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Después de una gran cuarta (y última) semifinal, No Wrong Numbers se une a Blanco Gitano, Laphie y Purple Pig para disputar la final de Vans Sessions, la batalla de bandas más importante de la actualidad.
¿Cuál es el chiste de poner a competir a cuatro talentos en un ring?: la emoción. Ayer, cuatro bandas de distintas partes de la república se rifaron en el escenario y demostraron que el rock no ha muerto, aún.
La primera banda en subir al escenario fue Two Souls, originaria de Ensenada. Su rock fue bueno, una especie de pop rock bailable, con cierto parentesco con Quiero Club. A esto hay que agregarle su mensaje positivo de la mano de su casi slogan: “Y recuerda, no estás solo”, que en palabras de Karelly (vocalista) es uno de los motivos de su arte. Sin embargo, y a pesar de todas estas virtudes no se veían capaces de conectar con la audiencia más allá de los aplausos de cortesía al final de las canciones. Lástima, no fue su noche.
Los segundos en tomar el escenario fueron los locales Lechones Sangrientos. Su concepto y conexión con el público fueron bastante aceptables, sin embargo me imagino que su género no les ayudó mucho. Su música es pesada, densa, con bajos saturados y batería poderosa, en algún momento recuerdan a Primus, y eso no es decir cualquier cosa. Es una pena que ese tipo de música no sea tan bien recibida, al menos no en el mercado mexicano.
Tannen fue la tercera banda semifinalista, su look va muy de acuerdo con su música, la cual se puede disfrutar con una patineta en cualquier skate park del país. No es que tuvieran más talento, sin embargo parecía que estos tapatíos sí habían entendido el público (y los jueces) que tenían enfrente.
A pesar de todo aún faltaba lo mejor. No Wrong Numbers, llegó con todo al escenario. Al igual que sus antecesores, compartían concepto y filosofía, su música era buena y parecía un empate técnico con Tannen, solo que ellos tenían un plus: mejor manejo del escenario. Con sentido del humor se ganaron a los presentes, jueces incluidos, mismos que los declararon como justos ganadores.
Para cerrar hay que hacer una mención a la banda madrina de la noche: Sierra León. Su pequeño set sirvió de inspiración (o al menos eso se espera) para las bandas participantes, como siempre estos chicos demostraron que no importan jueces, si uno es talentoso y trabajador se puede conseguir lo que sea.
Por último, para las bandas no ganadoras de la noche: no importa ganar o perder, el arte es subjetivo, el talento no se puede medir por una actuación. La suerte no les sonrió hoy ¿y qué? Habrá más oportunidades y está en ustedes aprovecharlas.