Favoritos
Haz click en la banderilla para guardar artículos en tus favoritos, ingresa con tu cuenta de Facebook o Twitter y accede a esta funcionalidad.
Patrick Watson recuerda que a los 16 ó 17 años era demasiado cursi e idealista. Algo que seguramente lo hubiera avergonzado años después si hubiera sido el líder de su banda de aquel entonces. Luego descubrió a Debussy y un mundo nuevo se abrió delante de él. Cuando le preguntan sobre las canciones que escribe y cómo es posible que la gente se puede identificar con ellas, se ríe. Dice que a él no le gusta escribir canciones que podrían salir de un diario, como podrían ser las de Sufjan Stevens. Pero quizá se equivoca. Las palabras que expresa Patrick Wilson, también condensan emociones primordiales.
El Plaza Condesa se ha consolidado como uno de los mejores venues de la CDMX. Íntimo. con buen sonido. Las perfectas paredes para escuchar a alguien como Patrick. En el imaginario popular, es conocido como canadiense. En realidad nació en California pero desde pequeño se crió en el país vecino. Recientemente trabajó en el disco de Leonard Cohen —probablemente el canadiense más ilustre en la música, junto a Joni Mitchell o Neil Young— y, con vergüenza acepta que le gustan más las entrevistas que dio Leonard, a las letras que lo han inmortalizado. Patrick es un músico versátil, mejor letrista de lo que él cree y es creador de sentimientos.
Wave, su más reciente producción, es un trabajo maduro. En su manufacturación, dice, escuchó a Frank Ocean y a otros pilares del R&B. Hasta parece que se muestra más al descubierto. A pesar de que tiene formación como jazzista, admite que el groove es algo que nunca te enseñan. Algo que cuesta perfeccionar. La verdad es que, cuando ves un sintetizador análogo con un piano vetusto y focos con resistencias llamativas y cajas de cristales giratorias, el groove pasa a segundo término y el efecto es embelesante.
“Dream for Dreaming” empezó sin advertencias. Es uno de esos cantantes que no necesita del estudio para sonar impoluto. La voz frágil y la facilidad de las manos al teclado son rasgos distintivos. Aunque nunca hayas escuchado una canción de Patrick Watson, instantáneamente piensas que es diferente. En su haber, tiene diferentes etapas. Sí Wave es más despreocupado y con menos producción, discos como Love Songs For Robots presentan a un Patrick pletórico. Magnánimo. Tiene canciones como “Hearts” que, cuando sonó en El Plaza, se pudo llenar cada espacio con notas, cantos y manos al aire.
La verdad es que ambos Patrick se llevan bien. Parecen ir de la mano. El íntimo que, junto a un foco, dos guitarras y Florencia —la cantante de Celest— encuentran un resquicio público para hacerlo particular, o el que, acompañado de una banda de excelentes músicos, parece un músico de festivales. De esos que hacen corear a un estadio las canciones que escribió en algún momento de aburrimiento. “Places You Will Go”, “Turn Out the Lights”, “Melody Noir” o “Broken” tuvieron un efecto contrastante. El silencio de la apreciación, y los cantos sin intención. Es una mezcla particular la que se vive con Patrick Watson.
Al final, entre risas, anécdotas al aire y muchas acomodadas de pelo, lo que tuvimos la oportunidad de presenciar, fue a un artista con una plenitud musical y compositiva singular. Es probable que haya sido el mejor momento para ver al músico norteamericano y, cuando salíamos a las calles de la CDMX, las sonrisas denotaban, precisamente, satisfacción.