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Fotos Cortesía PHONO / Baloo Goldsmith
La pista estaba a su máxima capacidad. Nadie quería ceder un centímetro; ir por un trago a la barra o pasar al baño significaba perder un lugar trabajosamente conquistado. Faltaban 10 minutos para la 1:00 H. del ya sábado cuando la música de fondo disminuyó su intensidad. Un poco de humo; expectativa al máximo. Algunos celulares se levantaron por encima de la multitud. Varios querían capturar el momento en video.
Se escucha un beat lento y contundente, casi místico. “No me acostumbro al color del cielo. Pero lo prefiero al suelo, canto sincero. No puse las reglas, pero me sé el juego”. Con esa voz inconfundible —potente y acompasada—, La Mala Rodríguez suelta los primeros versos de “Gitanas”. En el contexto del movimiento #MeToo a nivel global y #JusticiaPatriarcal en España, éste su más reciente single ha sido adoptado como un himno feminista.
Surgida desde lo más profundo del underground, María Rodríguez Garrido ha forjado una notable carrera en el difícil mundo del rap. De por sí, el hip hop en español encuentra muchos obstáculos; para una mujer es doblemente complejo. Con una explosiva combinación de sensualidad y maldad, la española ha superado muchos retos profesionales y personales.
Su entrega y amor por la música quedan refrendados en cada show, ya sea en un gran festival en espacio abierto o en un venue cerrado, como anoche en el corazón de la Colonia San Juan en la Ciudad de México.
Faltaban escasos minutos para concluir un viernes de lluvias en este caos de ciudad. El Warehouse ya se encontraba casi a toda su capacidad para cuando Hadrian, el responsable de abrir, saltó a las tarimas. Las chicas explotaron en gritos y piropos desde el minuto cero.
El rapero capitalino presentó un set más meloso que aguerrido. En el pasado han quedado las rimas filosas con las que hace una década se coronó en el Red Bull Batalla de los Gallos.
A la tercera canción se despojó de la playera para lucir un cuerpo musculoso y lleno de tatuajes. Los puristas del rap, los que lo llaman “vendido” por incorporar ritmos cercanos al reggaetón, se mantuvieron al margen, guardándose para La Mala.
Los más se dejaron llevar por las tonadas suaves y los versos cariñosos. Desde “LOCAXMI” hasta “Ángel y diabla”, el MC no se guardó nada. Sonaron éxitos como “Dudas”, “Vienes y te vas”, “Indiferente”, “Atiende”, y varios más.
En el punto más álgido de su set se incorporó a la pista para convivir con las fans. Ellas le acompañaron en los coros de algunos versos. Ya de regreso en el escenario (un segundo piso que está por encima de la barra principal), preguntó si se sabían su nuevo sencillo. La respuesta fue unánime. Con apenas dos meses en plataformas digitales, “Ex” es su canción más popular; el videoclip oficial casi alcanza los dos millones y medio de reproducciones, superando por mucho al resto de sus tracks.
Al parecer, ya encontró la fórmula que tanto estaba buscando y ahora está acrecentando su público cautivo. Seguramente lo veremos muy activo en los próximos meses.
Como parte de una pequeña gira por la República Mexicana, La Mala Rodríguez volvió a la Ciudad de México. Previamente, se presentó en Monterrey y Guadalajara. Su itinerario continúa con el Festival Cervantino; de ahí viaja a Sinaloa donde tiene agendadas fechas en Los Mochis, Mazatlán y Culiacán. ¿Quién lo diría?
Tras su espectacular actuación en el Vive Latino 2018, la nacida en Cádiz regresó a la capital mexicana para regalarnos un show íntimo, compacto y sumamente hot en el Warehouse. Tal como adelantamos, “Gitanas” fue el primer tema en sonar. Tras iniciar el beat, salió por un costado del lugar. En su camino hacia el escenario, se tomó la libertad de hacer una entrada lenta, con mucho porte y presencia hacia la mitad de la canción. Sus dos bailarinas de acompañamiento se adelantaron para encender el ambiente y robar algunos aplausos. El resto del espectáculo fue intenso hasta el final.
Arribó al entarimado, luciendo un pequeño vestido negro con transparencias en la parte superior. Con su mirada seductora y su desafiante voz, encaró al público. Agradeció el cariño de los mexicanos que siempre la reciben con los brazos abiertos. De ahí en más, ráfaga de éxitos. No los menciono en orden.
“La Niña” para remontarnos 15 años al pasado. Días de escuchar la radio durante horas, siempre a la caza de nuevas propuestas. Con este tema descubrí su propuesta musical, tan honesta como transgresora.
“Quién manda” ayuda a levantar el ánimo. Siempre. Una canción para agradecer que tenemos lo mínimo indispensable para sobrellevar los pesares de la existencia. Humildad. “Por la noche” nos hizo reflexionar sobre las consecuencias de nuestros actos. El respeto por delante.
Momento de ponerse faltosos. “33” es de sacar el bat de beisbol y romper algunos cristales o cráneos. Desafiante y rebelde, “Nanai” incentiva a mirar de manera crítica a una sociedad en la que abundan los prejuicios y el trato desigual.
Comentario marginal. “Tengo un trato” es una canción que ha ganado solidez con los años. A diferencia de la primera versión de estudio, la interpretación en directo destaca por su brillante potencia. Un buen ejemplo para notar la madurez personal y profesional de La Mala.
“Cuando tú me apagas” para el deleite de los enamorados. Recuerdo. Tortura lenta de los corazones que estaban por romperse.
Durante casi una hora completa, La Mala Rodríguez nos obsequió un vaivén de recuerdos, sensaciones y sorpresas. No hubo encore, no hacía falta. Su actuación fue desafiante y sensual. Lo mismo se sienta sobre la mesa con porte de emperatriz que baila con una gracia ingenua. Esta noche en Warehouse se reencontró con su gente, un público que conoce todas sus canciones, que siente profundamente cada línea y se deja llevar por el ritmo.