a escena, "She Likes the Music", moviéndose al rapear como todo un egyptian soul fucker. En algunos comentarios el público mencionó a burla “es Alejandro Céspedes”.
"Corazón" gritaban los fans. Church se veía asomada en la parte lateral del escenario, y mientras comenzaría ese surf de antaño pasado por electricidad, "1,2,3,4" y la Dama en la batería se hace notar.
En un momento Bach llegaría con esa tocata y fuga, "Arahant" comenzaría y Church seguía poseída. Domesticado el público por el bajo del kick drum. "Dama negra" se haría presente al pendejear a Daniel. Después todo estaría en "Sangre", coloreado por la intensa luz roja y la decepción de la noche en "Dark Rain", pues el supuesto invitado mencionado en redes sociales, Gary Numan, apareció solo como proyección en la tela tornasol. A momentos La Dama parecía cantar, ¿acaso era Gary Numan en su faceta de baterista, escondido tras una máscara de mujer?
"Dama Fina", el final, todos empapados en oscuridad.
La tela tornasol coreaba en subtitulos: “Solo quiero dama fina”.
Abruptamente la agrupación deja de tocar y se retiran con un gracias.
Se escucha un grito: “Con eso me salen, mejor no hubieran regresado, ¡culeros!”
El público pedía encore, Sariñana se unía al grito de fan.
Tras regresar la banda, agradecen. Jay presenta a los músicos invitados, agarran los instrumentos, se escucha un pequeño jam que recordaba la vibra del Terror Disco, y así comenzó el track más esperado de la noche: ¡Corazón!, los estrobos a tope, Jay en el piano cuadrado, mientras Julián hacía que su guitarra sonara como cetáceos a punto de aparearse; después Jay pasaría a la batería, Emilio al bajo para montar un solo épico e interminable, que cansaría a Julián Lede a tal grado que desesperado, al estilo de su Majestad Imperial les gritaría le pararan. Abandonó el escenario, al depositar pasiva agresivamente la Belleza Negra frente al amplificador Vox, después del último remate de Jay, así se despidieron del Plaza con una onda viciada por retroalimentación en la noche más oscura.