
18/Jul/2014
Días grises en una ciudad en la que la música siempre encuentra espacios, o mejor dicho, nunca deja de ocuparlos. Siete años después, aquella hoja que llegó volando para posarse por primera vez en nuestras mentes regresó con nuevas creaciones y el mismo ímpetu de fabricar grandiosas melodías.
La agrupación simplemente llamada Gloom comenzó a maquilar sus notas y a mutar. La costumbre de rotar la alineación de una misma banda, cambiar de instrumentos para demostrar talentos y sentimientos diferentes, dio como resultado una agradable muestra musical local para comenzar con las emociones; una propuesta que debe ser escuchada más allá de esta velada.
Y se hizo la luz; “The Light” destelló y los 4 integrantes de la banda comenzaron la concentración, cada uno en su instrumento, tejiendo el telar sónico que nos cubriría y las melodías que nos alentarían a callar a los que platicaban en voz alta, a disfrutar de las creaciones tenues y los visuales evocadores.
“Stretched home” y sus beats hipnóticos, “Descent”, otra muestra de lo más reciente de estos 4 fantásticos y concentrados. Jimmy Lavalle, la mente que hace crecer las ramas del árbol, dando la bienvenida a la gente que escuchaba atenta y denotando el entusiasmo por ver de regreso a The Album Leaf en esta ciudad donde parece que no deja de cambiar el clima.
Imágenes de caminos y las luces de una rueda de la fortuna iluminando el rostro de una chica sonriente de fondo, la trompeta que apareció de repente en “Low Down”, la felicidad de “Stand Still”, la batería incesante de “Images” como el galope de un corcel que nos llevaría cada vez más lejos.
“Always For you” fue el destello que faltaba, el rayo de sol entre las nubes grises que nos han aquejado, el respiro siempre necesario, la inspiración y la nostalgia por esos nombres que retumban y se recuerdan, esos que se gritan en la mente, los que faltan y se disipan, las razones que quedan en el aire: “it was always for you”, y la espera que termina por cantar y sentir dicha canción.
“Twentytwofourteen” y el silencio necesario para apreciar cada golpe a las teclas del piano rhodes, los discretos tremores del xilófono, emisores y receptores conectados por una dulce melodía. “Vermillion” fue el final perfecto, la hoja siguió su camino, nos había abandonado de nuevo y la lluvia nos esperaba afuera, y así como las nubes chocan, los charcos se secan y los pronósticos del clima son efímeros y erróneos, esperamos que el viento nos devuelva a esta banda en carne viva mientras nos dure el recuerdo de esta noche de gente ordinaria y música extraordinaria.
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