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Intento recordar la primera vez que escuché a Molotov, me parece que fue cuando iba en segundo de primaria; mi tío, que tan solo me lleva siete años, llegó de la escuela y puso a todo volumen “Puto”, me impactó a pesar de que, no bien llegado al minuto de reproducción, mi mamá le ordenó que lo quitara pues seguro pensó que no era una canción apropiada para mí, un infante de siete u ocho años. Tiempo después corearía esa canción junto a mi madre en un Vive Latino, pero esa es otra historia.
Han pasado dos décadas desde que mis oídos escucharan por primera vez a este cuarteto irreverente y rompe madres. Mucho cambió desde entonces: la libertad de expresión dio pasos agigantados, decir groserías ya no es considerado vulgar, es más, ahora ya existen estudios que dicen que una persona grosera vive más feliz y es más inteligente, siguiendo este análisis, Tito, Randy, Micky y Paco deben ser las personas más felices sobre la tierra y su intelecto se debe equiparar al mismísimo Albert Einstein.
Es curioso que una banda que forma parte primordial de la historia del rock, que ayudó a moldear el lenguaje, que le dio voz a la protesta de una juventud que estaba harta pero que no se identificaba con los encapuchados chiapanecos, jamás se hubiera presentado en un recinto tan importante como el Palacio de los Deportes, al menos no sola. Veinte años tuvieron que pasar para que el domo de cobre fuera testigo de como Molotov, y 21 mil personas más, gritaron a todo pulmón: ¡Viva México Cabrones!
Al repasar la discografía de la Molocha, la canción que abre su primer disco es “Que no te haga bobo Jacobo” y fue justo con esa que dieron por inaugurado el festejo. Llama la atención que la letra no caduque a pesar de hablar de un personaje muerto y de los numerosos cambios que han ocurrido en las principales televisoras. Con todo esto, la gente sigue sintiendo que se la hace boba Jacobo.
Durante el concierto los integrantes se notaban contentos pero sin tomárselo tan enserio. Justo en la primera canción Mickey erró en la letra pero no se vio preocupado por eso. De hecho, lo especial del concierto fue que rescataron canciones que se encontraban empolvadas, para explicarlo de forma sencilla, se trató de un show de Molotov pero en versión extendida, digamos que agarraron un setlist de la gira anterior y le insertaron “Rap, soda y Bohemia”, “Quítate que te masturbas”, “Cerdo”, “Use it or lose it” y “Molotov Cocktail Party”.
Otra diferencia, una obvia, fue la cantidad de gente que se reunió para verlos. Si bien en un Vive Latino juntan el doble de personas, seguro les emocionó ver que en esta ocasión, todas esas cabezas que se veían desde el escenario pagaron exclusivamente por verlos. Esa emoción se notó en “Gimme Tha Power”, antes de empezar a tocarla, Tito, dijo: “se va escuchar cabrón la que sigue”, y al finalizarla, Randy mencionó que ya no valía la pena seguir tocando después de esa canción, pues ya nada podía superar lo que acababa de ocurrir: miles de personas coreando a todo pulmón el himno de protesta de la banda.
Fuera de eso, el resto fue un show normal de Molotov, lo cual para nada es malo. Si algo vale la pena en la vida es ver a este grupo en vivo. Corear “Puto”. Mentarle la madre a la vida. Rapear cual “cholo” sin compañía. Perrear con “Rastamandita” mientras recitas su letra explícita. Alburear al de lado con referencias a Wendys y McDonalds. Ser un charolastra y terminar deseando que esa persona odiosa en tu vida se mate-te-te.
Molotov lleva veinte años siendo la liberación de adrenalina necesaria para escapar de la vida diaria. Muchos de los asistentes empezaron escapando de la escuela y ahora, llevaban a sus hijos para huir junto a ellos de la rutina. Esperamos que esto siga por mucho tiempo, que nos siga haciendo brincar porque al fin y al cabo, como dice Paco: ¡el que no brinque es puto, puto, puto!