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La banda islandesa Low Roar, visitó por primera ocasión nuestro país el día de ayer, llegando gracias a un tour proveniente de Estados Unidos, que ahora buscaba tener una clausura mágica con sus seguidores mexicanos, los cuáles siempre hemos tenido fama de ser un excelente público.
Gloom, proyecto mexicano de música progresiva y experimental, salió a escena para encender los ánimos entre los asistentes, arribando sin previo aviso al escenario para comenzar a soltar los primeros loops de la noche, ayudados por las pedaleras, acordes de guitarras y pausas exactas durante las canciones.
Delays en las voces, gran variedad de instrumentos, percusiones y sintetizadores es de lo que Gloom se vale principalmente en su presentación en vivo, en la que los integrantes van rolando sus instrumentos entre ellos. Finalmente la banda demostró ser digna telonera para los islandeses, puesto que asombraron a propios y extraños con su talento y el vibrante cierre de su participación.
Por fin llegó el momento, Low Roar inicia su set en medio de un ambiente transparente, por el cual la música atraviesa cada espacio del inmueble, entrando por el oído del espectador, conduciéndose hasta nuestro pecho para transmitirnos el mensaje de cada melodía. La gente escucha pensativa, respetando el espacio auditivo de cada asistente para sumirse en el bello espectáculo que tenemos ante nosotros.
La guitarra acústica le da entrada a un sensual sonido generado desde la caja de ritmos, que combinado con los efectos armónicos del teclado y los sintetizadores, colocan al público en un trance nostálgico que se incrementa a la vez de los cánticos agudos del vocalista, llevándonos a algo parecido al paraíso musical. Una mezcla de largas extensiones de voces, añadiendo dulces notas del suave teclado, y estruendosas percusiones arrítmicas, fueron los principales ingredientes que poco a poco añadieron los miembros de la banda, con lo que la felicidad invadió a todos, más aún si se contaba con un ser amado a nuestro lado.
Después de un hipnótico set, la banda dejo solo a Ryan con su guitarra para deleitarnos con una versión acústica de “Just a Habit”, y antes de que finalizara la canción, aprovechó el silencio profundo en el que nos sumimos para valerse sólo de su voz y su guitarra, alejándose del micrófono y continuando su interpretación, emocionando a todos con el momento más increíble de este fabuloso recital.
Todos los asistentes quedamos maravillados con la belleza de la ejecución de las bandas en escena, incluso me atrevo a decir que es un serio candidato a mejor concierto del año (y a mi top 10 de conciertos en la vida), donde se juntaron talento, público excepcional y un venue ideal.