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Los últimos serán los primeros. Y es que los fans más apasionados que corrieron a comprar su boleto en cuanto Muse anunció que la CDMX estaría dentro del Simulation Theory Tour, se quedaron en segundo plano al ver que la nueva fecha –debido al sold out– sería el día antes. Por lo tanto, sin afán de provocar prejuicios (positivos o negativos), procedemos a contar cómo fue esta primera fecha.
The Ruse, la banda telonera de Muse, sabía que no podía pedirle mucho a un público que llevaba en algunos casos, desde el día anterior esperando a la banda británica. Sin embargo, con unas cuantas palabras en español y mucha energía, aprovechó sus 40 minutos con su accesible y pegajoso rock. Aunque, siendo honestos, su estilo no conectaba bien con Muse. “¿Quién elige a los abridores?”, escuché decir por ahí.
Al tener antecedentes de la producción de esta gira en otros países, las expectativas eran altas. Además, bien sabemos que Muse, aunque no necesita visuales pues su música ya es exquisita, invierte mucho en su escenario para dar una experiencia totalmente diferente. Así, esperábamos, pelotas gigante, drones por doquier, un bonito show de luces empatadas de manera impecable con cada acorde, y sí, un robot/demogorgon/alien gigante. Lo tuvimos, sí. Como nos lo imaginamos, no.
El comienzo fue lento, utilizando como intro “Algorithm”. Algo para despertar la intriga y comenzar a analizar los detalles en el fondo: las luces, las formas y a los sujetos con trajes iluminados que comenzaban a salir al escenario para moverse en perfecta coordinación. Le siguió “Pressure” que mantuvo los ánimos calmados. Los asistentes comenzamos a despertar al escuchar al sargento previo a “Psycho”. “Break it to Me” animó a varios, pero no hay ambiente aún. Este crowd anda muy calmado.
Y hasta parece que Matt lo siente porque nos invita a cantar “Uprising”. Sin más, nos cede el micrófono y sí, la coreamos completa, al igual que “Plug in Baby”. Sin embargo, todavía falta algo. ¿Acaso estamos muy viejos para disfrutar al full un concierto? No lo creo, lo que faltan son los clásicos.
Estaba en lo correcto. Cuando llega “Supermassive Black Hole” ya se siente la vibra rockera, ese deseo de mover la cabeza con un poco de air guitar. Le sigue “Thought Contagion” que conectan con “Hysteria” y hay un boom de emoción. Ese solo de bajo nunca pasará desapercibido.
Después Matt nos pide levantar nuestros flashes para que el entorno luzca tan bonito y esperanzador como la letra de “Dig Down”. Y es en este momento cuando realmente empieza el concierto. “Madness” cambia el mood de esta noche totalmente. De ahora en adelante, todo serían gritos, saltos y brazos levantados.
“Time Is Running Out” y “Starlight” definitivamente son momentos destacados, pero no son EL MOMENTO. Ese llega cuando se escuchan los primeros acordes de “Stockholm Syndrome” al momento en que comienza a salir un alien/robot gigante que nos impacta con sus movimientos durante un medley compuesto de “Reapers”, “The Handler” y, sorpresa, “New Born”.
Así es como Muse se supera de nuevo en cuestión de visuales. El final es el de siempre. ¿Por qué? Porque funciona perfecto. “Knights of Cydonia” es la pieza perfecta para unirnos a todos en un grito de guerra común y despedirse dejándonos con la frente en alto y completamente satisfechos.
Lo bueno: El setlist en general. Siempre querremos alguna joya que no se ha escuchado desde hace años. Por ejemplo, ¿cuándo fue la última vez que tocaron “Space Dementia”? Sin embargo, cuando se trata de agrupaciones con tanta historia y hits como Muse, no podemos pedir tanto. Así, el setlist de hoy fue equilibrado y complaciente.
Lo malo: El sonido. Al ser un venue abierto, el juego de láser quedó mucho a deber. Al igual que el sonido, que no alcanzaba a llegar a las gradas con la potencia que hubiéramos querido y que desafortunadamente en varios momentos se cortaba dejando a Matt y a Chris un poco desconcertados cuando había alguna interferencia a la mitad de un solo de guitarra o bajo. De igual manera, la ecualización no fue la mejor. Y, si bien muchos agradecimos que el bajo fuera lo principal, estaba saturado y opacaba la guitarra.