Favoritos
Haz click en la banderilla para guardar artículos en tus favoritos, ingresa con tu cuenta de Facebook o Twitter y accede a esta funcionalidad.
“Caught By The Wind”, la baja temperatura que nos abrazaba a las afueras de El Plaza Condesa se disipa con el primer acorde de Stereophonics y destellos azules, “C’est la Vie”, tuvimos que esperar demasiado tiempo para presenciarlos de forma estelar en la intimidad del mejor lugar para disfrutar un concierto en la ciudad, la estructura que resistió el embate de la naturaleza, la guarida perfecta para escuchar con fidelidad los mensajes subliminales: “I Wanna Get Lost With You”, el chico que no dejó de abrazar a su novia durante todo el concierto, el whisky necesario, las emociones discretas que se convirtieron en catarsis. “Madame Helga” ofreciéndonos un té earl gray mientras observamos el gélido panorama de Cynon Valley al sur de Gales, Kelly Jones nos transporta con su voz a su lugar de origen, sonríe y señala su bandera entre el público, a partir de ese momento no dejaría de decirnos que éramos un público increíble.
“Have a Nice Day”, el deseo de que conciertos como este nunca terminen, “Maybe Tomorrow” como el primer gran estallido de gargantas en un inmueble a gran capacidad que se volcó en amor y aplausos ante una de esas bandas que tal vez conoces por una o dos canciones, pero que al observar en el escenario te sorprenden con su obra discográfica, con su historia musical, haciendo lo que más aman en la vida, demostrando que “Superman” más allá de ser un concepto existencial o un súper héroe de historietas es nuestra ansiedad por ser siempre los mejores. Ellos tocaban y nosotros brindábamos por los acordes, la energía, los momentos que vendrán, las personas que se han ido.
“White Lies” y el baile discreto en pareja o en soledad, “Sunny” y su perfecto toque festivo, como musicalizar el andar de Garrett Bale frente a la portería, “All In One Night”, demasiadas emociones en tan poco tiempo, el relato de una relación extraña nos funciona para redimir y recordar, para entender que en una noche pueden suceder demasiadas cosas, y que Stereophonics y su impecable accionar en escena es tan solo el principio. “Chances Are” y tres galeses a mi lado que brindan, bailan y dicen sentirse en casa, “Catacomb” y su furiosa y delicada tónica, “Mr. Writer” como perfecto preludio a uno de los momentos musicales más gloriosos de la velada con “Graffiti on the Train”, de la tranquilidad al desato sonoro, Kelly Jones desmembrando las seis cuerdas, el final dramático, el piano como réquiem por lo que nos depara. “The Bartender and the Thief” y su energía y el estribillo que recuerda a Motörhead y “Ace Of Spades”, el perfecto entendimiento de que la banda flota entre la fuerza y la delicadeza en un perfecto equilibrio.
“You make me feel like the one” se escucha en los altavoces emanando de la voz al mando y todos respondimos al acorde de la guitarra acústica, comienza la secuencia de inicio y El Plaza Condesa vivió el zenit al compás de “Dakota”: el canto esperado, el sentimiento que estalla, las frases que esperaban ansiosas su fuga de nuestra garganta y del corazón: “I don’t know where we are going now”, dónde terminaremos, por qué nos alejamos, cuándo recapacitaremos, cómo sobreviviremos. Las odiosas luces que anuncian el fin nos disiparon, pero felices emprendimos el camino a nuevas experiencias complacidos y felices, a tal grado que de camino a la fiesta, al despertar con resaca, y al relatar esta experiencia, siguen sonando los Stereophonics.