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Cuando disfrutas la experiencia en un festival de música, piensas que puede ser la suerte, pueden ser los ánimos, pueden ser los artistas que se presentaron en esa edición. Cuando sabes que irás por segunda vez, “puede que la experiencia sea buena” o “no creo que supere al anterior”. Te cuestionas. Pero, cuando la propuesta tiene calidad, se nota. Cuando hay un trabajo constante y dedicado a esos tres días del año (sin contar los sideshows), se nota. Cuando hay amor por la música se nota.
Eso pasa con el Primavera Sound, que en su edición madre, en Barcelona, realizada el jueves 30, viernes 31 de mayo y sábado 1 de junio, trajo una edición bastante alternativa y efectiva al mismo tiempo. Contó con headliners mujeres en todos sus días, lo cual para algunas perspectivas dentro de la industria “no podría funcionar”. A pensarlo dos veces.
Cabe recalcar que había propuestas musicales para todo público en sus más de 15 escenarios, espacios de baile y salones. Asimismo, mención especial al escenario Steve Albini, que el mismo festival quiso llamarlo así a modo de homenaje por el reciente fallecimiento del productor de música alternativa.
Nosotros decidimos empezar en clave punk. Los españoles de Mujeres nos siguieron el juego. El público no dejaba de gritar y pedir más canciones. Y, aunque todavía caía el sol y podría parecer temprano, los ánimos por ver que más bandas crecían. El punk no se quería ir, al contrario, hizo un pacto para quedarse. Así fue con Mannequin Pussy, cuya vocalista, Marisa Dabice, mantenía un statement riot grrrl. Ahora sí nos mandamos con el pogo con Amyl and the Sniffers. Amy Taylor es grandiosa, su sola presencia nos mantiene saltando, aplaudiendo y moviendo la cabeza todo el concierto. Es así que poco a poco llegaban los platos fuertes de esta jornada.
Vampire Weekend fue perfección. Fue volver a los años 2010-2015 y vivir la época dorada del indie-indie rock. El combinar música con visuales que nos simulan estar en un museo es una propuesta fascinante. Asimismo, las lámparas que colocaron en el escenario denotaba un ambiente cálido. Canciones del nuevo álbum no faltaron, y los visuales mantenían su nivel. Bajamos las revoluciones y nos vamos a ver a una leyenda del trip hop y de la música británica de los noventas: Beth Gibbons. Los años no pasan cuando ves a una artista que ha marcado generaciones con proyectos como Portishead. En esta ocasión, Gibbons presentó su nuevo álbum Lives Outgrown, con una presencia escénica y los sonidos que dejaron atónitos a los asistentes. Un largo aplauso se sintió desde la primera canción. Qué dicha.
Pasamos al encore con el mejor anfitrión que puede haber para la ocasión: Jarvis Cocker. Pulp no solo fue uno de los mejores actos de la noche, también lo es del festival entero. Hubo mucho cariño por parte de Cocker al público barcelonés. Se sintió. La fiesta continuó con Justice y Peggy Gou, cuyos DJ set no tienen nada que envidiar a los que hicieron en Coachella.
El día dos lleva el nombre de Lana Del Rey. Pero antes, Ethel Cain con una hermosa voz deslumbra y nos lleva a lo etéreo. Además, con su camiseta de Palestina, nos dice que es imposible no ser distantes con la situación en la Franja de Gaza. Siguiendo los pasos está The Last Dinner Party, quienes dieron razones del por qué son una de las bandas que se están posicionando en la escena indie británica. La escena estadounidense no se queda atrás. Los siempre precisos y queridos Yo la tengo nos volaron la cabeza y Dogstar, banda del actor Keanu Reeves, nos traía los sonidos del rock alternativo hechos en el último lustro de los 90.
Posteriormente, no pudimos dejar de gritar “Troye babyyyy” porque Troye Sivan subió al escenario y fue como el sol que te abraza en verano. Canciones como “Rush” o “One of your girls” fueron las más aclamadas. La noche se hizo para ver a Lana Del Rey y The National. El nivel de músicos que cuentan ambos eleva la calidad de todo lo que muestran en el escenario. Las emociones que despertaron fueron profundas en los asistentes.
El último día empezó con The Lemon Twings y Royel Otis, propuestas que les recomendamos escuchar, debido a la merecida relevancia que están obteniendo dentro de la escena alternativa mundial.
PJ Harvey merece un párrafo aparte. Nos es imposible encontrar las palabras precisas para definirlo, pero trataremos. La música llegó para presentar su nuevo álbum I Inside The Old Year Dying. Nubes grises, lluvia. Ella impecable y hasta disculpándose por no acercarse tanto a la gente. La lluvia continuaba con más fuerza y Harvey se iba sintiendo más cómoda en el escenario. Imposible no recordar que Steve Albini le produjo uno de sus discos más exitosos, Rid of me y también era imposible que ella no lo recordara. Toma la guitarra acústica y le dedica “The desperate kingdom of love”. Era una forma de decirle hasta luego. Punto aparte para canciones como “Black hearted love” y “50ft Queenie”, las cuales no tocaba desde hace varios años (2009 y 2017 respectivamente).
Rebel Girls rindiendo tributo a otras rebel girls. Así se sintió cuando en un momento del concierto de Bikini Kill, la vocalista Kathleen Hanna, muy punk, dice a la audiencia mientras abre la botella de su jugo “esta es la orina de PJ Harvey” y se la bebe. Hanna y Bikini Kill siempre espectacular. No hay nada que refutarles.
Mitski fue arte, los rayos que cayeron en esos momentos hecho concepto. Qué bien ganado se tiene su lugar dentro de la música. Luego, SZA con una voz hermosa nos provocó volver a escuchar su álbum más aclamado, SOS. Mientras, el cuarteto japonés Atarashii Gakko!!! nos dijo que el cielo es el límite cuando se trata de hacer música. Fueron perfección y disciplina. Para terminar Charli XCX y su hyperpop llevaron la experiencia de la electrónica a un nuevo nivel. Los singles de su nuevo álbum, Brat, sonaron estupendos. Ya queremos escucharlo completo.
Fue una edición épica, con instantes musicales que nos atraparon de principio a fin. ¿Podrá ser superada esta edición con la del próximo año? La valla está muy alta.