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Ir a Mutek es enlistarse en un viaje al cual estas dispuesto a abrir la mente, las emociones y los sentidos a atmósferas sonoras inquietantes, rítmicas, desorientadas o abstractas. Para el Nocturne 1 presentado por Adidas, La Fábrica nos recibió con un nuevo acomodo, que redujo el escenario principal y dejaba a las instalaciones una buena parte de su espacio.
Nuestro recorrido inició temprano con Murcof, con una sensibilidad sonora inigualable, este productor nos trasladó a otro universo durante su set. En los visuales estuvo acompañado por Jimmy Lakatos, quien la primer parte jugó con lasers de colores que acompañaban la sutileza de las atmósferas que escuchábamos, creó su propio universo de luz y nos sorprendió con nebulosas que casi se podían tocar con las manos.
Fernando Corona es un experto en crear paisaje sonoros de ciencia ficción, nos envolvió en su sonido y para cerrar su set nos presentó una pulsión mecánica, un corazón mecánico que nos recordó como es que la música electrónica funciona, mientras nos abrazaban luces rojas creando un sentimiento industrial. A pesar de la garantía que representa Murcof, el espacio en que se presentó no fue el más adecuado, como tampoco las grandes cantidades de humo que acompañaron los últimos minutos de su presentación.
Siguiendo el recorrido por los productores nacionales entramos a la nueva Sala C para escuchar a NRMN, su sello es un techno duro, que se mete entre los huesos y provoca frenéticos movimientos en el cuerpo. No éramos muchos en la pista, pero todos comulgamos bajo la misma intención de disfrutar de un buen rato de baile, mientras escuchábamos líneas de bajo furtivas y samplers alienados. El entusiasmo que se vivió fue único, para cualquier lugar al que miraras te encontrabas con brazos al aire, sonrisas y hasta flores llegaron para el productor, que resaltaba en el fondo platinado de este escenario compartiendo su emoción.
Este festival ha vuelto una constante presentar en sus primeras horas a los actos nacionales sin importar el género que manejen, algo que debería replantearse, porque ¿qué pasa cuando colocas a un productor como NRMN en medio de actos que no se dirigen a la pista de baile? Se provoca un choque, un corto circuito en el cuerpo que busca seguir con la misma energía, que no va a encontrar hasta horas después.
Cambiando a la Sala B, donde se encontraron las propuestas que más me atraían de la noche, me reencontré con Tim Hecker, un productor al que le gustan las sombras, acoge el ruido y esta vez, con ayuda de The Konoyo Ensemble nos presentó una detallada producción que volvió rápidamente inquietante a este espacio. Tim atacaba al oído, no era un show apto para los que buscaban melodías rítmicas, hizo crujir el alma de las máquinas y de los presentes.
Para media noche los ritmos para la pista de baile comenzaron a crecer con el español John Talabot y su techno suave, acompasado, que daba un respiro a la experimentación. Mientras en la Sala B el ambient de Fennesz & Ali M. Demirel cumplían con la creación de ambientes sonoros matizados con noise y visuales a blanco y negro, para resaltar la abstracción de su último álbum, Agora.
Mutek este año presentó un cartel con una gran carga femenina, para muestra la tripleta de mujeres poderosas y entregadas a los beats que se presentaron de forma continua en la Sala C. Por más de tres horas, crearon la misma sensación incendiaria y futurista, complaciendo las diferentes necesidades que el cuerpo demanda en un festival de música electrónica.
Enfundada de un traje blanco que nos hacía recordar cualquier película de Star Trek, Caterina Barbieri se colocó detrás de su centro de control y se convirtió en la capitana de un viaje modular cargado de elegancia, encapsuló timbres agudos de aparente simplicidad para liberarlos con su voz y convertirlas en energía, acompañada por ensoñaciones interestelares que se presentaban en la enorme pantalla que tenía detrás.
Con una fuerza dominante Aïsha Devi nos recibió con ritmos compulsivos y ferocidad, estaba aquí para dinamitar la pista. Bailaba, agitaba su cola de caballo de un lado al otro y su canto fantasmal enchina la piel. Llevando su set entre el espasmo y la contracción, bajos profundos, luces delirantes que atravesaban la oscuridad como cuchillos y voces rugientes. Con una desbordada emoción agradeció estar en nuestro país y compartió su felicidad a una abarrotada.
Aunque con un horario complicado, Deena Abdelwahed llegó con toda la intención de complacer a los seguidores que permanecieron con gran actitud ante a ella, presentó su último disco en vivo cuidando que cada detalle siempre se mantuviera perfecto, por eso que en un momento pidió se dejará de lanzar humo, que distraía y molestaba a las personas que querían hacer suyo el espacio y bailar sin complicaciones.