01/Nov/2018
Fotos Jaime Fernández
Escuchar Maktub de Satori fue una experiencia por demás interesante. Dado este contexto llegamos a El Plaza con ilusión de presenciar en vivo y con full band lo que el mismo holandés denomina música para la iluminación y la energía.
Bajón al enterarnos que Djordje Petrovic y su Banda del Espacio saldrían al escenario hasta las 12 de la noche, pero bueno, las expectativas merecían la espera.
El concierto en general fue homogéneo. Parece complicado mezclar world music con electrónica y generar un producto que envuelva a la audiencia. A veces meditativo, otras con más punch de fiesta, el ritmo pareció nunca llegar a un clímax.
El uso del chelo eléctrico agregó un toque interesante a las texturas y el detalle de la flauta aunada a las secuencias no amarró por completo. A veces los instrumentos sonaban por encima sin lograr un todo musical.
Con un sencillo juego de luces y por momentos sin la banda entera, Satori ofreció una fiesta en la que el público definitivamente la pasó bomba, bailando y bebiendo, charlando y fotografiando.
La esencia de música del mundo permaneció, como era de esperarse, y si el cometido era deleitar con ambiente, la misión fue cumplida.
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