Favoritos
Haz click en la banderilla para guardar artículos en tus favoritos, ingresa con tu cuenta de Facebook o Twitter y accede a esta funcionalidad.
Al filo de las 9:30 de la noche, El Plaza Condesa se iluminó con tres gigantes pantallas, que dejaban leer las iniciales del grupo: OBK, al tiempo que Jordi Sánchez tomaba el micrófono y una ola de gritos y aplausos se desató. Con la emoción en la cara, “La contraseña” fue la canción elegida para abrir este concierto. Sí, el coro fue cantado por todos los que estábamos en la pista, pero fue con “Tú sigue así” que la emoción dinamitó.
Palmas al aire pedidas por nuestro frontman que se sabía querido y dueño del momento, no dejaron de sonar en la mayoría de las canciones. Parte de la trascendencia de OBK, se debe a sus letras libres de tapujos, que celebran la diversidad sexual: “Oculta realidad” fue un grito de guerra que resonó todo el recinto con la frase “lo feliz que soy con él”. Mezclando temas clásicos y nuevos, el hipnótico beat de “Revolución” aceleró los cuerpos y calentó el ambiente, haciendo caer la ropa que pudiera estorbar al momento de bailar, siendo el mismo Jordi el que empezara a dejar caer las prendas.
El sube y baja de emociones comenzó con la inesperada “Quiéreme otra vez”, que se cubrió de tintes rojos, despertando el sentimiento del público mientras interpretaban con las manos la letra de está canción. No hay nada que el amor no mueva en este mundo, no hay persona que no sepa lo que es tener roto el corazón.
Las luces bajaron, los corazones se aceleraron y la conocida melodía acústica de “Falsa Moral” hipnotizó a todos. Recuerdos o esperanzas, en ese momento la pista de baile tuvo un sentimiento comunal. Los besos y las lágrimas rodaron mientras cantaban: Y no... no quiero más clases de falsa moral, que nadie es culpable por amar… Ya teniendo a todos en un estado contemplativo “La Princesa de mis sueños” permitió apreciar los sutiles matices de la composición, que Jordi buscó impregnar en su último disco, donde la electrónica no predomina.
Un grito estridente fue la mejor demostración de cariño a los españoles, quienes hicieron arder el escenario, cubriéndolo de llamas para interpretar “Lucifer”. Los celulares se han vuelto un dolor de cabeza para muchos en los conciertos y este no fue la excepción: “Dejad los móviles, que lo estamos grabando nosotros”, pidió Jordi, logrando más vitalidad en “El Cielo No Entiende”. Después del juego de abandonar el escenario por unos momentos, la espera por ver a Moenia compartir el escenario con ellos terminó, dándole un nuevo sabor a “Yo no me escondo” con la característica voz de Alfonso Pichardo.
No podía ser otra canción más que “Historias de amor” la que terminara con está presentación, acompañada por una lluvia de papeles metálicos que aumentaron la euforia y el baile del público. “Esto no fue un concierto fue una fiesta y que las historias de amor sigan por mucho tiempo”, fue la frase con la que Jordi abandonó el escenario, dejando en claro que hay mucho OBK para el futuro. Fueron alrededor de dos horas donde todos los fans fueron complacidos al repasar temas clásicos de su discografía y manteniendo siempre el contacto y el sentimiento a tope.