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Allá va la celebración de los quince años de MUTEK en México. Tras Nocturne 1, más tranquilo y clavado, la edición 2018 del festival de música electrónica más importante del país comenzó su cierre con un programa lleno de baile y sonidos abrasivos. Se hizo evidente que los asistentes habían reservado sus energías para el Nocturne 2: los escenarios y las barras de bebidas se sentían llenos y el público parecía más inquieto que el día anterior.
El dúo Nonotak, habituales de MUTEK, se despidieron del festival con su show Eclipse tras haber ocupado en la semana el domo digital del Papalote Museo del Niño. Ya conocíamos la aproximación arquitectónica al arte digital de Noemí Schipfer y Takami Nakamoto, que consiste en sutiles manipulaciones del entorno espacial para generar experiencias inmersivas. Quizás el escenario les quedó grande o la producción pequeña, pero el show de anoche no fue tan espectacular como trabajos anteriores del dúo transnacional. Sobre precisos ritmos electrónicos, vectores de luz se desdoblaban para dar lugar a un espectáculo que parecía más un concierto de techno que una experiencia visual.
En la sala C, que anoche estuvo más llena que nunca, Delia Beatriz presentó un nuevo set de dark ambient. Como Debit, la mexicana expatriada en Nueva York ha sido constante en sus lanzamientos que fusionan el ambient con la música de club y una sensibilidad latina, lo cual resulta siempre en una reflexión sobre la relevancia cultural del DJ en la actualidad. La tarima decorada con plantas del escenario C, combinando lo orgánico y lo lumínico, fue el escenario idóneo para un set que, como las runas proyectadas detrás de Debit, entregaba códigos arcanos que hablaban del presente y del futuro.
Una constante en esta edición del festival, o por lo menos en este segundo programa nocturno, fue la supremacía de los shows conducidos por mujeres. Edna King presentó ante un público enérgico un set tan emocional, femenino y humano como abrasivo y violento. Crueles ritmos de breakbeat y dark techno arrancaban a los presentes vitoreo que parecían animar a la canadiense. Curiosamente, éste fue uno de los momentos más festivos de la noche.
Uno de los momentos más esperados del Nocturno 2 demostró ser también uno de los más herméticos. Lageos, la colaboración de Actress con la London Contemporary Orchestra, sigue siendo uno de los lanzamientos más sorprendentes del año y los mexicanos estábamos expectantes de ver el show de uno de los músicos electrónicos más histriónicos e impredecibles del momento. Desde hace 10 años, Darren Cunningham ha formado una carrera en la que es imposible clasificarlo ni como productor ni como DJ, que puede pasar en segundos de lo barroco a lo minimalista, de lo orgánico a lo robótico y de lo clásico a lo disidente. El set de ayer, menos cruel que, digamos, el de Amnesia Scanner, no fue sin embargo menos desconcertante. El inglés se encontraba escondido detrás de su mesa, de forma que, a ratos, la única presencia remotamente humana sobre el escenario parecía ser la de un organismo humanoide, ni ser viviente ni robot, parado detrás del micrófono con pose desafiante. La música iba del noise al glitch, en un crescendo improbable y estéril, aparentemente más interesado por los silencios entre sonidos que por los sonidos mismos.
El holandés adoptado en Chile, Uwe Schmidt también fue una presencia importante y recurrente en esta edición de MUTEK. Pudimos verlo el jueves en colaboración con Robin Fox y anoche lo vimos presentando Deep State, un espectáculo iracundo y meditativo acerca de los mecanismos de control propios de la modernidad global. Detrás de Atom™, imágenes militares se encadenaban con grabaciones de brutalidad policial. Con su peculiar sensibilidad pop, que lo lleva a explorar cánones estéticos alejados de lo que entendemos por “arte digital”, Atom™ tocó un techno industrial e insistente, recordándonos quizás que la tecnología no sólo son lásers y luces, sino también los aparatos de opresión que paralizan nuestra frágil democracia.
Tras una larga espera, pudimos ver en el escenario C a Varg. En lo que constituyó uno de los sets más certeros de la noche, el sueco Jonas Rönnberg se lució con un recorrido por ritmos de ambient, de dark techno, de industrial e incluso sonidos que podrían parecer de trap y rock gótico. El entusiasmo del público contrastaba con la atmósfera oscura del show. “It’s a Cold world”, nos recordó el último sample del set. Y todos nos fuimos.