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La ambientación, después de todo, se presta mucho para fiestas. Pude imaginar perfecto un festejo de alguna compañía de telefonía, bebidas alcohólicas o marca de ropa. La celebración de una revista se prestaba, pero quizás la selección musical no fue la más afortunada para las circunstancias. Todo inició con el set de DJ Smurphy, quien arrancó su set con beats austeros, sonidos ambient que provenían quizás de otra galaxia y su voz etérea, casi muda. Se notó lo inapropiado de la atmósfera, ya que estaba lleno de concurrencia dispuesta a enfiestar en un lugar con apertura adecuada y lo avant-garde de su repertorio sacó de onda al respetable, quienes se debatían entre aplausos y rechiflas.
Posteriormente, tocó el turno de Los Macuanos. La dupla tijuanense cambió de inmediato la jugada al lanzar ritmos que oscilaban entre lo tropical y lo electrónico, como ya es su costumbre. Gracias al desnivel de la pista, empezó a parecer un mar increíblemente picado de manos y cabezas que descendían y se alzaban en la euforia. Para acentuar el ánimo, una chica con aro hula-hula iluminado con luces LED se zarandeaba al ritmo de la música, incrementando el trance de los asistentes.
Cuando tocó el turno de Jaar, la escena ya estaba puesta para que se diera una aleación de lo bailable y lo experimental, después del mood impuesto por los actos previos. “Ah, plan con maña” pensé. El músico chileno-americano desató su house poco convencional compuesto primordialmente por canciones de su excelso Space is Only Noise para luego campechanearlo con algunas mezclas en vivo. Tratándose de un foro más expandido, pensé que iba a traer instrumentistas para apoyarlo, pero sólo basto una laptop para que el respetable se rindiera ante su música. Poco más de una hora después, la fiesta seguía. Fue de esas instancias donde el resto deja de importar y el centro del universo se encuentra en el aquí y ahora, sólo o acompañado, pero con música increíble de fondo.