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Cuando se anunció la edición mexicana de Sónar las expectativas fueron altas, pues más que un festival de música, este se ha convertido en una celebración de la vanguardia y la experimentación. La gran interrogante era si la versión mexicana podía ponerse a la altura.
La gente comenzó a llegar desde temprano al Parque Bicentenario, locación que ha brillado por ser muy accesible y diferente a los venues que acostumbramos. El espacio, aunque vistoso, a primera vista parecía muy reducido y distaba mucho de lo que uno esperaba para Sónar. En esta primera edición, los organizadores optaron por el formato normal de festival.
Empezamos con un retraso de una hora en el escenario principal, lo que provocó cierta confusión y desconcierto con los horarios. Afortunadamente, los escenarios no estaban lejos y era fácil llegar de un lugar a otro.
Noa Sainz fue de los primeros shows en el Sónar Club, el escenario principal. La cantante y su banda se mostraron bastante emocionados y aprovecharon la oportunidad. Entregaron todo sobre el escenario e incluso compartieron algunas canciones nuevas.
Siguió Flohio, artista británica que desde su presentación en festival Ceremonia dejó a muchos sorprendidos. Varios de los que estábamos ahí veníamos por una segunda dosis de lo que mostró a principios del año. La energía que desbordó la rapera era contagiosa, tanto que la carpa se ahogaba en gritos y hasta hubo un mosh pit. Sin duda uno de los shows sobresalientes de este Sónar.
Del otro lado, en el escenario Sónar Lab de Budweiser, estaba Jesse Báez. El guatemalteco ya es uno de los favoritos del público y se nota. El cantante no tuvo que esforzarse mucho para convencer y animar a la gente.
Otro de los que se llevaron aplausos en este Sónar México fue Kidd Keo. El cantante español de trap decidió no irse por lo ordinario y lo sutil, nos trajo un verdadero espectáculo. Su show fue grande, memorable y justo lo que merecía esta primera edición del festival.
Antes de que cayera la noche, Nosaj Thing se hizo del Sónar Lab. Desde que se reveló el line up, el músico y productor estadounidense fue uno de los más celebrados del cartel. Los fans mexicanos mostraron su emoción y fue uno de los pocos momentos en los que la gente se hizo notar. La música estaba levantando los ánimos y calentábamos motores para ver a los esperados headliners.
Los asistentes habían terminado de llegar, no éramos muchos, pero sí suficientes para lograr una verdadera fiesta en Sónar. Sin embargo, con más gente un problema se hizo evidente: había suficientes barras y centros de cashless, pero solo un área de baños. Las filas de 40 o 50 personas para entrar a los portátiles obligaron a muchos a perderse el inicio de los shows o a buscar otras alternativas. La organización hizo un poco incómoda la experiencia, pero todavía quedaba mucho por ver y la gente mantenía los ánimos.
Por fin pude visitar el domo con LAO. Era un escenario llamativo, diferente y que evocaba la verdadera esencia del festival. El miembro fundador e integrante de NAAFI sorprendió con diversos estilos y varios invitados. En el mismo recinto también pudimos ver a Badsista con Cashu y a Fatima Al Qadiri, una de mis favoritas del festival por su naturaleza obscura y enigmática.
Para la segunda mitad de Sónar se hizo con BadBadNotGood. Los canadienses juntaron a la gente en el escenario principal y demostraron por qué eran uno de los actos más esperados, no solo del festival sino del año. Talento y habilidad fue lo que caracterizó su show, un espectáculo que maravilló sin necesidad de props o muchos visuales. Tuvieron problemas con el audio al principio, pero esos detalles fueron arreglados al instante y pudimos disfrutar de un concierto único, que dejó con buen sabor de boca y ganas de que vuelvan a visitar México. Charlotte Day Wilson como invitada en “In Your Eyes” y el solo de batería de Alexander Sowinski fueron dos de los mejores momentos de la noche.
Skepta prometía, desde un inicio, ofrecer el clímax de Sónar México y en un inicio fue así. El músico salió al escenario con un disfraz de La casa de papel, muy apropiado, por cierto, y comenzó fuerte con temas como “What Do You Mean?” y “Praise The Lord”. El Rey del grime constantemente estuvo exigiéndole a su público, demandaba movimiento, gritos y energía. A penas le pudimos seguir el paso, pero lo logramos. Creo que el rapero se fue agradecido con la gente y una buena impresión del público mexicano.
Finalmente, Richie Hawtin fue el encargado de cerrar la noche. Muchos estaban más que cansados, ya no podían más, pero el DJ británico logró moverlos como a Lázaro. Nadie paraba y esto habría seguido hasta el amanecer. Me quedo con esa sensación de Sónar, un festival que te hace creer implacable.
Más que una versión mexicana del festival de Barcelona, este fue un Ceremonia chiquito. La calidad y estilo que define a Eco, antes Grupo Sicario, pero no el concepto y tono que debió llevar como Sónar.
La prueba de traer este festival a México promete bastante y esperemos que crezca para poder tener ese ideal que muchos esperábamos. Roma no se hizo en un día y un festival de esa magnitud requiere de esfuerzo y el apoyo de una comunidad.
Queremos que Sónar crezca, que los organizadores se arriesguen con más y mejores sorpresas y la gente se involucre con este festival.