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Con un lleno absoluto en la primera de sus dos fechas programadas en la CDMX, Iron Maiden se apoderó del Palacio de los Deportes el jueves 3 de marzo para convertirlo en la sede perfecta de una fiesta demencial que inició con las intervenciones de The Raven Age, joven agrupación del hijo de Steve Harris (bajista y fundador de Iron Maiden) y de Anthrax, uno de los máximos exponentes del thrash.
Mientras la gente seguía llegando luego de una buena presentación de The Raven Age, el escenario fue para Anthrax y para su brutal setlist que funcionó como el pretexto perfecto para armar un enorme slam de principio a fin, al ritmo de los riffs de "Caught in a Mosh", "Madhouse" y "Antisocial". "México, hicimos un nuevo álbum que se llama For All Kings y es tan heavy que se van a cagar", advirtió el guitarrista Scott Ian antes de ejecutar "Evil Twin". Joey Belladonna y compañía se despidieron de los asistentes con “Indians”, dejando todo listo para lo que estaba a punto de suceder.
Con “Doctor Doctor” de UFO como introducción, las luces del Domo de Cobre se apagaron mientras en las pantallas gigantes se proyectaba un video en el que el Ed Force One (el avión de Iron Maiden) era impulsado desde las profundidades de un misterioso bosque por una mano gigantesca que emergía desde el suelo. Bruce Dickinson apareció en medio de una escenografía que recreaba un templo antiguo y el ritual del “Libro de las Almas” comenzó con una primera página que fue escrita con "If Eternity Should Fail", "Speed of Light" y "Children of the Damned" entre llamaradas de fuego, impresionantes juegos de luces y un fondo que cambiaba con cada tema, ofreciendo una diversidad de imágenes con el mítico Eddie (personaje representativo del grupo) como protagonista.
El líder de Iron Maiden y el resto de sus compañeros aprovecharon cada oportunidad que se les presentó para lucirse con sus respectivos instrumentos y hacer toda clase de malabares con ellos al tiempo que recorrían todo el escenario mostrando lo cómodos que se sentían estando en ese lugar y haciendo lo que mejor saben. Mientras los fans se mostraban eufóricos con cada canción que sonaba, Dickinson aprovechaba algunas pausas para dirigirse a ellos pidiéndoles más emoción al llamado de "griten para mí, México" y mostrándoles gratitud con un "es grandioso estar aquí, bienvenidos a The Book of Souls".
Con “The Trooper” llegó uno de los mejores momentos de la noche: todos cantaban y el buen Bruce estaba en lo más alto del escenario ondeando orgullosamente la bandera de Gran Bretaña. Posteriormente, en “Powerslave”, el vocalista decidió usar una máscara de Blue Demon a manera de tributo a la lucha de libre. "Hallowed Be Thy Name", "Fear of the Dark" y "Iron Maiden" marcaron el supuesto final de la noche con todo y la amenazante presencia de un Eddie enorme que se movía a lo largo del escenario, como si estuviera buscando alguna víctima.
Tan sólo pasó un minuto y Iron Maiden regresó con su clásico “The Number of the Beast”, teniendo las mismísimas llamas del infierno de fondo y con la compañía de la infame bestia en forma de una enorme figura inflable. "Ok, bueno, ¿qué vamos a hacer ahora? Mis amigos, nosotros amamos México y ustedes son parte de la familia Maiden", fueron las palabras de un emocionado Bruce Dickinson al presentar “Blood Brothers”. El cierre del concierto llegó con “Wasted Years” y todos los asistentes se fueron complacidos tras ser testigos de una gran presentación en vivo, a pesar de que faltaron temas indispensables como “Run to the Hills”.