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Una noche de viernes fría y tranquila, el viento soplaba y como aire helado, desde Vancouver, Canadá, llegó Japandroids por tercera vez a nuestro país –después de presentarse en el festival Vive Latino y en Pasagüero– para reventar nuestros oídos, romper nuestros cuellos y llenar nuestros cuerpos de rock punk.
El ambiente era oscuro, la mayoría vestía ropa negra, la gente empezaba a gritar "Japandroids! Japandroids!”, "ya salgan culeros!". La banda respondía con una pequeña prueba de sonido antes de comenzar. El fervor por verlos aumentaba después de tres años de ausencia. Pasadas las 11, el telón se abrió y ahí estaban ambos integrantes vestidos de negro, Brian con sus característicos jeans apretados y tenis, mientras que David vestía una playera de la banda Bass Drum Of Death, cada uno con su respectivo instrumento, la guitarra color aguamarina de Brian adornada con las tarjetas de la lotería de “el alacrán y el diablito” y la batería color azul rey de David, preparadas para ser despedazadas. Empezaron a sonar los primeros acordes de “Adrenaline Nightshift”, acompañados de las primeras palabras de la noche "Yo soy Brian y él es David, somos Japandroids", también recordaron su presentación anterior y que estaban felices por regresar a presentar nuevas canciones.
La introducción llegó a su fin y como clips atraídos por el magnetismo de la música las personas se aglomeraron en frente al escenario, todos coreaban “there is no high like this, adrenaline nightshift” y la euforia aumentaba, el slam se hizo presente y apenas comenzaba la noche. Siguió la poderosa “Fire’s Highway” y aumentaron los empujones. Todo era alegría. Los fans en unísono cantaban “hearts from hell collide, on fire’s hignway tonight, we dreamed it, now we know, uh oh uh oh oh oh”. La primera mitad del concierto estrenaron canciones de su próximo disco Near to the Wild Heart of Life, que se estrenará el próximo 27 de enero.
“No Known Drink or Drug”, “Midnight to Morning”, “Arc of Bar” y el sencillo que lleva el mismo nombre del disco sonaron también en la noche. Esta última fue de las que más prendieron al público, los riffs de guitarra y los golpes en la batería resonaron con tanto poder como los gargajos que escupía Brian. Estos nuevos cortes presentan el mismo estilo, con principios melódicos y finales explosivos, esto no quiere decir que han perdido calidad, al contrario. Después de indicar que “Arc of Bar” sería la última que presentarían, continuaron con temas de sus discos Post-Nothing y Celebration Rock, mientras las personas gritaban al final de las canciones “pinche Brian”. “The Night of Wine of Roses” fue la siguiente y la energía no cesaba, el furor alcanzaba su máximo nivel “we don’t cry for those nights to arrive, we yell like hell to the heavens”. Continuaron con temas como “Younger Us” y “Young Hearts Spark Fire”. El final se acercaba y “The House That Heaven Built” empezó a sonar; Brian aprovechó para dedicársela a todos sus amigos mexicanos, señalando “ustedes saben quiénes son” y sonriendo; provocando una explosión de poder en los cuerpos de los asistentes, al punto en que los ingenieros de sonido tuvieron que subir a reacomodar las bocinas que empezaban a aplastar los pedales.
Todos se movían al ritmo de la música y cantaban “when they love you, and they will, tell em’ all they’ll love in my shadow, and if they try to slow you down, tell ‘em all to go to hell”. Como ya es costumbre cerraron con “For the Love Of Ivy” un cover al grupo The Gun Club; la más ruidosa de sus canciones, todos se empujaban y de repente Brian se aventó al público, derrumbando por completo el lugar, Japandroids agradeció a todos y dijeron que esperan regresar cuando su nuevo disco salga.
Sin duda alguna la banda demostró por qué se han convertido en uno de las principales bandas de rock, es increíble cómo siendo un dúo pueden generar todo ese ruido y actitud en el escenario, lo más seguro es que esto se deba a su amor por la música y por lo que hacen, se les da de forma natural. Fue una noche llena de empujones, golpes, moretones, gargantas secas, gritos, alcohol, rasguños, energía, sudor, adrenalina, en donde el único requisito para entrar a la fiesta fue el amor al rock.