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Los ritmos avant garde creados en los 60 por Os Mutantes siempre han sido considerados dentro del culto musical. La formación de este grupo brasileño nos ha dejado excelentes mezclas de ritmos entre el psych rock y la vibra carioca de sus raíces étnicas. Una maravilla para generaciones actuales y presentes.
Por fortuna El Plaza Condesa fue el recinto encargado de recibir a este conjunto legendario con uno de los fundadores originales: Sérgio Dias. Él, con una aterciopelada túnica, y compañía se hacían presentes –sin teloneros esta vez– por segunda ocasión en nuestro país. El inicio no fue el mejor con el público un poco disperso, sin embargo cada uno de los pocos presentes sabía lo que tenía enfrente y se permitió gradualmente disfrutar de estos ricos matices y colores de su país de origen: Brasil.
Es acento brasileiro se escuchó en la interacción con el público desde los primeros minutos de la velada. El folklor y actitud de la banda llenó poco a poco de sabor el show entre percusiones, guitarras impecables y una poderosa batería. La apertura se llenó de sabor con una tercia de canciones espectaculares –las dos primeras de antaño– como “Victoria”, “Tecnicolor”y “Time & Space”.
Los años han pasado y Os Mutantes mantiene un fantástico show para el baile y fiesta –siempre es agradable imaginar lo que acontesía en sus mosos años setenteros–, cada uno de sus actuales integrantes se acopla de la mejor manera al ritmo de Sérgio; desde Esmeria Bulgari en los coros hasta el jam en el bajo de Vinícius Junqueira.
Limitando sus frases en español y disculpándose por algunas fallas técnicas en los primeros 30 minutos, Dias fue durante la noche la voz de la experiencia: sus solos de guitarra conservan los toque ágiles de frescura y cadencia rítmica; su voz mantiene la esencia que popularizó a la banda en discos icónicos como Os Mutantes y Tecnicolor.
Después del largo incidente en su guitarra, Dias con humor juró que “tendría su venganza”, y vaya que después de esta frase la noche explotó. Acompañado de los dulces coros de la joven Carly Bryant –a quien por el look le nombraba la Alanis Morissette de la banda–, Cláudio Tchernev convirtió su batería en una conga para deleitarnos con canciones tremendamente emocionantes, es así que escuchamos “El Justiciero” –donde hacía burla de lo sucedido con Neymar–, “Bat Macumba”y “A Minha Menina”.
La nostalgia nos invadió profundamente con “Balada Do Louco”, una dicha estar presente escuchando en vivo este track, aún sin haber vivido la magnífica presencia de este proyecto en décadas pasadas del conjunto original.
La noche se transformó en un caluroso carnaval psicodélico con “Ando Meio Desligado” y “A hora e a Vez do Cabelo Nascer”. Para el cierre del show de los paulistanos, tuvimos dos pequeños encores, uno para seguir la emocionante celebración con “Panis et Circenses” y después para homenajear con “Baby” a un ídolo internacional de la cultura brasileña como lo es Caetano Veloso.
Puede ser que la relación entre mexicanos y brasileños en estos días siga siendo sensible ante la eliminación del mundial, pero las sensaciones que la música produce siempre pueden curar los temas de cualquier índole. Qué fortuna haber presenciado este mágico show.