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Mon cœur bat pour vous. Mon cœur bat pour l'impératrice. ♡
Desde el 2020 resonaba el nombre de L'Impératrice en carteles de festivales en México, en ese momento la banda llegaba con una propuesta sensual y electro disco con Matahari (2018), su álbum debut. No obstante, su visita al país tuvo que posponerse hasta diciembre del 2021, aterrizando en Acapulco con un nuevo material discográfico que mostraba una faceta distinta; todo compilado al ritmo de Tako Tsubo (2021). Después de mucho tiempo, su show en solitario sucedió dentro de las instalaciones del Pepsi Center WTC, logrando que en tan solo 90 minutos, el recinto se convirtiera en una enorme pista de baile.
El público se reunió temprano en el recinto de la Nápoles para alcanzar buen lugar, pero sobre todo para disfrutar de todo lo que la noche tenía por ofrecer. Petite Amie fue el proyecto encargado para inaugurar esta velada llena de fantasía y mucha fiesta. La banda de la CDMX subió al escenario para demostrar de qué esta hecha. Una explosión de sonidos inesperados llegaba a la mitad de cada una de las pistas sobrepasando la imaginación de todos los espectadores. Sorprendentemente, la agrupación logra entablar una preciosa conversación sobre el stage; con miradas y riffs logran conmoverte a tal punto de entender por completo de qué están hablando: su lenguaje es la música. "C'est Pas Moi" y "Hématome" fueron interpretadas a lo largo de la noche.
Su set duró lo suficiente como para dejar al público con ganas de más música. La espera para ver a L'Impératrice se redujo a tan solo 30 minutos. Para las 21:00 H telón se estaba abriendo para recibir a seis corazones latir. La agrupación se presentó sin decir palabra alguna; su estética y su sincronización perfecta lo decían todo.
Temas como "Sonate Pacifique", "Fou", "Peur des filles", "Voodoo?", "Vanille Fraise", resonaron durante este encuentro que se caracterizaba por demostrar una gran planeación que iba desde los atuendos hasta las coreografías. No obstante, al mismo tiempo expresaba un toque de experimentación que alucinaba a los presentes. Nuevamente, había una conexión lo suficientemente bella sobre el escenario, misma que poco a poco se convirtió en un diálogo compartido donde la interacción provocó las lágrimas de Flore.
La capacidad de transmitir una emoción enorme al moverse al ritmo de la música, el gritar y aplaudir, permitió que todos se liberaran y entendieran que la música es un lenguaje universal. En la música se rompen las barreras del idioma y la nacionalidad y todo se convierte en un momento donde perdura la felicidad y el amor por los sonidos; el amor por transmitir los sentimientos y sobre todo, el amor por alzar la voz. Peur des filles!