Favoritos
Haz click en la banderilla para guardar artículos en tus favoritos, ingresa con tu cuenta de Facebook o Twitter y accede a esta funcionalidad.
Llegando al lugar me percaté de lo irónico de la situación. Al menos diez punks se peleaban por una playera con las palabras “The Adicts” escritas debajo de un “joker”. Qué curioso es ver a esos individuos peleando por mercancía, afuera de un concierto que costó $500 y en el cual les venderían una cajetilla de cigarros hasta de $100. Rebeldía del siglo XXI.
Había llegado casi una hora antes, tiempo suficiente para tomar una cerveza y esperar a que llegue el momento de la primera banda. Vulva subió al escenario. Tuvieron la suerte de que el público prefiriera beber y fumar afuera de la carpa porque los pocos que se quedaron se dedicaron a insultarlos. Su música es buena, pero eso no es suficiente. En esta escena hace falta tener actitud barrial, y este trío carecía de ella.
Cosa distinta pasó con la segunda agrupación, Konflicto de Libertad. Aquí el talento faltaba pero la actitud sobraba. A final de cuentas, ¿no se trata precisamente de esto el punk? Aunque la mayoría de sus canciones eran de su propia autoría, inteligentemente tocaron una serie de covers de La Polla, Eskorbuto o Los Muertos de Cristo. ¡Qué buena idea!
Salí a buscar algo de comer. La Carpa Astros tiene una zona de food trucks, algo que también me pareció que contrastaba con las crestas y los pelos en pico que se formaban para disfrutar de un choripán. De regreso al foro, con las luces apagadas, asumo que ya va a empezar The Adicts, estelares de la noche. Pero no, los roadies siguen en el escenario mientras en los altavoces suena “Historia Triste” de Eskorbuto, buena forma de mantener tranquila a la audiencia.
Aprovecho esos minutos para buscar un buen lugar y observar lo que sucedía a mi alrededor. Un tipo maquillado se enoja al recibir una advertencia por fumar en el recinto, mientras un par de miembros de los servicios médicos del lugar levantan a un individuo que yace desmayado a un costado del escenario, mismo que una hora antes ingería cerveza como si de agua se tratara. Por fin, esto se empieza a sentir como un concierto punk.
El momento de The Adicts llegó. Baterista y bajista suben al escenario primero y empiezan a tocar lo que parece ser “Joker In The Pack”, cosa que confirmo en el momento en que las guitarras entran. Al ver a Keith “Monkey” Warren, vocalista, impresiona lo imponente de su presencia. ¿Cómo le hace un tipo delgado, bajo de estatura y de edad madura para verse como un gigante? Su actitud queda perfecta con su vestuario y maquillaje que a su vez emula a un personaje de La Naranja Mecánica. “Tango”, “Let’s Go”, “Numbers”. Los ingleses no hacían pausas entre cortes, todos tenía un mismo hilo conductor. A veces “Monkey” o Pete Dee, guitarrista, regalaban un "Gracias México, pero no más".
Cualquiera que haya asistido a un concierto de punk sabe que no puede esperar que la energía se agote. Jamás hay un respiro, o un tema lento. No existe el momento romántico de la noche o la improvisación eterna que sirve de excusa para ir al baño. Lo impresionante aquí es que no estamos hablando de una banda de novatos. No, estos músicos -al menos los miembros de la alineación original- llevan tocando este género poderoso y agresivo por más de cuatro décadas. Por eso no se puede creer que ni siquiera entre track y track se tomaran un respiro. “Give It To Me Baby”, “Go Genie Go” y “Bad Boy” destrozaban tímpanos y desgarraban gargantas.
Casi tocaron 30 temas. Llegando al final, dedicaron unas de las pocas palabras en español: “Esta canción es acerca de… ¡Cerveza!”, y el público enloqueció al saber que seguía “Who Spilt My Beer?”, himno dedicado al líquido dorado, ese que les vendían en 80 pesos y consumían con gusto. “This song it’s for you, Viva la Revolution”, exclamó Pete Dee cuando apenas terminaba el homenaje cervecero. Llegaba el momento del revolucionario “Viva La Revolution”, si quedaba alguien quieto en el recinto esta canción se encargó de levantarle el ánimo y atraerlo al gigante slam. “Viva La Revolution” se cantó a todo pulmón la Carpa Astros.
Terminaron, como siempre, con una versión ruda y rasposa de otro emblema -porque de esos hay muchos en el punk-, esta vez es uno que viene del fútbol, “You’ll Never Walk Alone”, melodía que alguna vez grabara Frank Sinatra y que cada domingo suena en el estadio del equipo inglés Liverpool. ¡Qué manera de cerrar!
Ordenadamente el público abandonó el recinto, sin hacer ninguna clase de locura punk, todos pagaron su boleto del metro y regresaron a sus casas después de un gran show, y vaya que lo fue.