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Con Declan McKenna el martes y la banda de Essex el jueves, esta ha sido una semana muy atípica, ya que pudimos ver a la próxima generación de melómanos invadir los recintos de la CDMX. Para los que asistieron a uno o ambos conciertos, se dieron una idea de lo que será el futuro de la audiencia capitalina. Hay mucho que decir sobre estos fans colegiales, pero lo más importante es que cada vez los hacen más ruidosos.
Llegué en punto de las 21 H. y la fila ya le daba la vuelta a la cuadra, la exaltación estaba latente, estoy seguro que para muchos era su primer concierto (¡lo que les esperaba!). Desde que abrieron las puertas las muestras de júbilo fueron constantes. La gente fue directo al escenario, a esperar a los británicos. Los que tomaron la decisión de ir por una cerveza primero, se encontraron con la sorpresa de que les tocaba la otra mitad del recinto, hasta atrás.
Muy jóvenes, pero muy pacientes. A pesar de llevar unos minutos esperando, y con el foro a tres cuartos de su capacidad, no hubieron chiflidos. De hecho, estaban disfrutando de las canciones que se estaban pasando. Por supuesto, cantaban temas de los Arctic Monkeys y The Strokes. Muchos tomarían esa situación en gracia, pero de hecho su fascinación era contagiosa y te hacía preguntar: ¿en qué momento nos superó la pretensión?
Primero salió Sierra León, inmejorable opción para el momento. La banda salió a desbordar energía en el escenario y a ganarse al público desde el primer minuto. Pero no solo tenían gran ímpetu y carisma, también impresionaron con su talento. Riffs espectaculares, una poderosa batería y descomunales vocales provocaron una buena respuesta por parte del público. Los de Nayarit lo tienen todo, es uno de los grupos mexicanos más prometedores que he escuchado últimamente, y espero escuchar de ellos más seguido.
Desde que salió Nothing But Thieves, el Foro Indie Rocks! reventó con ensordecedores gritos. La agrupación inició con "I'm Not Made By Design", uno de los sencillos promocionales de su último álbum. Aunque la banda empezó con fuerza y uno de los temas donde expresan mejor sus capacidades, su sonido se ahogó con los alaridos de sus fans.
Ya con "Ban All The Music" se les podía escuchar mejor. El público no estaba consciente de lo que hacía, pero eso fue lo mejor, en realidad se va a un concierto a vivir una experiencia única e irrepetible, a estar cerca de tus artistas favoritos y compartir ese momento con gente que le gusta una banda tanto como a ti, o incluso más.
Con "Wake Up Call" y "Soda" los ánimos empezaron a calmarse un poco, la batería empezaba a sobresalir. Con dos álbumes de estudio y un set de dos horas, era muy probable que la banda soltara la mayoría de su repertorio. Los pronósticos eran buenos, todo prometía ser un show memorable.
El público saltaba y se empujaba con los temas dinámicos de Nothing But Thieves, pero también sabían disfrutar cuando las canciones no eran desenfrenadas, como con "Broken Machine". A pesar del entorno poco experimentado, siempre se comportaron atinadamente.
Llegó "Live Like Animals" y el furor se volvió a hacer presente. Este fue uno de los pocos temas donde se pudo escuchar bien la voz de Conor Mason, ya que la mayoría solo alcanzaba a repetir los coros. Nuestra condición de hispanohablantes se manifestaba.
Parecía que cada instrumento tenía una canción donde era protagonista, su oportunidad para sobresalir. En el caso del bajo fue "Drawing Pins", a pesar de que cuenta con un breve, pero efectivo solo de guitarra; y para la batería "Honey Whisky". Estos fueron de los sencillos que pusieron los ánimos en el lugar perfecto, pues se mantuvo cierta vehemencia, pero sin la tensión del ajetreo.
Con los primeros segundos de "Particles" el público enloqueció, a pesar de que esta es una canción que avanza progresivamente, los fans le dieron impulso de principio a fin con sus desmedidas entonaciones, gritos y aplausos.
Ya solo nos quedaba esperar más éxitos, lo mejor de lo mejor de Nothing But Thieves, y así fue. Siguió "Trip Switch", aunque esta más que ser aplaudida logró respuesta a partir de la agitación y sacudidas del público.
La gente estaba sudada, pero no cansada, tenían una resistencia impresionante, o tal vez ignoraban la fatiga con la esperanza de escuchar las canciones que pidieron desde el principio del show. Aún no llegaban, pero a cambio los británicos interpretaron "Immigrant Song" de Led Zeppelin. Cover que, para mi sorpresa, estuvo a la altura y dejó en claro las capacidades vocales de Conor Mason.
El entusiasmo se mantuvo, e incluso incrementó con "I Was Just A Kid", uno de los temas principales de su segundo álbum de estudio. Después de eso, y con muchos infaltable pendientes, la banda tocó "If I Get High" y se fue del escenario.
Estábamos conscientes de que el grupo volvería a salir, pero con tres de sus éxitos sin tocar, la angustia para algunos era inevitable. Los encendedores salieron al aire, no era precisamente correcto, pero me alegró saber que hay cosas que no se pierden. Tras cinco minutos de llamado y cánticos, Nothing But Thieves salió una vez más.
Inició con "Lover", algo inesperado, definitivamente no era lo que quería la gente. Pero todo se arregló al poco tiempo con "Itch", que obtuvo mejor respuesta, aunque no la entrega total, ya que muchos aún guardaban energías para la cereza del pastel.
Con nuestro último aliento, un esfuerzo final se logró para "Amsterdam". Sabíamos que ese iba a ser el final y no los íbamos a desaprovechar. Saltamos tan alto como pudimos; cantamos fuerte, a excepción de algunos afónicos; y nos acercamos al escenario en busca del setlist o una plumilla. Los de Nothing But Thieves se fueron con una sonrisa en el rostro, sabiendo que esta había sido una noche especial, incomparable. Algo que ellos y nosotros siempre vamos a recordar.