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La lluvia y su discreto pesar en el inicio de octubre, la primera noche prometida, ensayo y error, Mew y la elección del lugar perfecto para comenzar las celebraciones del 15 aniversario de Frengers, El Plaza Condesa siempre ideal para apreciar a una banda que merece ser escuchada en alta fidelidad. Somos ratones de un experimento y "Repeaterbeater" es la primera gota de LSD cual si fuéramos parte de un test de Timothy Leary. Nos sentimos únicos, cual cohete que despega para surcar los cielos de nuestra conciencia, “Special” y su ánimo de gozo, aplausos, gritos, emociones en desborde, y es apenas la segunda canción.
“The Zookeeper's Boy” y el tímido saludo de Jonas Bjerre, ellos se saben queridos, ansiados, y por eso han elegido esta ciudad para hacer historia. Un recorrido por sus glorias recientes, el piano que nos hace flotar cual “Satellites”, “Candy Pieces All Smeared Out” y su dulce y difusa pesadumbre. “Count To Ten”, la sorpresa y la algarabía, “Apocalypso” para recordar los primeros tiempos de la más alta causa musical que ha dado Dinamarca según los fans, que atentos esperan la gran explosión.
“Saviours of Jazz Ballet” y un baile discreto ante las atmósferas sonoras revitalizantes, “Louise Louisa” como el preludio perfecto para el encore tanto esperado, sus últimas frases como mensaje en una galleta de la suerte sin destinatario: “stay with me, don’t want to be alone”. Y comienza la catarsis con “Am I Wry? No” y las explosiones visuales que emulan nuestra emoción, ¿dónde habías estado Farah?, la indiferencia nos estaba matando sabiendo que potencialmente estamos atados de alguna extraña forma. “156” y su mensaje indescifrable, las teorías que seguramente afloraban en las mentes de los fans que felices tal vez veían ante sus ojos un sueño idealizado: en una gran perspectiva somos diminutos. “Snow Brigade” en honor al frío que nos depara, “Symmetry” y la imagen de Becky Jarrett quien con 11 años de edad dio encanto a dicha canción, hoy a 15 años de distancia su imagen ha cambiado, pero no su alteza. “Behind the Drapes” y su máxima irrefutable: “Why are we so alone even with company?”.
“Her Voice Is Beyond Her Years” para apreciar el dulce vibrar de las cuerdas vocales, “Eight Flew Over, One Was Destroyed” para tener en cuenta que no existe a la fecha un tiempo oscuro en la carrera de Mew, y que son una banda que México siempre tendrá en su corazón. “She Came Home For Christmas” cual largo suspiro en honor a aquella persona que un día se puso una venda en los ojos para evitar apreciar que era lo que le deparaba el futuro, incierto y voraz, difícil pero esperanzador, esa mirada que ya no estará presente en la cena de año nuevo. Sin culpables, sin conclusiones, solo recuerdos ante la inmensidad instrumental y la lírica perfecta, un vistazo a aquel rincón de El Plaza donde se tomó una primera fotografía con alguien que ya no está, tragos de más para invocar al olvido, los recuerdos que regresan sin previo aviso, las situaciones que ya nunca encontrarán remedio. La voz angelical que nos alivia a pesar de la nostalgia que nada en cerveza de barril.
“She Spider”, tejiendo telares difusos y recuerdos inmediatos: esta fue la canción que dio inicio a la primera visita de Mew a la ciudad en el desaparecido Salón 21 en el año 2009, tantas cosas que han pasado desde entonces y la música que permanece a pesar de los rencores, la indiferencia, porque cambiamos de modos, ropas y lugares pero las canciones nos acompañan por siempre. “Comforting Sounds” fue como llegar a la tierra prometida, esa donde sabíamos que un buen día tendríamos que llegar a enterrar un recuerdo, miles de situaciones, millones de confusiones. El confort necesario ante las promesas que se rompieron, la soledad que no podemos compartir, el exhaustivo análisis de lo que salió mal. Estrellas fugaces vacías emprendiendo el viaje a ninguna parte, pero guiadas por una perfección instrumental que hace que cerremos los ojos y nos dejemos llevar, expiarnos, liberarnos, darnos una limpia de todo lo que nos aqueja, lo que quedó atrás, las personas que ahora ignoramos, los insomnios que nos pesan, los pendientes que se nos olvidan, obligaciones, defenestraciones, letargos y silencios, lutos y resignaciones.
La música que nos arrastra a lugares que no entendemos, los acordes que nos mueven a situaciones que nunca sabremos como manejar a menos que solo, simplemente, cerremos los ojos y nos dejemos llevar, el dolor sintetizado en el pitch de una manivela, el riff que in crescendo nos lleva a la gloria, la voz angelical que nos taladra el corazón, el gran final de una noche perfecta tanto para la banda como para nosotros.